Los hombres

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Tal vez hemos aprendido a utilizar eufemismos y así nos escapamos de nuestras responsabilidades. Usamos los conceptos sistema, sociedad, el mundo contagiado, todas ellas expresiones para eludir con disimulo la responsabilidad de lo ocurrido.

Yo creo que no es así. La responsabilidad del machismo es de los hombres, no le den más vueltas, y hasta que no lo reconozcamos abiertamente, no saldremos de estas. Y no basta con reconocerlo, también hemos de asumir el compromiso con la nueva hombría.

Basta de expresiones como “nos educaron así”. También nos educaron yendo a misa todos los domingos y fiestas de guardar, y hemos sabido salir de ese círculo vicioso. Es hora de abandonar ese otro armario, reconocer nuestro machismo y, si acaso, asumir que estamos en proceso de desintoxicación, aunque tenemos mono. Me refiero a ese que se nos escapa en forma de chiste, de ocurrencia, de comentario, de frase hecha o tantas diferentes maneras de dejar a la vista nuestras inercias. Algo así como preguntarles a ellas si quieren que les ayudemos en unas tareas del hogar que son de nuestra responsabilidad.

Es hora de convocar una manifestación de hombres y ponernos detrás de una pancarta que diga: Nos avergonzamos de ser machistas. Y salgamos a la calle con la cabeza agachada. No hay posible solución sin el reconocimiento como colectivo. Y todas las mujeres, todas, han sufrido episodios machistas.

O tal vez la pancarta debería decir algo más sencillo: Perdón. Perdón, ¿por qué? Porque no solo son machistas los que matan, los que abusan, los que maltratan. Esos acaban en el banquillo, y no siempre. ¿Y los machistas cotidianos? Pedimos un perdón colectivo que conviene aclarar. Perdón por haber valorado más mi tiempo que el tuyo. Perdón por faltarte el respeto. Perdón por dejar que consumas tu cansancio haciendo la cena mientras yo estoy muy cansado. Perdón por creerme más que tú. Perdón por dejar que pidas permiso en el trabajo porque el niño está enfermo y yo tengo una reunión “muy importante”. Perdón por no acompañarte. Perdón por no dejarte elegir. Perdón por cargarte con tareas que son de todos. No sigo, que cada cual piense de qué tiene que pedir perdón. Y que lo haga. De lo contrario nunca llegará la nueva masculinidad, esa que no renuncia a su condición de hombre pero se niega a imponerla.

Por eso creo que los hombres hemos de dar un paso hacia delante, renunciar a todos los privilegios de los que hemos disfrutado oprimiendo a quien decimos amar, y comprometernos de verdad con eso que llamamos feminismo que no es otra cosa que el antídoto hacia nuestro comportamiento de siglos. Así mejorará el mundo, incluso nosotros mismos.

La palabra clave es perdón. Luego usted ponga el resto.