Un lunes, tras un fin de semana en la residencia presidencial de Olivos, Javier Milei se destapó con una ocurrencia en redes sociales: el mundo ideal de "los socialistas" está en las cárceles, escribió el presidente argentino en la red social Instagram. "Prisión: la sociedad ideal progre", decía el posteo en el que enumeraba sus razones para presentar el encierro carcelario como una "panacea socialista".
"No hay que trabajar; Vivienda gratis; Salud gratis; Educación gratis; Servicios gratis", argumentó, antes de lanzar otra supuesta característica de las prisiones y presuntamente amada por "los socialistas": "Mucho sexo gay".
Unos cuantos argentinos no podían creer lo que estaba escribiendo su presidente, que completó el argumentario con un "todos reciben el mismo trato; todos son económicamente iguales y solo aquellos pertenecientes a las fuerzas tienen armas".
Las alusiones de corte sexual y al mundo homosexual han sido frecuentes por parte de Milei ya desde que se hizo conocido en tertulias televisivas, pero también en la campaña electoral y de tanto en tanto en la presidencia.
En ese contexto sorprendió, pero no del todo, la aparición de su ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, decretando que "se acabó el género", que "la diversidad de identidades sexuales son inventos subjetivos" y que el objetivo del gobierno es "preservar la familia como núcleo central y pilar fundamental de la unión, donde se promueven los valores patrióticos".
"Nosotros rechazamos la diversidad de identidades sexuales que no se alinean con la biología", añadió Cúneo Libarona, un ministro de Justicia con cada vez menos poder que hizo su inflamado discurso durante una comparecencia ante una comisión de la Cámara de Diputados en la que se le preguntó por la situación de la subsecretaría de Género tras el cierre del Ministerio de la Mujer.
El ministro había anunciado el 1 de julio en el diario Clarín que el área de género tendría "prioridad absoluta" para él. Al día siguiente, un responsable de prensa del Ministerio habló con el periódico para sugerir que el ministro no se había expresado bien. El gobierno de Milei no tendría política de género "porque la violencia no tiene género".
En Argentina hay un femicidio cada 30 horas, dato que el ministro conoce. ¿Por qué cambió de opinión tan drásticamente? Un enigma, aunque su nueva posición entronca con un gobierno en el que los ramalazos conservadores son cada vez más fuertes: "Esto está en la Constitución, la Biblia, el Corán, la ciencia, la naturaleza del ser humano".
Manuel Adorni, el portavoz del gobierno, dijo que las palabras de Cúneo Libarona no tienen porqué ser motivo de preocupación: "Cada uno es libre de autopercibirse como le parezca. No hay un límite, es infinito y el Estado no va a interferir en eso. Nosotros no reconocemos ni rechazamos nada, no queremos negocios con la política de género, no queremos que se discrimine a nadie y pretendemos que el que se autoperciba como quiera no le exija a otro que reconozca esa autopercepción. Tenemos que ser más libres y no cuestionarnos tanto todo".
Cuando habla de "negocios con la política de género", Adorni se refiere a importantes abusos durante el ciclo kirchnerista, que impulsó con entusiasmo toda la agenda de género.
En medio de los abucheos que recibió en la Cámara de Diputados, algunos legisladores recordaron a Cúneo Libarona que Argentina cuenta desde 2012 con una Ley de identidad de género.
Igualdad ante la ley
"El ministro de injusticia, en su medieval diatriba, ignoró cuestiones constitucionales, convencionales y legales básicas", dijo el constitucionalista Andrés Gil Domínguez. "La igualdad ante la ley del artículo 16 proveniente de la Constitución de 1853 se completa con la no discriminación alojada por la reforma de 1994, que tiene entre las categorías prohibidas el género, la orientación sexual y la identidad de género".
Damián Arabia, un diputado del partido de Mauricio Macri, pero muy afín al Gobierno, exigió que el Estado "no se meta con la plata ni en la cama de la gente".
Carla Carrizo, diputada de la socialdemócrata Unión Cívica Radical (UCR), marcó al ministro algo que muchos otros legisladores pensaban mientras lo escuchaban: "Una cosa son sus opiniones personales y otra cosa es la ley. Usted es ministro de Justicia, está obligado a respetar las leyes del Estado argentino. No importa lo que usted piense. Queremos que estudie. Es una falta de respeto a todos los diputados".
Los dichos de Cúneo Libarona son, sin embargo, coherentes con otros movimientos en el gobierno de Milei. Hace pocas semanas, seis diputados libertarios visitaron en la cárcel a Alfredo Astiz y otros militares condenados por graves violaciones a los derechos humanos. Discutieron con ellos vías para que dejen la cárcel.
En el Ministerio de Exteriores, la figura de Diana Mondino se ve cada vez más disminuida. Ursula Basett, una abogada sin cargo, pero impuesta por la Casa Rosada, controla todas las posturas argentinas en cuanto a temas de familia, género y la Agenda 2030 impulsada por las Naciones Unidas, que el gobierno considera poco menos que diabólica.
En ese mismo ministerio, el nuevo secretario de Culto es Nahuel Sotelo, un diputado ultraconservador que acaba de definir como "una basura" al presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva.
Y el propio Milei le da cada vez más aire a la derecha dura conservadora, reservando el liberalismo solo para lo económico: asistió a la conferencia CPAC en febrero para abrazarse a Donald Trump y meses después hizo lo propio en Brasil con Jair Bolsonaro, tras una gira europea en la que recibió premios de diversas organizaciones de la derecha dura. ¿Siguiente escala? Una reunión del Foro de Madrid la semana próxima en Buenos Aires, con el chileno José Antonio Kast y Santiago Abascal como invitados.