Los seres humanos hacemos la historia en condiciones independientes de nuestra voluntad.
El futuro de la Unión Europea depende de Ucrania
¿Puede sobrevivir la Unión Europea si no es capaz de mantener la independencia de Ucrania frente a la agresión de Rusia? Una vez que los Estados Unidos han decidido desentenderse del futuro de Ucrania, si este país no acepta los términos pactados entre Vladímir Putin y Donald Trump, la Unión Europea tiene que decidir si está dispuesta a enfrentarse a Rusia en solitario, con la finalidad de defender la independencia de Ucrania. No se trata de una opción, sino de una necesidad. El coste de la alternativa de permitir que Rusia imponga a Ucrania o su integración dentro de Rusia o una mutilación que la convierta en un Estado inviable conduce inevitablemente a un proceso de desintegración de la Unión Europea.
A partir del momento en que se deje caer a Ucrania, ¿qué credibilidad puede tener la Unión Europea? Y no sólo hacia fuera de sus límites territoriales, sino hacia dentro. ¿Con qué legitimidad se va a imponer la vigencia del derecho de la Unión, que es la única fuerza de que dispone? ¿Qué ocurriría si un Estado miembro decide desconocer una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea? ¿O no trasponer al derecho interno una directiva comunitaria?
Sin autoridad hacia el interior, no existe autoridad hacia fuera. O la Unión Europea es capaz de defender el principio de la integridad territorial de los Estados y de impedir la anexión de cualquiera mediante la fuerza, o no habrá ningún Estado que se sienta protegido por su pertenencia a la Unión.
Ciertamente, Ucrania no forma parte de la Unión Europea, pero permitir la anexión de Ucrania por Rusia sería interpretada como una capitulación no solamente de Ucrania, sino de toda la Unión. Con el aplauso de los Estados Unidos y con el desprecio de todos los demás países del mundo.
El protectorado por parte de los Estados Unidos nos ha hecho pensar que no tendríamos que enfrentarnos nunca más a una guerra en el continente. Han sido tantos los años en que hemos vivido bajo el paraguas de los Estados Unidos que se nos ha olvidado que Europa ha sido el continente en el que se han librado mayor número de guerras. Justamente por eso, tras la Segunda Guerra Mundial se inició el proceso de creación de las Comunidades Europeas en seis países occidentales, entre los que destacaban Alemania y Francia. El éxito de la operación condujo al paulatino ingreso de nuevos Estados hasta llegar a la construcción de la Unión Europea tras el final de la guerra fría.
Parecía que habíamos llegado a un punto de no retorno, que habíamos llegado al “fin de la historia”. De ahí que el despertar de dicha ensoñación nos haya sorprendido de la forma en que lo está haciendo.
O la Unión Europea es capaz de garantizar la independencia de Ucrania o será su propia estructura institucional la que acabará descomponiéndose, arrastrando en su caída al euro, que como toda moneda es una representación abstracta de la riqueza, que requiere de un poder político que la proteja. Sin el euro no se habría constituido establemente la Unión Europea tal como la hemos conocido hasta ahora, pero sin una Unión Europea capaz de tener una política exterior y una defensa propia, el euro se acabará haciendo añicos.
Sin dinero no hay Estado, pero sin Estado tampoco hay dinero. Nuestras sociedades descansan en dos abstracciones: el dinero y el principio de legitimidad democrática. Dichas abstracciones no pueden ser siquiera sometidas a discusión. En el momento en que no es así, desembocamos en el caos.
Me temo que no estamos muy lejos de ese horizonte, aunque depende de nosotros evitar dicho desenlace.
¿Puede sobrevivir la Unión Europea si no es capaz de mantener la independencia de Ucrania frente a la agresión de Rusia? Una vez que los Estados Unidos han decidido desentenderse del futuro de Ucrania, si este país no acepta los términos pactados entre Vladímir Putin y Donald Trump, la Unión Europea tiene que decidir si está dispuesta a enfrentarse a Rusia en solitario, con la finalidad de defender la independencia de Ucrania. No se trata de una opción, sino de una necesidad. El coste de la alternativa de permitir que Rusia imponga a Ucrania o su integración dentro de Rusia o una mutilación que la convierta en un Estado inviable conduce inevitablemente a un proceso de desintegración de la Unión Europea.
A partir del momento en que se deje caer a Ucrania, ¿qué credibilidad puede tener la Unión Europea? Y no sólo hacia fuera de sus límites territoriales, sino hacia dentro. ¿Con qué legitimidad se va a imponer la vigencia del derecho de la Unión, que es la única fuerza de que dispone? ¿Qué ocurriría si un Estado miembro decide desconocer una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea? ¿O no trasponer al derecho interno una directiva comunitaria?