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Cuando Novak Djokovic se parece tanto a sí mismo, al 10 veces campeón en Melbourne, al poseedor de 24 títulos del Grand Slam, al competidor irreductible que te obliga buscar constantemente nuevas alternativas, resulta muy difícil de abordar. Sí, va camino de los 38 años y en 2024 emitió síntomas crepusculares y despidió el curso sin reivindicarse en los majors, pero su ambición está intacta, y su tenis, después de lo visto en el partido de cuartos ante Carlos Alcaraz, ha recuperado el vuelo que le faltó la pasada temporada. Se podrá discutir sobre la mayor o menor importancia de los problemas físicos por los que detuvo el partido, pero todo el mundo que juega frente a él ha de estar preparado para este tipo de situaciones. Distrae al contrincante, genera incertidumbre y, normalmente, acaba jugando mejor de como lo estaba haciendo. Todo esto hay que entenderlo como parte de sus encuentros.
Resulta difícil discutir que el serbio interpreta como pocos los partidos. Lee el juego del rival con precisión quirúrgica y responde en consecuencia. Así volvió a hacerlo ante Alcaraz, sobreponiéndose a la pérdida del primer set. Al español hay que aceptarle y aplaudirle como es. Está donde está (con cuatro títulos del Grand Slam y tan sólo 21 años) gracias a su creatividad y a su gusto por el riesgo, a su carácter osado, que siempre agradece el espectador. Es normal que en algunas ocasiones esa propuesta no le alcance o incluso pueda volvérsele en contra. ¿Le sobró ímpetu y agresividad ante Djokovic? ¿Tenía otras opciones? Tal y como discurrió el partido, dio la impresión de que o se jugaba cuanto antes un golpe ganador o necesitaba ajustar con máxima precisión ocho bolas y terminar con una novena en la línea. De nuevo sublime en el arte de la defensa, Djokovic no se iba a dejar doblegar por menos que eso.
Gracias a su brillante victoria frente a Coco Gauff, Paula Badosa estará por primera vez en las semifinales de un Grand Slam. Ahí es nada. Un salto cualitativo, una recompensa que se ha hecho esperar pero que no ha de sorprendernos; el tenis siempre lo tuvo, otra cosa es que haya tardado en plasmarlo, también condicionada por problemas físicos. Seria, estable, con mejor gobierno de las emociones y pegando a la pelota con suma virulencia, en especial de revés, pasó por encima de una rival defensiva, de las que dejan jugar.
Distinto será el encuentro de semifinales frente a Aryna Sabalenka, defensora del título y número 1 del mundo, con un 5-2 favorable en el cara a cara. Paula deberá mostrar gran solidez con el servicio y saber sufrir ante una rival que en algunos momentos te somete sin posibilidad de réplica. Sus opciones pasan por aceptar este tipo de situaciones y, una vez que soporte los dos primeros impactos, hacer trabajar a la bielorrusa. También Sabalenka tiene sus debilidades, que se encuentran en su propia esencia. Si bien se ha atemperado con el paso de los años, algunas veces le pierde su temperamento y puede llegar a quemarse con su propio fuego.