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Sobre este blog

Los Catavenenos como el firmante, para mejor advertir a sus señores, se inmunizaban ante cualquier ponzoña a base de trincarse preventivamente cantidades ínfimas de dichos tóxicos, así fuera la cicuta de Sócrates, el arsénico de Agripina o la cantarella de los Borgia.

Ese será nuestro cometido. Nos enfrentaremos con bravura a la multitudinaria tropa de la prensa de la caverna, cada vez más feroz, les sustraeremos un pellizco de sus productos y una vez demostrado que lo que no mata engorda, se lo ofreceremos a los lectores con todo nuestro cariño para que ustedes mismos juzguen sus cualidades.

Degusten los ricos platillos.

Donde el Catavenenos, educado y un poco triste, se despide de todos ustedes

José María Izquierdo

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Sobre este blog

Los Catavenenos como el firmante, para mejor advertir a sus señores, se inmunizaban ante cualquier ponzoña a base de trincarse preventivamente cantidades ínfimas de dichos tóxicos, así fuera la cicuta de Sócrates, el arsénico de Agripina o la cantarella de los Borgia.

Ese será nuestro cometido. Nos enfrentaremos con bravura a la multitudinaria tropa de la prensa de la caverna, cada vez más feroz, les sustraeremos un pellizco de sus productos y una vez demostrado que lo que no mata engorda, se lo ofreceremos a los lectores con todo nuestro cariño para que ustedes mismos juzguen sus cualidades.

Degusten los ricos platillos.

Todo tiene su fin, cantaban Medina Azahara. Y el Catavenenos, también. Al menos por ahora, que nunca digas de esta agua no beberé ni este cura no es mi padre. Cierra pues este chiringuito que empezó un día de enero de 2024. Parece que fue ayer, eso que exclamamos cuando nos dicen que nuestro sobrinito nació hace ya 18 años y ahora es defensa en un equipo de rugby. Cree su autor, quizá cargado con todos los prejuicios del padre de la criatura, que se cierra el timbiriche con algunas de las metas alcanzadas. Y, también, con el convencimiento de que contado lo ya contado, todo iba ser a partir de ahora mera repetición de lo mismo: similares insultos provenientes de las firmas ya conocidas, que si Jiménez Losantos, que si Ussía, que si Savater, que si Inda, que si Caño, que si Ventoso, que si Naranjo, que si Prada, que si Trapiello, San Sebastián o Juaristi. Grima da recordarles.  

Se trataba, en primer lugar, de mostrar a los inocentes lectores de elDiario.es, bondadosos de por sí, la maldad que habitaba en los sucios corazones de no pocos de los articulistas que pueblan la prensa patria. Y no me dirán que en este año, quien se haya atrevido a echar un vistazo a esta modesta sección dominical, no habrá encontrado villanos y malandrines suficientes hasta hacer imposible elegir al más inicuo de todos ellos, clasificación complicada a la vista de tanto odio y tanto rencor. Sólo tienen que releer la lista con la que acabábamos el párrafo anterior, y ya me dirán cómo destacar de entre ellos al más pinturero. 

En segundo lugar, fueron artículos sin duda demasiado largos, el autor lo sabe bien, porque quería cumplir con otro objetivo: demostrar que esa villanía no era resultado de la mente enferma de cuatro o cinco descerebrados o extremistas rabiosos. Quiá. Aparecen a decenas los bribones, aquí y acullá, mostrando que los integrantes de la fiel infantería podrían organizar todo un batallón, una unidad militar táctica que suele tener alrededor de 1000 soldados (puede ir de 300 a 1500) formada, usualmente, por dos a seis compañías, al decir de la Wikipedia.