Diez votos han bastado para constatar el poco poder que tienen los demócratas para frenar el avance de Donald Trump en el Congreso. El proyecto de ley presentado por los republicanos para financiar el gobierno hasta el 30 de septiembre había provocado fuertes divisiones internas dentro del partido, pero finalmente los demócratas han claudicado en la votación del Senado y han salvado al gobierno de Trump de un cierre. Para el líder de la minoría demócrata, Chuck Schumer, y otros nueve que han votado a favor de tramitar la iniciativa legislativa, se trataba de elegir el mal menor.
Desde hacía días, los demócratas se encontraban en una encrucijada envenenada. Si empujaban la administración Trump a un cierre de gobierno, el contexto era favorable para que el presidente dejara morir aquellos programas que no le interesaban mientras financiaba su agenda ultra a través de otras acciones legislativas. Incluso el cierre en sí, que supondría suspender a todos los trabajadores no esenciales hasta que hubiera un presupuesto, se alinearía con la contienda que Musk está librando para recortar la administración. Muchos de los despidos de las agencias federales en realidad son licencias administrativas o suspensiones de trabajo mientras se busca la manera de despedir a los funcionarios.
Por contra, si los demócratas se alineaban con los republicanos y claudicaban, aprobaban un presupuesto que aún daría más facilidades al republicano y a Elon Musk para continuar recortando dentro de la administración. Entre otras cosas, el texto presentado por los republicanos prevé mantener sin cambios el nivel de gasto del año pasado, aunque destinará 6.000 millones de dólares adicionales a Defensa. Para compensar, se recortarán 13.000 millones de dólares de otras partidas presupuestarias. Además, tampoco establece directrices para continuar financiando programas ya existentes que podrían quedar sin una nueva asignación de fondos al no ser prioritarios para la nueva administración.
Finalmente, diez demócratas que consideraban que elegían el mal menor han permitido avanzar el borrador presupuestario en una votación previa que requería una mayoría calificada. No solo han ayudado a alcanzar el umbral de los 60 votos, sino que lo han superado aupando el contador del “sí” hasta 62. Una vez el documento se ha sometido a votación final, donde solo se requería una mayoría simple, siete de los diez demócratas que habían claudicado han votado en contra en un gesto simbólico pero poco efectivo para aplacar la ira de los suyos. En cambio, ha habido dos demócratas que también han votado a favor de aprobar el presupuesto. El resultado ha sido de 54 votos a favor y 46 en contra. La única voz disidente que se ha escuchado dentro de las filas trumpistas ha sido la del senador de Kentucky, Rand Paul, que ha votado en contra de los intereses de su propio partido.
Lo cierto es que en la Cámara de los Representantes el texto llegó a aprobarse este martes gracias a que los halcones fiscales del partido republicano se tragaron sus propios principios en deferencia a Trump.
El texto que ahora debe firmar el presidente para convertirlo en ley también incluye una disposición que deja sin poder a los legisladores para forzar una votación que anule la autoridad del presidente para imponer aranceles y prevé unos 485 millones de dólares adicionales para el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas para ayudar a acelerar las deportaciones.
Además, el anteproyecto de ley también dispone un recorte de más de 1.000 millones de dólares del presupuesto de Washington D.C. para lo que queda de año fiscal. Justamente este mismo viernes, en una comparecencia desde el Departamento de Justicia horas antes, Trump anunciaba que usaría el edificio del Departamento de Comercio en Washington para instalar oficinas para el FBI con el objetivo de tener “una capital libre de crimen”. El recorte que prevé el presupuesto aprobado en el Senado probablemente implicará una reducción de funcionarios locales, incluidos policías.
El jueves, el líder de la minoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, ya había avanzado que votaría a favor del proyecto de ley. Schumer rompía así con la posición general de su partido y defendía que los demócratas no pueden permitir el cierre de gobierno, a pesar de que el miércoles defendiera lo contrario.
Schumer explicó en el pleno del Senado que allanaría el camino a los republicanos argumentando que, si los demócratas se negaban a hacerlo, esto llevaría a un cierre de gobierno que aún otorgaría más poder a Trump y a Elon Musk. Schumer dijo que en caso de un cierre del gobierno, Trump podría decidir “seleccionar qué partes del gobierno reabrir durante un cierre prolongado”. A pesar de ser una piedra en el zapato, el cierre de gobierno podría haber llegado a ser favorecedor para Musk y Trump en medio de los esfuerzos para desmantelar la administración.
Algunas voces dentro del partido Demócrata ya se habían rebelado contra el posicionamiento de Schumer, como fue el caso de la congresista Alexandria Ocasio-Cortez, que en la CNN dijo que sería un “error” no bloquear el proyecto de ley. “Espero que las personas que están considerando eso lo reconsideren”, dijo Ocasio-Cortez. “Lo espero de verdad. No creo que sea lo que los neoyorquinos quieren.” Tanto Schumer como Ocasio son congresistas para Nueva York.
La fotografía final que sale de la votación de este viernes no es nada favorable para unos demócratas que aún están calculando cómo empezar a hacer una oposición real a Trump. Desde que el republicano llegó al poder, la parálisis se ha apoderado del partido, que tiene que pensar estrategias no solo para intentar contener al presidente (que goza de una trifecta) sinó también pensar en cómo recuperar votos de cara a las elecciones de medio mandato.
En caso de que finalmente hubiera un cierre de gobierno, muchos empleados federales se les suspende temporalmente, lo que sumará más caos al que ya ha propiciado Musk con su asalto a las instituciones.