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CV Opinión cintillo

Antonio Baixauli: último empresario de la vía valenciana

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“Tens raó: som un país de botiguers i fabricants

de mitja lliura. Al món d’avui però,

li cal la nostra lliçó no escrita

en gruixuts llibres d’història

i la lentitud d’aquest riu –n’estic segur–

convertirà en diàleg les lluites i furors del temps present“.

Joan Riera, Favara de la Ribera. ‘Al ciutadà Fermí Cortés’ - 1966. 

Los valencianos exhibimos mala memoria. Este artículo podría llevar varios títulos cuando en realidad no es más que un homenaje al ciudadano Antonio Baixauli (Sedaví, 1941) que pasó del ser al no ser, hace unas semanas, el 19 de enero. Amaba los caballos y tenía su base equina en el Devesa Gardens. Antonio no merecía ese final tan absurdo, cómo es morir embestido por un coche descontrolado. ¿Qué distingue a este empresario de otros que van y vienen inquietos ante el porvenir “d’aquesta malaurada terra”?

Industrializar

La última vez que hablé con Antonio Baixauli fue, hace algunos años, en las austeras instalaciones de su empresa en Sedaví, con la intención de evitar un desastre en el panorama empresarial valenciano que poco después se consumó. Mi visión del empresario Baixauli venía de muy atrás en la etapa de regeneración empresarial y su transición del sindicato vertical franquista a los procedimientos democráticos. Yerra quien pretende que esa evolución se produjo sin altibajos ni afectada por más de un quebranto. Coincidiendo con la muerte del dictador Francisco Franco la economía valenciana vivió momentos de análisis y replanteamientos que se derivaban de un tejido productivo que basó en sus raíces agrarias y rurales en torno al sector hortofrutícola. Principalmente lo que se llamó: economía citrícola de exportación. El historiador Josep Fontana que indagó en aquellas peripecias lo plasmó años después, en 1995: “Eren uns anys en què els valencians cercaven nous camins, i no solament en el terreny de la política, La València de la taronja i del horta somniava en les possibilitats de la industrialització i es demanava, justament, per què no ho havia pensat avans”. Acrecentada por su faceta exterior tan necesaria en los primeros tiempos de aislamiento del régimen franquista para generar divisas netas. En 1976 se publicó el ensayo de Ernest Lluch: La Via Valenciana que había ganado el Premi Joan Fuster en octubre, cuando Franco agonizaba. La economía y el contexto político valenciano transcurrían en años de efervescencia en torno a noticias que auguraban un cambio de coordenadas en el territorio valenciano: la construcción de la Autopista del Mediterráneo que abrió expectativas de modernidad, la planta Ford en Almussafes– cerca de autopista y puerto– ( que facilitó para ambos el Banco Mundial), las instalaciones de IBM en Pobla de Vallbona(1975-1994), o la después fallida IV Planta Siderúrgica de Sagunt. Lluch lo explicó en ‘La Via Valenciana’: “La industrialització arribà i no pels camins que sovint es pensava: la gran indústria forastera –privada o estatal– o estrangera, sinó pel desenvolupament de la ja existent”. Y de la que fue artífice Antonio Baixauli entre otros. Después, para ingresar (1985) en la Comunidad Europea se demostró que no era para tanto. Caerían tres pilares de la economía española y valenciana: la industria textil, la construcción naval (Astilleros de Levante) y la producción de acero que Altos Hornos de Vizcaya situó en Sagunt.

Vocación exterior

En la iniciación europea el País Valenciano pagó un alto precio en las condiciones aduaneras de los productos hortofrutícolas (cítricos, sobre todo) como moneda de cambio para favorecer a la industria española y valenciana en la negociación de los Tratados de Adhesión a la CEE. Se mimó a la industria y se castigó a la agricultura. En este clima favorable crecieron los empresarios de la primavera industrial valenciana. De la mano de estudiosos y expertos en movimientos sociales e historia económica que vinieron desde Catalunya de la talla de Jordi Nadal, Josep Fontana, Emili Giralt y Ernest Lluch se construyó el relato del renacer de la economía valenciana en base al crecimiento industrial en sectores que marcaron una época en el País Valenciano: metal-mecánico, juguete, textil, iluminación, cerámica, zapato, papelería y madera y mueble, bolsos y maquinaria para la industria maderera , impulsados por certámenes feriales en niveles manufactureros competitivos. Ahí juega su papel Antonio Baixauli junto a un grupo dinámico de empresarios del Club de Gerents de Torrent, la mayor parte en las comarcas de l’Horta Sud, comarcas centrales, l’Alcoià, Vall d’Albaida, Camp d’Elx, Vistabella, la Costera, Foia de Bunyol o Vinalopó.

Todos o nadie

La trayectoria empresarial de Antonio Baixauli se centró en el asociacionismo, la promoción innovadora, la formación profesional y la proximidad a las instituciones económico-empresariales. Es el primer empresario que se integra en las actividades del centro de Formación cooperativo Florida con la campaña del centro bajo el lema: “Estudiar es empezar a trabajar”. Fue el primer presidente de la Caja de Ahorros de Torrent que no procedía de Torrent y el promotor avisado de la integración (1982-84) de la Caixa en la CAM, cuando aún era Caja de Alicante y Murcia. En el año 1994 se vuelca en el Instituto de la Mediana y Pequeña Industria Valenciana para relanzar a su sector de madera y mueble, Crea Confemadera, Federmueble Conemac y Feoeim, volcados en la temática de la innovación tecnológica, la modernización y la adaptación a las exigencias medioambientales en el ámbito de todo el Estado español. Fue presidente de la Feria Internacional del Mueble de Valencia cuando únicamente era superada por los certámenes de Colonia y Milán. Ocupó la presidencia de la institución Feria Muestrario Internacional de València tras la caída del anterior presidente Ramón Cerdá Garrido (1996-1999) hasta que la tuvo que abandonar a raíz de un enfrentamiento – uno más - con Arturo Virosque Ruíz, presidente de la Cámara e Comercio de València y vicepresidente nato en el patronato de la institución ferial que regía la alcaldesa Rita Barberá. Arturo Virosque se caracterizó por cumplir los encargos que recibía de Eduardo Zaplana para desbancar a los presidentes que no se avenían a sus planes de ampliación y gasto desmedido que, en el caso de la Feria de València – Alberto Català y Belén Juste– generaron un agujero valorado entre 600 y 1000 millones de euros que han acabado con la trayectoria y el futuro de la institución ferial. En su corto mandato tuvo que sustituir al director General Alejandro Mañes Martínez por el candidato impuesto por Eduardo Zaplana, Rafael Olcina, quien después pasaría a dirigir el IMPIVA, como premio de consolación, hasta que quedó desnaturalizado y absorbido por el IVACE junto con el Instituto Valenciano de Comercio Exterior (IVEX).

Un temps, un país

De Sedaví (Horta Sud), donde surgió su experiencia empresarial, fue concejal de su pueblo con el alcalde Manuel Corredor durante seis años (1979-1985) por Unión de Centro Democrático (UCD) en la primera legislatura constitucional. Primera diferencia. Antonio Baixauli podría haber sido más rico y productivo para sus intereses particulares si se hubiera dedicado por entero a sus negocios, según los que lo conocían de cerca en su trayectoria. Perteneció a una estirpe empresarial de la que es el último vestigio junto con su amigo, Salvador Fernández Calabuig, alias ‘Hamlet’ (Torrent,1943) todavía activo y perteneciente al grupo de empresarios emergentes en las últimas décadas del siglo XX. Sedaví, Torrent, Ontinyent, Bunyol, Alcalà de Xivert, Alcoi, Cocentaina, Bocairent, Massamagrell, Alaquàs, Aldaia, Aielo de Malferit, Onil, Gata, Pedreguer, Gandia, Denia, Ibi, son pueblos que marcaron a una prolongada generación de hombres de empresa protagonistas en la transición de la losa dictatorial a la esperanza de libertad. Antonio Baixauli estuvo ahí desde sus claroscuros a su brillante forma de supervivencia, para él y sus próximos, aún en las condiciones más adversas.

A todos los palos

Antonio Baixauli siguió un recorrido completo desde ceder el marco de su estimada “Barraca” en el Palmar para los encuentros de principio de curso, con mucha aureola, al terminar la época estival, organizados por José Vicente Morata, presidente de la Cámara de Comercio después de quince años (2010), con el fin de ‘engrasar’ las relaciones entre políticos y empresarios en cada ejercicio. De cálida mirada y trato cordial que inspiraba camaradería y proximidad, Baixauli tuvo la habilidad de subir a los palacios y bajar a los infiernos con la bonhomía por principio y la sonrisa de infalible herramienta. La llave que abre todas las cerraduras menos las perversas y esas, apenas merecen existir en el mundo del entendimiento. La misión ingente de aquellos empresarios que, menos alguno formado en Deusto u otra Universidad, partían del conocimiento de la vida y la formación más o menos ilustrada de su origen familiar. Tuvieron el doble mérito de crear negocio al tiempo que se ocuparon y desempeñaron, una red eficaz de mejora colectiva y asociativa, a partir de su curiosidad y de la apertura al mundo que desde el exterior ofrecía resortes novedosos capaces de generar modernidad.

Cada cual en su sitio

En 2021 recibió su homenaje en la Federación Valenciana de la Madera y del Mueble (la presidió de 1985 a 2004) que alentó desde sus inicios con Vicente Medina. El Instituto Tecnológico del sector, AIDDIME fue otro de sus logros. Muebles Foment (clásico), Recurval (industria auxiliar) o Kaoo (mobiliario infantil), sus marcas comerciales Presidió la Federación Española de organizaciones empresariales del Mueble (FEOIM), fue vicepresidente de la Cámara de Comercio de València. formó parte de la directiva de CEOE y del comité ejecutivo de CEPYME, del Consejo Social de la Florida Universitaria y del Centro Público Integrado de Formación profesional de Catarroja. vicepresidente en la Unión de Mutuas (UMIVALE). Formó parte del Cercle d’Empresaris Valencians.con voluntad de contrarrestar la acción opaca de los grupos de presión e influencia empresarial. Estaba en la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE) sin pagar cuota. Martín Domínguez Barberá decía que dar tierra a los muertos no era solo concederles adecuada sepultura sino sobre todo, poner a cada uno en su sitio según su talla, en el sitio justo. En el umbral de una época, ingrata y difícil, pero llena de esperanza, en la trayectoria de Antonio Baixauli seguramente no fue todo perfecto, pero el saldo es netamente positivo.

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