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Sobre este blog

El Ojo izquierdo nació en El País en 2010 y prolongó su vida durante diez años en la cadena SER, con vivienda propia en el Programa Hoy por Hoy, primero con Carles Francino, después con Pepa Bueno y finalmente con Àngels Barceló.

Ahora se instala con comodidad en elDiario.es, donde es de esperar que se mantenga incólume la aviesa mirada de su autor, José María Izquierdo.

Y ahora, a redoblar esfuerzos. Nuevas ideas, más decisiones

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero.
24 de marzo de 2025 22:48 h

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Así, en cálculo grosero, estaríamos a mitad de la legislatura iniciada en noviembre de 2023. Mil años parecen, que hasta las lluvias se han conjurado para hundir tierras y ánimos. Se atrevería el Ojo a señalar que advierte un obvio desgaste de materiales en todo el conjunto de la actividad política patria. Los goznes de la coalición de gobierno chirrían como las puertas de los castillos, y aún son más sonoras si se amplía el campo auditivo hasta la mayoría que facilitó el Gobierno. Perdido el sentido común y carentes muchos de sus integrantes de cualquier elemento de inteligencia reconocible, han optado unos y otros por pelearse educadamente en público, a ti te arranco los ojos y yo te arrastro por la zarrapastrosa melena, maldita rubia de bote. Y allá, desde las ubérrimas tierras catalanas, Míriam Nogueras nos demuestra, minuto a minuto, que el mundo, para algunas gentes, se reduce a los gigantescos límites que enmarcan la Plaça del Diamant.  

Decimos del Gobierno, del PSOE, Sumar, Podemos y sus adláteres Junts, PNV, etcétera. Tienen muchos problemas los socialistas, claro que sí, pero nada comparado con el desastre en el que naufraga la extrema izquierda. Y lo pagamos todos. El liderazgo de Yolanda Díaz es, hablando en plata, inexistente. Ni aglutina, ni manda, ni ilusiona. Para marcar posición, destruye. Ahora mismo es un horror. Sólo comparable a la camiseta de Ione Belarra, incapaces de construir una mínima alternativa a cualquier proposición política articulada. O sea, en todo ese flanco, un solar espantoso. ¿Exagera el Ojo, anda hoy revuelto porque no puede ni salir a la calle a darse un humilde paseo, charcos apestosos? Quizá. Pero rogaría al respetable que me ofreciera cuatro o cinco razones, incluso una, ya puestos, para pensar que ese sector puede obtener resultados decentes en unas próximas elecciones. Porque la política trataba de esas cosas, ¿o no?

Bien. Ahora crucémonos de bando. Las derechas. El PP es el Titanic. Feijóo nunca supo qué rumbo imponer a la nave capitana, y ahora ya, dando vueltas como una chalupa en mitad del océano, tiene la cosa muy mal remedio. Y por decisiones propias, sin que nadie les haya forzado a ellas. Malos porque sí, inútiles porque no saben hacer otra cosa. No hay manera, diría Coque Malla, de librarse de ese monstruo marino que lleva atado a la chepa el líder del PP y que se llama Carlos Mazón. Es imposible sobrevivir a ese despropósito, a esa desvergüenza, a esa indignidad. La gestión de la DANA debía haber acabado con semejante botarate, pero su alianza con Vox añade aún más barro y sucio lodo a sus botas, pero sobre todo a las de Feijóo, atado de pies y manos a la virulencia de la extrema derecha, esa de la que ha fingido huir en Europa, mentiroso compulsivo. Mazón sobre los hombros y sobre los hombros de Mazón, Santiago Abascal. Figura grotesca y de imposible redención. Y la justicia, mientras, pasito a pasito, tic, toc, tic, toc. 

Pero los males no le aprietan a Feijóo únicamente desde el Este. La situación en Madrid de Isabel Díaz Ayuso, su otra gran baza, es terrible. Quizá ni tan siquiera la reina del vermú sea consciente de la que tiene encima, pero seguro que su asesor áulico, no me hagan nombrarle, es muy consciente de que vienen tiempos muy agitados. Por lo pronto, nunca, nunca, se va a librar de aquella tragedia que supuso la muerte, abandonados a su suerte, de 7.291 ancianos -¿4.000, dice la desahogada?- sepultados en las residencias bajo aquellos protocolos de la vergüenza. Su posterior desprecio a los familiares, la mentira una y otra vez repetida se va a convertir en una losa de la que difícilmente va a poder salir. Fue todo muy cruel, muy patético, inhumano. Al tiempo. 

Sumemos el segundo caso a la alforja de la dicharachera. El de su novio. La verdad del enorme fraude avanza inexorablemente hacia un único posible fin, a la vista de los datos que todos tenemos sobre la mesa y que ya se han ido mostrando en sede judicial. Alberto González Amador usó facturas falsas para defraudar 350.000 euros a Hacienda, según declararon los peritos del Ministerio ante la jueza. Díaz Ayuso -hay que recordarlo una y otra vez- tuvo el cuajo de afirmar que era Hacienda la que debía dinero a su novio. ¡Qué bárbara, qué mentirosa, qué tramposa! Pero es que todavía tenemos en marcha un segundo asunto que nos habla de posibles corrupciones que afectarían a su novio y a la mayor empresa sanitaria, Quirón, con la que trabaja la Comunidad de la que ella es presidenta. Ninguna broma. 

Ese, exactamente ese, es el panorama que tiene ante sí Alberto Núñez Feijóo: un liderazgo feble y tembloroso, sólo basado en el insulto y el no a todo, incapaz de construir un plan atractivo para la ciudadanía, lastradas sus dos mayores fortalezas por la corrupción galopante y la inutilidad en la gestión pública demostrada hasta la saciedad. Y añadamos que por allá, por sus tierras, amenaza el fantasma de la macrocelulosa Altri, en fase de manifestaciones multitudinarias, y ya sabemos cómo acaban en Galicia las protestas y los nunca mais. 

Pero volvamos al inicio para retomar la obviedad de que el Gobierno sufre como un perro callejero. ¿Saca las grandes cosas? Bueno, sí. ¿Se pelea con harta dignidad en las cifras macroeconómicas? Desde luego. ¿Mantiene un perfil alto en política exterior, la europea, sobre todo, clave para nuestro presente y nuestro futuro? Evidente. Pero el desgaste es innegable, y ese turbio espectáculo del Congreso todas las semanas, azuzado por la carroñera actitud de un PP echado al monte del odio y la manipulación, elevado al paroxismo por una prensa canalla, cada vez más insultante y vocinglera, les come por las canillas. Ante mil cañones por banda, diez mosquetes sirven de poco. Y no se nos olvida el Partido Judicial. Quiá. Frenen. Hagan el favor. Siéntense y repasen las tareas. ¿Estamos haciendo bien las cosas? ¿Tenemos bien engrasadas las relaciones internas de la coalición? ¿Los tratos con los aliados? Es más: ¿contamos con las personas adecuadas, los ministros saben hacer su labor y venderla, que para eso están? ¿Los encargados de dar la cara en el Congreso son los que deben hacerlo? ¿Qué hacemos con Yolanda Díaz? ¿Sabemos tratar con Puigdemont y su guardia pretoriana, mordisco aquí, tarascada allá? Y si dicho de manera figurada, faltaría más, ¿les rompemos los dientes en alguna ocasión, verde las han segado?  

Quizá no sea fundamental la aprobación de Presupuestos, cierto. Pero es absolutamente necesario que el Gobierno vuelva a transmitir autoridad, claridad de ideas y unidad de criterio. Mandamos nosotros y sabemos cómo hacerlo. Pongan fin, por favor, a esta tangana diaria de dimes y diretes, de miserias zarrapastrosas a las que la oposición quiere llevar la actividad política. El mundo es un horror, Trump lo llena todo, Europa se debate en cuestiones fundamentales, y a ellos les preocupa la factura del peluquero. 

Recobren fortaleza, levanten la mirada y vean un poquito más allá. Y háganlo hoy mismo. Hemos vuelto, deben gritar. El barro, para Mazón, Feijóo, Díaz Ayuso y Abascal. 

Adenda. Entre las brutales decisiones que está tomando el brutal Donald Trump se incluye el desmantelamiento -entre otros -del Departamento de Educación. Un organismo menor: el presupuesto asignado al departamento fue de 238.000 millones en 2024, lo que representa menos del 2% del presupuesto federal total. Cuenta con unos 4.400 empleados, la menor cantidad de cualquier departamento con rango de ministerio. Pero lo que importa es que estamos hablando de educación, ni más ni menos. Es posible que Trump no consiga su objetivo porque aún debe superar barreras parlamentarias y quizá judiciales. Pero conviene que recordemos un dato para saber con qué loco desatado nos jugamos los cuartos. Trump nombró como titular de ese Departamento el 3 de marzo a Linda Marie McMahon, una magnate de los combates de lucha libre profesional, esa pantomima grosera. ¿Verdad que con Trump la vida es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia, carente de todo sentido?

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