Desde 1948 la OMS defiende el derecho a la salud en el planeta, a través de la cobertura sanitaria universal, la respuesta mundial a las emergencias sanitarias, la prevención y la promoción de la salud. Siempre guiada por la ciencia y el principio de equidad. Este organismo de las Naciones Unidas coordina a los 194 Estados Miembros y trabaja sobre el terreno en más de 150 lugares. Con el objetivo de la salud global moviliza todos los sectores, desde los gobiernos hasta la sociedad civil, pasando por organizaciones internacionales, fundaciones e investigadores.

Con el trascurrir del tiempo desde finales de los años 40, en los diferentes estados soberanos reconocidos internacionalmente, entre los que se encuentra nuestro país, se ha generado la conciencia de la dimensión internacional de la salud y la necesidad de trabajar conjuntamente, que se ha visto reforzada tras la covid.

España, que ingresó como miembro en 1952, como la mayoría de países siempre ha tenido clara la necesidad de pertenencia a la OMS, con la que trabaja estrechamente. Ahora el multilateralismo para la salud global sufre un duro golpe con el anuncio de la salida de uno de sus miembros fundadores, EE UU, proveyéndose una sustancial reducción de la cooperación internacional para millones de personas. Además, esta decisión de abandonar el organismo encargado de coordinar la respuesta internacional a las emergencias sanitarias debilita la gobernanza de la salud a nivel global en un escenario en el que, como ya sabemos, es complicado afrontar el azote de una pandemia sin la coordinación, la concertación y la solidaridad entre todos los países.

Un mundo sin la OMS no es posible. Sin concentrar la protección de la salud de la población mundial que, además, contribuye a disminuir la pobreza y favorecer el desarrollo social.