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Entrevista

Joseba Asiron, alcalde de Pamplona (EH Bildu): “El PSN es buen socio, no entiendo que la derecha gobernase aquí décadas”

Joseba Asiron, en el balcón del Ayuntamiento de Pamplona.

Rodrigo Saiz / Iker Rioja Andueza

Pamplona —
26 de enero de 2025 21:45 h

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Ha pasado un año (y unas semanas) del histórico 28 de diciembre de 2023 en que el PSN derribó su última barrera y accedió a sumarse a la moción de censura contra UPN para impulsar a Joseba Asiron, de EH Bildu, como alcalde de Pamplona. Quien ya fuera regidor sin el concurso de los socialistas de 2015 a 2019 niega que aquello fuera una compensación por los apoyos abertzales a Pedro Sánchez en España y a María Chivite en Navarra y recalca que responde a una “amplísima” mayoría progresista de una ciudad que, en otro tiempo, fue bastión conservador. Nacido en Pamplona en 1962, este historiador y profesor recibe a este periódico en su despacho en el Ayuntamiento. Está adornado con mobiliario antiguo y la 'makila' de mando cuelga de la pared. En su escritorio, un portabolis luce una ikurriña. En la pared, hay una bandera de la ciudad con el mismo escudo que porta en la solapa de su chaqueta. En la entrada, en cambio, están colgadas las cuatro banderas oficiales, también la de España.

Asiron sostiene que el nuevo Gobierno local, una coalición con Geroa Bai (PNV y Socialverdes) y Contigo/Zurekin (Podemos, Batzarre, IU y otros) con apoyo externo de los socialistas, ha sacado a la capital de Navarra de la parálisis tras la etapa de la derecha. Se detiene también en su plan para “resignificar” y no derribar el monumento a los “caídos” en la Guerra Civil, el mayor edificio franquista que queda en una ciudad española. Alerta del problema de la vivienda y, en el plano más político, destaca la trascendencia “estatal” de Arnaldo Otegi, que en breve será reelegido en Pamplona para continuar al frente de su formación política, EH Bildu. ¿Y los toros en San Fermín? No niega que es una “contradicción”, ya que critica el maltrato animal, pero no concibe unas fiestas sin encierros y corridas.

¿Es usted alcalde de Pamplona porque Pedro Sánchez y María Chivite necesitan a EH Bildu para gobernar?

No. Soy alcalde de Pamplona porque hay una mayoría progresista en Pamplona que así lo avala, nada menos que 16 concejales de 27. Es una amplísima mayoría. La pregunta tendría que ser cómo es posible que con este tipo de estructura sociológica la derecha haya gobernado en Pamplona durante décadas.

Si hay mayoría tan clara, ¿por qué el PSN no le apoyó desde el inicio de la legislatura? ¿Quisieron retrasarlo hasta después de las elecciones generales?

Es algo que habría que preguntárselo a ellos. Me cuesta mucho meterme en la cocina de los demás. Lo que yo he vivido aquí –y llevo ya nueve años en el Ayuntamiento– es una trayectoria larga en la cual hemos ido creando sinergias, llegando a un punto en el que los acuerdos eran abrumadoramente mayores que los puntos de desacuerdo. Hay puntos en los cuales podemos tener más desacuerdo, como en política lingüística, por ejemplo, pero desde luego son más los puntos en los que coincidimos. Es algo que arrancó probablemente ya en los tiempos de la portavocía de Maite Esporrín, continuó con Elma Saiz y se ha rematado ahora. Pero ha sido un proceso largo en el que se ha ido aprendiendo a trabajar juntos.

Ha pasado ya un año largo de aquella moción de censura a Cristina Ibarrola (UPN). ¿Cómo se gestó aquella maniobra?

Se vivió como un proceso de negociación, de buscar puntos de acuerdo y, desde luego, se gestó y se llevó a cabo en Pamplona. Me imagino que el PSN tendría sus directrices de la dirección nacional, al igual que nosotros también teníamos un partido con el que se consultaron las cosas. Pero sobre todo fue un proceso que se gestó en Pamplona buscando la solución para problemas concretos de Pamplona. La parálisis era escandalosa. No hay ciudad que soporte un ciclo de nueve años con ocho presupuestos fracasados, por ejemplo. Desde luego, nosotros apostábamos por un cambio y por un Gobierno de progreso mucho antes, pero de inicio no fue posible por la falta de acuerdo con el PSN. Luego se han hecho muchas lecturas en clave nacional, sobre todo desde Madrid, donde muchas veces perciben todo como si formara parte de la política madrileña. Y yo creo que no es así. ¿Que ha podido tener influencia? Eso tendría que verlo cada uno en su casa. Desde luego, en la mía no. En la mía ha sido un proceso interno llevado a cabo en Pamplona y por agentes de Pamplona.

Cuando dice “clave nacional”, ¿se refiere a la nación española?

Me parece que he dicho clave estatal.

No, ha dicho “nacional”.

Pues, desde luego, quería decir estatal. Para mí está claro: la clave nacional es la que afecta a mi nación. Y mi nación es Navarra.

Volviendo a la moción de censura: ¿habló con Cristina Ibarrola esos días?

Con Cristina Ibarrola tuve una relación normalizada hasta la moción de censura. Tengo que decir que mi relación siempre ha sido normalizada con los alcaldes de UPN con los que he coincidido, concretamente con Enrique Maya y con Cristina Ibarrola. Creo que la política unas veces te coloca arriba y otras veces te coloca abajo. Hay que saber aceptarlo con profesionalidad. Esa relación la he mantenido siempre que me ha tocado estar en la oposición. Lo que es menos comprensible es que una vez que se ha producido la moción de censura eso afecte a las relaciones personales. Eso no tiene ningún sentido. Somos profesionales, estamos aquí siguiendo un mandato popular. La política, repito, unas veces te coloca en un sitio y otras en otro.

¿Y ahora? ¿No hay relación con UPN?

Hay una relación de cortesía y, desde luego, de aprecio y consideración en lo privado y en lo humano. Recientemente, un concejal ha tenido una desgracia familiar, el fallecimiento de su madre, y, por supuesto, las relaciones son de absoluta normalidad y de cortesía. Lo que no se ha conseguido todavía es normalizar esas relaciones para, por ejemplo, llegar a acuerdos en temas concretos. Desde UPN hay una cerrazón absoluta a hablar, a dialogar y a negociar en cuestiones importantes para la ciudad. Y no nos podemos permitir eso. En primer lugar, porque somos profesionales y la ciudadanía nos ha puesto aquí para trabajar por el bien de la ciudad; y, en segundo lugar, también porque UPN representa un sector que, como digo siempre, es importante en la ciudad y que me merece toda la consideración y todo el respeto.

Cuando habla de “cerrazón”, ¿a qué se refiere? En los presupuestos, por ejemplo, ¿trató de negociar con UPN?

Hicimos un ofrecimiento, pero desde el principio dijeron que no se iban a sentar a hablar. En esas condiciones es muy difícil intentar trabajar de manera conjunta por la ciudad.

UPN representa un sector que, como digo siempre, es importante en la ciudad y que me merece toda la consideración y todo el respeto

El concejal de Geroa Bai, Mikel Armendáriz, llegó a decir en la moción de censura que había un riesgo de enfrentamiento entre Pamplona e Iruña.

No sé si lo comparto. Una cosa es lo que vemos aquí desde la institución, el enconamiento que hay con determinados temas. La política municipal es la más encarnizada. Si nos vamos al otro extremo, por ejemplo en Estrasburgo, en el Parlamento Europeo, creo que el contacto con la ciudadanía es más lejano y por eso las cuestiones se viven con otro desapasionamiento. Pero la política municipal, como es el escalón más cercano a la ciudadanía, es también el más, entre comillas, encarnizado. Creo que en la calle se vive otro ambiente. Estamos ya acostumbrados a que el hijo del jefe sea de Euskal Herria Bildu, el carnicero de Geroa Bai, el panadero de Contigo/Zurekin y el vecino del PP. Creo que la sociedad de Pamplona es adulta y plural. Ahora mismo en el Ayuntamiento hay seis fuerzas políticas. Es una pluralidad que, para mí, representa que somos una sociedad adulta y diversa.

Ya había sido alcalde entre 2015 y 2019. ¿Qué Pamplona dejó y qué Pamplona se ha encontrado?

La de 2015 a 2019 fue una legislatura caracterizada por lo que en su momento ilustramos como un abrir de ventanas, el que entrara aire fresco en la institución. Se avanzó en cuestiones fundamentales. Destacaría dos, la memorialista y la igualdad. El episodio de 'la Manada' colocó a Pamplona y a la reacción de la ciudadanía en primera línea en la vanguardia de la lucha contra las agresiones sexistas y en la manera de funcionar. Demostramos, y creo que eso fue lo más importante de la legislatura, que había otra manera de hacer las cosas, una manera de hacer las cosas honrada, justa y válida. Aquella legislatura fue la que puso los cimientos para esta segunda. Pero, eso sí, hay que reconocer que hemos perdido un poquito de candor infantil y ahora somos mucho más maduros. Tenemos la ilusión de 2015 pero con mucha más experiencia y más aprendizaje.

¿Es mejor la relación con los socios actuales que con los de 2015?

La relación dentro del equipo de Gobierno es de una gran cohesión. Todas las mañanas se junta el equipo para hablar, se debaten cosas y yo, desde luego, no veo una diferenciación clara entre partidos. Cada uno da su postura y hay veces en las que estoy más de acuerdo con Txema Mauleón, que es de Contigo/Zurekin, que con que cualquier otro de mi grupo. Hay una cohesión total y sobre todo, hemos puesto en marcha un principio básico, que es que las cuestiones municipales se discuten, se exponen, podemos llegar a reñir, e incluso chillarnos si hace falta. Pero, cuando salimos por la puerta, la decisión tomada nos pertenece a todos.

Todavía quedan dos años, pero, ¿será Joseba Asiron el candidato de EH Bildu en 2027?

Es muy pronto todavía para decirlo y sería muy pretencioso por mi parte pensar qué es lo que va a decidir mi partido. Eso sí, ahora mismo estoy entregado a la política municipal y creo que, por desgracia, mi fase como profesor de Historia del Arte ya ha terminado. Cuando me llegue la edad de jubilación, que tampoco me falta tanto, intentaré retomar de alguna manera algún tipo enseñanza, de formación. Pero en 2015 ya di un golpe de timón importante en mi vida y 2023 ha sido el golpe de timón definitivo porque, con 62 años más los tres que le quedan a la legislatura, uno se puede imaginar que la vuelta a la enseñanza es complicada.

¿Se ve con fuerzas para continuar?

Con fuerzas y con ilusión. Ser alcalde de la ciudad exige un sacrificio muy grande a nivel personal, pero soy también consciente de que es un privilegio en un doble sentido. Primero, porque a todos y todas nos gustaría en algún momento poder ser alcaldes de nuestra ciudad para tomar determinadas decisiones y para conocer los entresijos de la ciudad. Y, segundo, porque durante mucho tiempo ha habido mucha gente que ha estado luchando por un cambio profundo en esta ciudad. Muchas de esas personas ya no están entre nosotros. Cuando ha llegado el momento clave, ha existido la suficiente generosidad como para poner en primera fila de la ciudad a una persona que ni siquiera había militado nunca en un partido. Y eso exige una generosidad muy grande.

Estoy con fuerzas y con ilusión. Ser alcalde de la ciudad exige un sacrificio muy grande a nivel personal, pero soy también consciente de que es un privilegio

¿Es el PSN un buen socio?

Es un buen socio en el sentido de que llegamos a muchos acuerdos. Pero es cierto que muchas veces hay que negociar y reñir mucho para lograrlo. Por supuesto, no todos los temas son iguales. No es lo mismo hablar de políticas sociales, por ejemplo, que de política lingüística. Pero de momento es una relación que está funcionando. Somos partidos muy diferentes en todos los sentidos y venimos, además, de una trayectoria muy larga de darnos la espalda. Creo que un modelo de colaboración entre las fuerzas progresistas que se ha conseguido en Pamplona nos lleva a la confección de mayorías y es algo que, además, no solo habría que proyectar a futuro en Pamplona, sino que habría que exportar también a otras instituciones y a otras ciudades.

Entonces, ¿por qué no forman parte del Gobierno municipal y son un socio externo?

Eso habría que preguntárselo a ellos. Nosotros les ofrecimos entrar y ellos estimaron que no era el momento. En este tipo de cosas creo que tampoco hay que correr. Hay que ser prudentes. Lo importante no es dar muchos pasos, sino que los pasos que se den no tengan vuelta atrás.

Ha citado en un par de ocasiones la cuestión de la política lingüística. ¿Qué opina de la posición del Partido Socialista en torno al euskera, que quizás es más próxima a la de UPN que a la que tienen el resto de socios?

Quiero pensar que la posición de PSN respecto a la política lingüística no se asemeja a la de UPN. O que se asemeja muy poco. Hay un principio por lo menos común, que es lo que dictan tanto la UNESCO, como el Consejo de Europa, como la Carta de las Lenguas Minoritarias, como la propia ley del Vascuence. Es, en primer lugar, que el euskera es un idioma que nos pertenece a todas y todos. Y, en segundo lugar, que el euskera hay que promocionarlo. Hay que fomentarlo. Ni la ley del Vascuence ni la Carta Europea de las Lenguas dicen que simplemente haya que conservarlo. No, dicen que hay que fomentar su prestigio y su aprendizaje. Quiero pensar que esos principios básicos marcados por todas esas instituciones y marcos legales son compartidos también por PSN.

Hace unos meses presentó junto con PSN y Geroa Bai un acuerdo para resignificar el monumento a los Caídos. Anteriormente había dicho que sería la ciudadanía quien decidiría sobre el futuro de este monumento, pero la opción del derribo queda ahora descartada con este acuerdo. ¿Por qué?

Básicamente, porque hemos hecho lo único que se podía hacer. ¿Se puede decir que hemos sido posibilistas? Pues probablemente sí. Es decir, hay que tener en cuenta que, tanto para conseguir financiación para cualquier intervención en los Caídos, como para conseguir un marco legal que posibilite intervenir allí, hace falta un acuerdo mayoritario. Y ese acuerdo mayoritario pasa sí o sí por incorporar al PSN. Me explico. Para poder hacer algo en Caídos hay que pasar tres etapas. Una es la del acuerdo entre partidos, que es la que va a facilitar a este alcalde tener presupuesto. Si no hay presupuesto, no se puede hacer nada y los Caídos se queda como está. Ese acuerdo solo podía llegar hasta la transformación del edificio, no hasta el derribo. En segundo lugar, el edificio ahora mismo está protegido y, para poder cambiar eso, una vez más se necesita una mayoría, en este caso en el Parlamento. Y de nuevo es necesario un acuerdo con el PSN. Los dos primeros puntos nos llevan al mismo terreno y hay que llegar a un acuerdo. Y, en tercer lugar, una vez se hayan superado las dos primeras etapas, se llega al terreno de trabajo específicamente municipal, que será el del diseño de un concurso de ideas, que espero que sea de primera calidad, que incorpore a unos equipos de arquitectos fabulosos que nos den unas soluciones imaginativas para el monumento. Pero insisto, ahora mismo había dos opciones: o transformar el edificio o no hacer nada y dejarlo cuatro años más como está. A partir de ahí, tengo la aspiración de que a este acuerdo se vayan sumando nuevos sectores de opinión.

¿Fue el PSN el que frenó la opción del derribo?

El PSN dijo claramente, y en público, que no estaba por el derribo. Y sin un acuerdo con el PSN no se puede ni conseguir presupuesto ni mayoría para eliminar la protección.

¿Cuánto se va a alargar el proceso de resignificación? ¿Cuándo va a dejar Pamplona de tener el monumento de exaltación franquista más grande de España en suelo urbano?

Una vez se ha alcanzado este acuerdo político creo que hay cosas del concurso de ideas que se había convocado en la legislatura 2015–2019 que se pueden reaprovechar. Aquel concurso había recogido una serie de posibilidades de intervención y, en base a ello, se puede retomar el concurso de ideas y pasar a la fase de proyectos con unos proyectos garantistas. A nosotros como institución nos toca ser facilitadores de las condiciones económicas, un presupuesto, y de las condiciones legales. Luego la imaginación la tendrán que poner los equipos, que yo espero que sean de primer rango europeo.

¿Pero qué plazos maneja?

Creo que en esta legislatura como mínimo estará trazado todo el itinerario. ¿Hasta qué punto podremos avanzar en ese itinerario? Pues ya me cuesta más verlo. Creo que las primeras fases se pueden completar en esta legislatura, todo lo que es el concurso de proyectos, etc. Terminarlo no, eso ya es una cuestión que desde luego superará la legislatura.

Asociaciones memorialistas también se han quejado del nombre acordado entre los tres partidos, 'Maravillas Lamberto,' porque recuerdan que su familia apostaba por el derribo. ¿Es definitivo el nombre?

El acuerdo entre partidos incluye también el nombre y creo que no hay que volver sobre nuestros pasos. Creo que es un buen nombre y a mí me gustaría, si algún día me tocara, explicarle a mis nietos y nietas ese edificio y poderles decir que en su momento estuvo consagrado a la exaltación del fascismo y que ahora va a estar consagrado a la memoria democrática y a la denuncia del fascismo. Considero que, con la que está cayendo en el mundo, que Pamplona vaya en la dirección contraria a esa dirección totalmente rechazable y mediante el nombre de una persona que precisamente fue represaliada y asesinada por fascistas, es un proceso ejemplar. Me gustaría ser capaz de tener la suficiente capacidad de persuasión como para convencer a más gente, pero entiendo que haya gente que no lo comparte.

Citaba la importancia de la memoria histórica y nos ha llamado la atención que en la sala de espera en la que hemos estado unos minutos antes de la entrevista haya cuadros de todos los alcaldes de la ciudad, incluidos los de la dictadura. Uno de ellos, incluso, aparece vestido con un uniforme militar. ¿Por qué no se han retirado?

Es una pregunta interesante. Hay cuestiones pendientes incluso dentro del Ayuntamiento. Probablemente, si tuviera que quitar de ahí todos los alcaldes que no tuvieron un compromiso claro con la democracia, me tendría que remontar a más allá de la II República, porque coincide que algunos de los alcaldes republicanos, en una ciudad que en aquel momento era claramente de derechas como Pamplona, luego fueron alcaldes en el franquismo. Pero sí creo que en algún momento tendremos que revisar ese y otros casos. Hay símbolos de todo tipo dentro de la Casa Consistorial muy cuestionables, pero sé que aquí cualquier cosa levanta una polvareda terrible y por eso creo que ese tipo de cuestiones hay que hablarlas, consensuarlas, y luego calendarizarlas. Pero, sí, es una de las cuestiones que están pendientes de hacer.

Pamplona es una de las ciudades que el Departamento de Vivienda del Gobierno de Navarra prevé declarar como zona de alquiler tensionado para topar los precios. ¿Se está poniendo imposible para un joven emanciparse en Pamplona?

Los datos apuntan que sí. Y aquí te hablo como alcalde, como ciudadano de izquierdas y como padre también. Los datos dicen que la edad media de emancipación en Pamplona es de 29,7 años. Es decir, nuestros hijos e hijas tienen forzosamente que estar en casa hasta casi cumplir los 30 años. Esto es una barbaridad, una salvajada. También dicen que por cada piso que se oferta hay unas 51 solicitudes. Y en tercer lugar, dicen que las familias dedican de media para pagar la vivienda aproximadamente un 45% de la renta. Son datos demoledores y que justifican por qué cuando se le pregunta a la ciudadanía responden que su primera preocupación en este momento es la vivienda. Una de las primeras medidas que presentamos y que va a cumplir un año en febrero es el plan de vivienda asequible, que precisamente lo que pretende es la construcción de en torno a 2.000 viviendas en un primer término con posibilidad de construir más viviendas a lo largo de las siguientes legislaturas. Creemos que va a facilitar en bastantes barrios de Pamplona la posibilidad del acceso a vivienda de personas vulnerables y de los jóvenes. Incluye medidas como la puesta en marcha de una promoción de viviendas dedicada expresamente al alquiler asequible, también a una moratoria en el Casco Antiguo a los pisos turísticos, porque una de las consecuencias de la turistificación masiva es la gentrificación y es la pérdida de la función residencial preferente en los barrios. Por lo tanto, no creo que la solución a este problema vaya a venir de una sola medida, sino de un conjunto de medidas.

En el plano económico, ¿le preocupa el futuro de Volkswagen en plena reconversión del sector de la automoción?

Al alcalde le corresponde administrar las cuestiones municipales y esas son cuestiones que sobrepasan de largo las funciones de un alcalde. Pero sí estamos en una red de ciudades de la automoción, hace poco estuvo aquí el alcalde de Almussafes, en Valencia, que ahora preside la asociación y, por supuesto, es algo que nos preocupa. Pero lo cierto es que el tejido industrial es un sector en el cual el Ayuntamiento no tiene atribuciones, por desgracia.

¿Por dónde debería conectarse la 'Y vasca' con Pamplona, por Ezkio/Itsaso o por Vitoria?

Pues no lo sé. Creo que la conexión por Ezkio/Itsaso tiene más afecciones ambientales, que es más agresiva desde el punto de vista ambiental. Pero hablo desde el punto de vista de consumidor básico de política, no de alcalde. Porque no es un tema municipal. En cualquier caso, nuestra apuesta no es la del tren de alta velocidad, creemos que es un modelo poco sostenible y muy agresivo con el medio ambiente. Apostamos mucho más por la mejora de las infraestructuras existentes y por el impulso a unas comunicaciones más sostenibles y de carácter más popular, más democrático.

¿A Joseba Asirón le siguen emocionando los toros y los encierros en San Fermín?

Joseba Asiron es una persona con contradicciones, sin ninguna duda. Y en este terreno también tengo una contradicción que llevo hasta lo personal y que desde luego forma parte de lo institucional. Creo que estamos de acuerdo desde un punto de vista progresista en que en pleno siglo XXI no se entiende muy bien que el ocio humano se sustente en el sufrimiento animal. Aquí es donde normalmente me critican los taurinos. Pero, al mismo tiempo, esto nos sitúa frente a otra contradicción y es que hoy en día no se entienden los Sanfermines sin el toro. Y aquí es donde normalmente me critican los antitaurinos. Es decir, de una manera u otra siempre nos vemos atrapados en esa contradicción. ¿Cómo salimos de ahí? Yo tengo muy claro que hay que llegar a través de un debate ciudadano. Hay debate ciudadano en torno a los toros, pero no tenemos un debate en torno a San Fermín y es muy importante que lo haya. Lo que sí que tengo muy claro es que no va a venir ningún alcalde de ningún signo político a, mediante una firma, proscribir los encierros.

No va a venir ningún alcalde de ningún signo político a, mediante una firma, proscribir los encierros

Pero EH Bildu sí que prohibió los toros en Donostia.

Claro, pero es que Donostia es Donostia y Pamplona es Pamplona y Gasteiz es Gasteiz. Yo estoy hablando de Pamplona. Tan estrambótico sería poner ahora en San Sebastián unos encierros que nadie demanda o corridas de toros como hacer en Pamplona una tamborrada. Cada ciudad tiene sus características y su propio debate. En Pamplona probablemente en el siglo XXII todo este tema haya evolucionado, no haya ninguna discusión y el debate se haya solucionado en una dirección o en otra. Pero insisto, tengo muy claro que eso no es algo que tenga que ir de arriba abajo, sino que es algo que tiene que ir de abajo arriba. Si algún día tiene que dejar de haber corridas y encierros será después de un debate ciudadano y no por una decisión institucional.

¿Cree que ese debate se va a dar en algún momento? Muchos jóvenes van todos los años a los toros en San Fermín pese a que reconocen que no van en otro momento del año y que lo consideran maltrato animal.

Hay gente que es incapaz de ver una corrida de toros por la televisión a lo largo del año y que, sin embargo, luego llega San Fermín y va a los toros. Esa es la contradicción. Tenemos contradicciones a nivel personal y tenemos contradicciones a nivel de ciudad. Creo que Pamplona es una ciudad progresista donde, entre otras muchas luchas, la del maltrato animal la tenemos interiorizada. Creo que todo el mundo firmaría una declaración que diga que el ocio humano no se tiene que sustentar sobre el sufrimiento animal. Pero acto seguido tenemos que ser capaces de reinventar los Sanfermines. Mientras tanto, no va a ser posible. Y hay que ver si es posible reinventar los Sanfermines. Es decir, ¿tenemos una alternativa? Ese es el debate. Mientras no haya ese debate no puede haber otro tipo de toma de decisiones.

Usted tiene un pequeño detallito con una ikurriña en su escritorio. También está la bandera de España en este despacho. ¿Cuál es la bandera del alcalde de Pamplona?

A eso se le llama diversidad. Las banderas están aquí por imperativo legal. Hay una ley que dice que las banderas [la de Pamplona, la de Navarra, la de España y la de Europa] tienen que estar en un lugar preeminente y por eso están ahí. En el caso de la ikurriña, ese portabolis es un regalo de un ebanista de Pamplona que ya falleció y por el cual tengo mucho aprecio. ¿Cuáles son las banderas del alcalde? Yo soy historiador y he llegado a la política desde la historia y por amor a su ciudad, no por ninguna ambición política. Yo de aquí no me voy a ir a Europa o al Congreso de los Diputados. Estoy aquí por amor a la ciudad. Como historiador, creo que existe un pueblo, que es el pueblo vasco, al cual pertenezco, que en un momento de su historia decidió dotarse de una estructura de Estado. Esa estructura de Estado fue Navarra. Consecuentemente, el Reino de Navarra tiene una doble vertiente: una cultural, lingüística, etc. que fue el pueblo vasco el sustrato en el cual surgió; y luego tiene otra cara de la moneda institucional, que fue el Reino de Navarra. Navarra tiene una bandera y esa es mi bandera. Mi bandera es la bandera del Estado soberano de Navarra, esa es mi nación y esa es de alguna manera mi patria. ¿Y la ikurriña? Yo cuando veo la ikurriña y la bandera de Navarra me declaro daltónico, veo lo mismo. Para mí son la representación de esas dos caras de la moneda. El pueblo vasco y el Estado vasco de Navarra.

Arnaldo Otegi va a ser reelegido como líder de EH Bildu aquí en Pamplona. ¿Qué le parece? ¿No hay relevo?

Arnaldo Otegi ha sido capaz de situar a EH Bildu en un punto importantísimo de la de la política, tanto de la local de Pamplona, como de la nacional de Euskal Herria como también de la estatal. Ha sido capaz de asentar a EH Bildu, que ha salido del siglo XX con sus penas y sus glorias, y nos ha metido en el siglo XXI. Y creo que ha sido un personaje clave de la política estatal. Él mismo ya ha dicho que espera que haya una renovación y, cuando él decida hacerse a un lado, que sabrá hacerlo porque me consta que no tiene ambiciones especiales, yo, como alcalde y como ciudadano de este país, le estaré profundamente agradecido.

Otegi ha sido un personaje clave de la política estatal. Cuando él decida hacerse a un lado, sabrá hacerlo porque me consta que no tiene ambiciones especiales

En este proceso congresual se está avanzando en que EH Bildu deje de ser una coalición y avance a ser un sujeto propio. ¿Esto está eliminando la pluralidad interna, es decir, los partidos originarios que conforman EH Bildu, como Eusko Alkartasuna o Alternatiba?

Yo no lo veo así. Lo que sí creo es que Euskal Herria Bildu surgió desde una pluralidad clarísima y ahora mismo esa pluralidad se mantiene y tiene su reflejo. Es cierto que, en la medida en la que EH Bildu se va consolidando como una fuerza política con una trayectoria, va cobrando también personalidad y protagonismo como coalición. Si se va a dar el salto a ser otra cosa, lo tendrán que decidir las estructuras con el mayor consenso posible. Yo, en mi papel como alcalde que se restringe a las cuestiones municipales, lo que veo en mi grupo municipal son concejales que vienen de diferentes formaciones. Concretamente, Maider Beloki y Borja Izagirre vienen de Eusko Alkartasuna, pero es que a mí eso se me olvida en el día a día. En esta mesa de trabajo que yo presido no hay más que una formación que es Euskal Herria Bildu, y las desavenencias que puede haber son por criterios personales y no, desde luego, de partido. Yo mismo no he militado nunca en ningún partido y estoy presidiendo aquí un grupo municipal de Euskal Herria Bildu. Soy un ejemplo clarísimo.

Usted condenó el asesinato de Tomás Caballero. ¿Cree que toda la izquierda abertzale ha realizado esa misma lectura sobre el terrorismo de ETA?

Venimos de puntos diferentes y seguramente el itinerario que ha llevado cada uno habrá sido diferente. En mi caso concreto, como bien dice, el rechazo a cualquier tipo de violencia –porque ha habido muchas violencias en este país– ha sido algo que ha formado parte no sólo de mi trayectoria política sino de mi trayectoria vital. Por eso en el año 1998, y cuando era un humilde profesor de Historia del Arte de Secundaria, decidí dar el paso que nadie me pedía de sumarme al rechazo por la muerte de Tomás Caballero. Sigo en el mismo punto en el que estaba entonces y no borraría ni una coma de aquel texto que firmé en 1998. Yo no sé qué trayectoria ha llevado el resto de gente, ni dónde estaban hace 20 años. Yo lo que sí sé es que ahora mismo mis compañeros de grupo municipal están en el mismo punto en el que estoy yo, y eso es para mí lo trascendental y lo importante. El recorrido que han hecho para llegar ahí es algo que a mí desde luego no me compete.

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