La Calahorra, un castillo de ensueño en Granada que ofrece pasado y futuro
Construido en el siglo XVI, fue concebido más como palacio que como fortaleza y su estampa ha lucido en películas y series como 'La casa del dragón'
Su adquisición por parte de la Diputación permitirá visitarlo con regularidad, mientras que por ahora sólo puede hacerse una vez a la semana en día laborable
La Diputación de Granada compra el Castillo de La Calahorra, una joya histórica que apenas se puede visitar

Una situación como otra cualquiera: el coche se dirige hacia Almería desde Granada, ya ha pasado junto a Guadix, un pueblo que merece mucho la pena, y ahora se ha adentrado en un paraje menos exuberante, casi despoblado, al que se conoce ... como el Marquesado del Zenete. En un momento dado, a su derecha, ve un castillo que llama mucho la atención, porque no tiene esas almenas típicas de los castillos defensivos, sino que está hecho con gusto, es un edificio más para lucir que para guerrear.
Es el Castillo de La Calahorra y si hasta ahora sólo podía verse un día a la semana –día laborable, y eso porque es obligatorio, al tratarse de un Bien de Interés Cultural- pronto tendrá un horario de visitas porque va a pasar de manos privadas a manos públicas. La Diputación Provincial de Granada, tras una larga negociación con sus propietarios, lo ha adquirido por seis millones y medio de euros.
Así que bienvenidos (por anticipado) a un lugar de ensueño que lleva allí 500 años pero que muchos desconocen. Se construyó a principios del siglo XVI en tiempo récord, entre 1509 y 1512, y tiene como particularidad que es una de las primeras fortalezas que no fueron diseñadas con fines defensivos.
Su función fue desde el principio más decorativa, se trataba de hacer allí un palacio a imagen y semejanza de los que su principal impulsor, Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, vio en la Italia renacentista. La idea era controlar desde allí las tierras del Marquesado del Zenete, un mayorazgo que fundó su padre, el cardenal Pedro González de Mendoza. Para quien esté pensando en eso: Díaz de Vivar fue un hijo ilegítimo.
Gente ilustrada
Pero al margen de esos detalles, el caso es que el estilo renacentista no sólo influyó en su aspecto externo sino también en la decoración interior, de la que por desgracia ahora ya no queda nada o casi nada. Fue un castillo elegante y regentado por personas favorables a la ilustración, el humanismo y la cultura. De hecho, destacaba su biblioteca, con 632 volúmenes (por aquel entonces eso era mucho) de textos grecolatinos, tratados filosóficos o de arquitectura y literatura de entonces, sobre todo italiana.
Después de todo sí que tuvo un uso militar. Fue a finales del siglo XVI, en lo que se conoció como la Guerra de los Moriscos y también como la Rebelión de las Alpujarras. Un grupo de cristianos viejos, que así se hacían llamar, se refugió allí durante los tres años que duró la contienda. Fue también un cuartel donde se hizo fuerte el Marqués de Mondéjar.
Después llegó el silencio. Por increíble que parezca, el castillo dejó de interesar a sus propietarios y quedó abandonado. Durante tres siglos apenas hubo actividad entre sus muros y, lo que es peor, muebles y enseres valiosísimos fueron expoliados. A principios del siglo XX, un muy adinerado estadounidense quiso comprarlo y trasladarlo a su país piedra por piedra, que es algo que parece que sólo pasa en las películas.
No ocurrió. Pasó a formar parte del patrimonio del Ducado del Infantado. Su actual propietario es Íñigo de Arteaga y Martín y el hecho de que esté en manos privadas impide que se pueda ver salvo los miércoles, aunque en ocasiones también es posible concertar visitas en grupo los fines de semana.

La Junta de Andalucía mantuvo en las últimas décadas conversaciones con los dueños con la idea de que el castillo, Bien de Interés Cultural desde 1922, sea más accesible. Incluso se abordó la posibilidad de que la institución autonómica lo adquiera, pero es algo que nunca fructificó.
A la Junta le cogió el testigo la Diputación, que sí ha triunfado. Su presidente, Francis Rodríguez, entiende que el libre acceso al monumento supondrá una espléndida oportunidad de crear economía en una zona que bien lo necesita. Eso, además, se articula con uno de los firmes propósitos que se hizo y divulgó al comenzar su mandato: luchar contra la despoblación.
«Va a dinamizar la economía en toda la zona del norte de la provincia de Granada», avanzó el lunes Francis Rodríguez cuando anunció, con indisimulado orgullo, que los trámites para la adquisición del castillo ya están en marcha. Tampoco ocultó que ese enclave tiene un importante potencial «como foco cultural y turístico».
En relación con esto último está la televisión. El castillo, que ya ha salido en alguna que otra película, se ha visto en La casa del dragón, una precuela de Juego de Tronos que emite la plataforma HBO en todo el mundo. Fue, en concreto, la fortaleza de Pentos. Eso puede abrir una espita, porque el castillo, por dentro y por fuera, sugiere un buen número de escenarios distintos, desde los bélicos hasta los románticos, pasando por los fantásticos.
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