Librería Cálamo, lectura recomendada

Laureano Debat

15 de marzo de 2025 22:48 h

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Las librerías españolas dejaron de ser lo que eran para convertirse en algo más, quizás, desde la publicación de Librerías, en 2013, de Jorge Carrión, una obra que fue finalista del Premio Anagrama y que acaba de ser reeditada por Galaxia Gutenberg. En la práctica siguieron siendo lo mismo, pero la gran virtud de este libro poliédrico fue otorgarles el espacio sentimental que se merecían, su importancia como foco cultural, su lugar de necesaria prescripción, ese imprescindible club de complicidades. Algunas empezaron a ver desde otra perspectiva la importancia que tenían muchas de las cosas que venían haciendo de manera naturalizada. Y hubo otras que, además, reafirmaron sus convicciones, asintiendo con la sonrisa del reconocimiento.

Imagino en ambos momentos a la librería Cálamo, a Ana Cañellas y a Paco Goyanes, que llevan más de 40 años cumpliendo con todos estos roles tan diversos y complementarios. Y siempre conscientes de que algunas de sus prácticas fueron pensadas en torno a motivos concretos.

“Yo era uno de esos jóvenes muy politizados de la transición. Y tenía claro que no quería ser profesor, el destino que les esperaba a la mayoría de mis compañeros. Entonces empecé a fantasear con el tema de la librería, me gustaban mucho los libros. Abrir la librería fue una continuidad lógica de mis inquietudes juveniles”, dice Paco. En 1983, justo después de acabar la carrera de Filosofía y Letras, abría las puertas de Cálamo en una ciudad que ya tenía una red de librerías bastante consolidada. Y con unas pautas que consiguió mantener durante cuatro décadas: “Vivir de esto con dignidad, vender buenos libros aunque suene como una idea un poco fantasiosa y participar muy activamente en la vida cultural de la ciudad”. 

Hoy Cálamo es un referente para cualquier librería de autor relativamente nueva. ¿Qué creen haber aportado? ¿Qué ven de Cálamo en otras librerías?

Ana: La cercanía con la gente que entra por la puerta. La idea de que nuestra casa es Cálamo y la gente viene a nuestra casa. Y cuando recibes gente en tu casa quieres que estén a gusto y les ofreces lo más bonito que tienes.

Paco: Marcamos una tradición quizás porque empezamos a hacer cosas que no eran las habituales. Este concepto de crear comunidad, por ejemplo, una agenda cultural constante. Y quitarle sacralidad al mundo del libro, reírnos de nosotros mismos. Hemos aprendido mucho de las anteriores y tratamos de dejar un legado para las posteriores. 

Cálamo en dos etapas

Los cuarenta años de la librería están marcados por dos etapas. Los 80 y los 90, cuando se empezó a ampliar el fondo y a consolidar la clientela. Y una segunda a partir de 2001 con la incorporación de Ana Cañellas quien, a su vez, tuvo sus dos etapas propias. La primera de 2001 hasta 2007 a través de un convenio con una empresa alemana llamada Kreft Brubach que se encargaba del diseño y la arquitectura de librerías. Ana era su representante en España, Francia y Portugal y coordinó, entre muchos otros proyectos, todo el cambio de imagen de Casa del Libro. La empresa se encargaba de diseñar el suelo, la iluminación, los muebles a medida según qué tipo de libros quería tener la librería y hasta la forma de la circulación de la gente, pero la crisis de 2008 obligó a cerrar y a que Ana se centrara definitivamente en Cálamo. 

Ahí comenzó su segunda etapa, en la que Cálamo empezó a apostar por salir de España, por ser una librería pionera en la península no solo en traer libros de otros países (eso ya se hacía) sino en desplazarse, en ir a buscar nuevas maneras de entender la lengua y la traducción literarias. Y empezaron a asistir de manera sistemática a la Feria del Libro de Guadalajara y a la Feria de Frankfurt. Algo insólito, entonces, que una librería pequeña se presentara en las dos macroferias. Incluso había editores y representantes comerciales que les preguntaban ¿vosotros que hacéis aquí?

Todo eso respondía a la curiosidad. Éramos muy curiosos y eso nos ha traído no solo mucho conocimiento sino también muchas amistades. Cuando nosotros conocimos Sexto Piso y Almadía estaban recién nacidas y hoy son muy importantes. Recuerdo que nos compramos todo su catálogo en una feria, el stand entero. Esas cosas hacen que se creen muchos vínculos durante mucho tiempo”, dice Ana. 

De esos viajes sistemáticos surgieron dos actividades que ya son marca registrada de la casa. Uno es Otra mirada, un ciclo destinado a favorecer el contacto entre editores y libreros de España y de Latinoamérica. “Era algo que nos obsesionaba desde que empezamos a ir a Guadalajara, cuando descubrimos tantas cosas y nos dimos cuenta que la edición española era solo una pequeña parte de todo lo que había en lengua española. Y eso nos cambió la manera de entender todo este ecosistema”, dice Paco sobre este ciclo que tuvo su primera edición en Zaragoza en 2011 y que continuó después en México, Bogotá, Guatemala y Barbastro. “Esa conversación entre el editor, el distribuidor y el librero no existía. Y son tres patas que jamás entraban en contacto”, dice Ana, quien tiene especial predilección por la edición guatemalteca, con la afluencia de profesionales de los países centroamericanos, siempre olvidados y ninguneados, de los que descubrieron trabajos fabulosos. “Yo creo que si dejamos un legado será ese”, explica Paco. A raíz de eso, surgió Talento Editorial, en el marco del Hay Festival, del cual llevan veinte ediciones en diez años y en diferentes ciudades de Colombia, México y Perú. 

Con la creación de los Premios Cálamo fueron pioneros en pensar un premio muy prestigioso y sin dotación económica, que además implica la participación directa de los lectores. Y que en 2026 cumplirá 25 años. ¿Cómo surgió? 

Paco: Es una cosa muy gamberra. Una noche de copas, entre amigos, se nos ocurrió. ¿Planeta tiene un premio? Pues venga, nosotros también. Y lo hicimos. 

Ninguna librería de España tenía premio literario, ningún premio literario implicaba la participación directa del público. Uno de los premios del primer año fue para Soldados de Salamina, de Javier Cercas, el primer reconocimiento para un libro que recibiría, después, tantos más. De esta manera, los Premios Cálamo se inauguraban también como pioneros en reconocer autoras y autores que después acumularían más galardones (los últimos ejemplos son Raúl Quinto y Elaine Vilar Madruga). 

Cálamo también han recibido muchos premios. ¿Cuál les hace especial ilusión?

Ana: (Se ríe) Paco tiene algunos premios así como muy curiosos. Es hijo predilecto de la ciudad de Zaragoza.

Paco: Eso me hizo mucha ilusión, sobre todo a mi madre. Y también el premio Boixareu Ginesta, que dan los editores de España a las librerías, el más importante.

Pasaron más de 4.000 autores por Cálamo. ¿Cuál fue la presentación más rara y la más emotiva?

Paco: La más rara fue una que no se celebró, de una autora de Anagrama que no te diré quién es. No vino nadie, absolutamente nadie. Yo no sabía dónde meterme y ella estaba con una cara de odio que no podía más. Fuimos a un bar de tapas y empecé a pedir abundantes raciones de gambas y de todo. Y al final sí que vino una persona, que nos siguió hasta el bar, nos vio pidiendo y nos dijo ¿yo también puedo?

Ana: Y otra muy sonada es que tanto autor como presentador estaban muy bebidos. Fue surrealista. Además, era un libro infantil. No sabíamos dónde meternos.

Paco: Al final, nos sumamos a la fiesta. Y acabamos como a las tantas.

Recuerdan con mucho cariño a Rafael Chirbes, para ellos un autor fundamental de la segunda mitad del siglo XX y con quien tenían una gran amistad. Marta Sanz también es una autora muy querida en la casa y mencionan a Patricio Pron y Agustín Fernández Mallo como ejemplos de autores que cada vez que vienen ofrecen charlas de lujo. 

El mercado editorial ha cambiado mucho, cada vez se editan más libros (90 mil al año en España) y siempre se habla de lo inasumible que es para todos los sectores implicados. ¿Cómo viven esto desde la parte que les toca?

Ana: Yo creo que es maravilloso que se editen 90 mil títulos al año. Luego tu trabajo como librero será seleccionar lo que quieres que entre en tu librería. Es imposible pretender abarcarlo todo, probablemente ignoramos el 80 por ciento de la producción editorial. Pero has de tomar tus decisiones, qué es lo que quieres hacer como librería.

Paco: En los años 80 el mercado del libro era débil y lento, las librerías funcionaban como bibliotecas. Había que tenerlo todo. En 2025 esto ha cambiado. Una librería no es una biblioteca, es un sitio en el que se venden libros y que crea comunidad y que promueve la cultura. ¿Quieres un libro que no está? Mañana lo tienes. Eso ha mejorado de una manera brutal. 

La inflación de estos últimos años ¿les afectó en la venta de libros?

Paco: No, al contrario. Los últimos cuatro años han sido los mejores de la librería en ventas, cada año mejor. Desde la pandemia, las librerías independientes salieron reforzadas. Se lee más que nunca y, en nuestro caso, hemos notado un rejuvenecimiento del público. Mucha gente nueva, de 20 o de 30 años.

Ana: Los talleres de lectura están llenos de gente joven que convive con señoras mayores, el perfil habitual que va a estas actividades.

Mientras Paco se niega a jubilarse pese a tener la edad (no cree en las jubilaciones por decreto), las cabezas de Cálamo ven con preocupación lo que está sucediendo con el tejido cultural de Zaragoza. “No hay por qué desmantelar cosas que están funcionando y que aportan valor”, dice Ana. Y Paco agrega: “Se han producido recortes de cultura que no se tendrían que haber hecho, cantidades ridículas para el presupuesto. Es necesario que las autoridades políticas tomen conciencia de que se debe destinar más dinero al entramado cultural y que eso les redituará en beneficios de cara al futuro”. 

Y lo que Cálamo entiende por entramado cultural son los grupos de teatro independiente, los clubes de lectura, los pequeños festivales de poesía, las iniciativas de música en vivo. Y todo lo que signifique un pequeño aporte para la solidez de un tejido clave para cualquier comunidad. Cómo es y hace una librería.