La despedida de los últimos delfines del Zoo Aquarium de Madrid, que dejaron las instalaciones en enero para dirigirse a otro zoológico de China, reabrió la caja de pandora sobre un recinto que surfea con dificultades la ola de los nuevos tiempos. No solo el apartado acuático, sino el conjunto de instalaciones de un complejo con más de medio siglo de historia.
“Al zoo de Madrid le quedan ya pocos años de concesión (es municipal privatizado), y creo que deberíamos ir hablando y reflexionando si lo vamos a renovar 25 años más, o vamos a clausurarlo definitivamente. Cerrar un zoo requiere años de planificación. Y pensar el día después”, expresaba desde su cuenta de X (antes Twitter) el concejal socialista Antonio Giraldo. En conversación con Somos Madrid, el edil socialista se explaya. Aunque más que detallar una posición firme, concreta la importancia de decidir con margen de acción.
“Hay que planificarlo para dejar de traer o de reproducir animales. En caso de una reformulación, se debe estudiar el nuevo enfoque, por ejemplo la posibilidad de convertir el zoo en un centro de acogida de animales, porque el único de Madrid con titularidad pública está saturadísimo”, apunta Giraldo. Y añade: “Muchas ciudades del mundo tienen debate sobre zoos urbanos, sobre si es el lugar más idóneo para encerrar animales exóticos o con cualidades determinadas. Otras suprimen determinadas zonas”.
La portavoz de Más Madrid en la Comisión de Cultura, Turismo y Deporte, Cuca Sánchez, considera el actual zoo de Madrid “anacrónico” y cree que “no puede continuar como lo conocemos ahora, debe reconvertirse”. Inaugurado en 1972, en su opinión la instalación “debe adaptarse a la realidad de la crisis climática que vivimos y por eso proponemos que sea un espacio para el rescate y la recuperación de animales silvestres heridos, decomisados o que necesiten algún tipo de ayuda”.
Una reconversión con precedentes
La edil recuerda que “Barcelona ya lo hizo, adhiriéndose (por iniciativa popular) al proyecto internacional ZOOXXI”. Este plan internacional aboga por “la reconversión de los parques zoológicos, con el objetivo de adaptarlos a la ciencia y a la ética actuales”. Frente a un “modelo mercantilista”, defiende pilares como la renaturalización, la ciencia ética, la educación sin exhibición o la democracia participativa en la toma de decisiones.
Giraldo cita el caso de Valladolid, donde Parques Reunidos S.A. decidió clausurar en 2007 el zoo de Matapozuelos-Valwo, y en cuya ubicación ahora tienen lugar campamentos juveniles de encuentro con la naturaleza. Parques Reunidos es precisamente el conglomerado empresarial que gestiona el zoo de Madrid. Creado en 1967 bajo el nombre Parque de Atracciones Casa de Campo de Madrid S.A., con el tiempo fue diversificando su actividad con parques de atracciones, centros de ocio y los propios zoológicos. Actualmente, gestiona más de 60 recintos en todo el mundo. En Madrid, está detrás también del Parque Warner, de Faunia y del Atlantis Aquarium de Arroyomolinos.
El portavoz socialista en la Comisión de Urbanismo (recuerda precisamente que el zoo es un recinto de interés arquitectónico) recalca que la mirada larga es necesaria para encarar un debate adulto, también a nivel interno: “En el Grupo Municipal Socialista debemos analizarlo en profundidad, pero está claro que hay que tomar una posición mucho antes de que venza la concesión debido a la cantidad de derivadas que entran en juego”.
Dicho vencimiento llegará en 2035, pero la previsión que requiere cualquier decisión hace que la posición del Ayuntamiento sobre el porvenir del zoo sea especialmente relevante. Por el momento, el área de Medio Ambiente, Urbanismo y Movilidad no ha respondido ninguna de las preguntas trasladas por este diario para conocer su postura.
Litigios y debates éticos
Pedro Pozas, director de Proyecto Gran Simio, aboga por un desmantelamiento en la línea del proyecto ZOOXXI: “Los zoos se tendrían que reconvertir. Ojalá no continúe, sobre todo en lo que respecta a las especies que están en peores condiciones, como los delfines. De hecho hemos pedido el cierre definitivo del delfinario”.
No en vano, la organización se enfrentó a los tribunales al zoo de Madrid debido al estado de conservación de estos cetáceos: “Nosotros cogimos el testigo de los comunicados publicados por otras entidades. Hablamos con un veterinario que se ratificó en su informe y acudimos al Seprona. Nuestra denuncia no fue estrictamente por maltrato, sino por utilización de delfines heridos y con un espacio insuficiente. Pedimos que los peritajes fueran de veterinarios independientes, pero al final lo llevaron a cabo empleados de la Comunidad de Madrid”.
Finalmente, la justicia desestimó el proceso: “No nos comunicaron el resultado de esas evaluaciones, la denuncia decayó y nos denunciaron por delito contra el honor”. Eso sí, Proyecto Gran Simio ganó la demanda posterior del zoo por difamación: “Nos pedían más de 60.000 euros, pero fueron perdiendo en distintas instancias y rebajando la cantidad, hasta que ganamos en el Supremo. El zoo tuvo que devolvernos los costos judiciales después de un litigio de tres años”.
El modelo de zoo que queremos es virtual, adentrarte en el mar mediante hologramas. A los niños les gustaría mucho más. Te metes dentro del hábitat de la gente y es mejor que ver un león cansado achicharrado al sol
Pozas aboga por reconvertir el recinto en un lugar de protección y restauración: “Los animales tendrían que ser reubicados en otros lugares, en santuarios. Que las jaulas queden vacías y los animales no se repongan, como siguen haciendo sobre todo con especias emblemáticas. También abogamos por el cierre de los delfinarios y por una reconversión en centro de rescate de animales autoctónos. Y por supuesto por el fin de la reproducción en cautividad, un gran negocio”.
“Las condiciones en las que tienen a gorilas y chimpancés son lamentables, desde luego sería una maravilla que se cerrara. Y esto aplica a los grandes simios, pero también del resto de especies”, opina este naturalista. Arremete además contra el carácter “falsario” de estas instalaciones: “Es inconcebible tener a los gorilas en tan poco espacio, sin intimidad, estando abierta hasta la zona donde duermen”.
El director de Proyecto Gran Simio habla de “animales estereotipados, cromos vivientes”. Lo explica así: “Se les ha ampuntado toda su cultura. No pueden cazar ni salir cuando deben, es un maltrato psicológico. El modelo de zoo que queremos es virtual, adentrarte en el mar mediante hologramas. A los niños les gustaría mucho más. Te metes dentro del hábitat de la gente y es mejor que ver un león cansado achicharrado al sol”.
La versión del zoo de Madrid: “Un ocio responsable”
Agustín López, director de biología del Zoo Aquarium de Madrid, atiende a este periódico para escenificar sus discrepancias con la visión de Pozas. Resalta las importantes iniciativas desplegadas por la institución: “Tenemos proyectos de conservación a medio o largo plazo, como el del panda gigante, lo que nos ha convertido en la institución más exitosa a nivel de reproducción del panda fuera de China”. También el progresivo fomento de “la parte de conservación y restauración”. Cita iniciativas de “cría internacional, de especies que no nos pertenecen, a través de la coordinación con zoos de primer orden”. Pero también “proyectos in situ como el del panda rojo, de los orangutanes o del lince ibérico”.
Destaca que pertenecen a la Asociación Europea de Zoos y Acuarios (EAZA), que establece inspecciones y auditorías periódicas para actualizar los contenidos e instalaciones de estos recintos. “Abogamos por un ocio responsable y suponemos arcas de biodeversidad, con especies que desgraciadamente no puede estar en otros entornos de la naturaleza”, apunta López.
“Llevamos a cabo una importante labor de conservación del acervo genético para su posterior reintroducción. Hemos pasado de la exhibición más clásica a proyectos que incluyen desplazarse a los lugares de origen, una colaboración que también es técnica y económica”, añade este biólogo. Deja luego una frase que es toda una declaración de intenciones: “Los santuarios reales son los zoos”.
Llevamos a cabo una importante labor de conservación del acervo genético para su posterior reintroducción. Hemos pasado de la exhibición clásica a proyectos que incluyen desplazarse a los lugares de origen, una colaboración que también es técnica y económica
En cuanto a la cuestión tecnológica, afirma que “la inteligencia artificial ya se utiliza en la extracción de pandas”. También “para viajar a Congo o al interior de los océanos a través de la realidad virtual”. No reniega de la visión del zoo: “La de un parque con especies emblemáticas que el público pueda ver en directo, especies que actúen como embajadores de sus lugares de origen”. Pero opina que este enfoque “es compatible con la tecnología, y colaboramos con empresas colaboradoras dedicadas íntegramente a ello, como WOW Emotions”. Admite que de momento los hologramas “no son una realidad tangible”, pero considera que “van a ser parte del futuro, mezclados con la exhibición de animales en muy buenas condiciones”.
López sintetiza su perspectiva con otra frase lapidaria: “Los zoos son seres vivos en sí mismos. No nos quedamos estancados”. Así, cree que el cambio de modelo ya se ha ido produciendo, pero de manera orgánica: “Antiguamente, queríamos más especies, ahora el lema es que menos es más. Menos cantidad pero con mejores condiciones, mejor atendidas y con más espacio. No estamos anquilosados en el tiempo y las personas que trabajamos en el zoo somos los primeros animalistas, porque a ellos consagramos nuestra vida”.
María José Luis Cerezo, directora de comunicación, aclara en primer término que el zoo de Madrid es “muy exitoso”. Procede después a cuestionar el potencial real de otros enfoques: “Se ha demostrado que los santuarios tienen escasa viabilidad. Los dos delfines enviados de Barcelona al Egeo fueron rechazados después de una investigación municipal, en la que se demostró que ese santuario no era viable. Los zoos somos quienes realmente ayudamos en la introducción y reintroducción de especies. Ninguna asociación animalista se ha puesto en contacto con nosotros para proponernos mejoras o ideas de cualquier tipo”.
La responsable de comunicación reprocha además a Pozas, sin mencionar explícitamente su nombre, su utilización de “información tergiversada y no bien intencionada”. Respecto al proceso judicial, asegura que se inicia con “una falsa denuncia por maltrato de 2016 que fue archivada esa misma semana por Seprona y por técnicos de la Comunidad de Madrid, que llevaron a cabo una inspección previa que no detectó irregularidades”.
“A raíz del traslado de los delfines a China, esa persona ha vuelto a usar esa información tergiversándola”, critica. En cuanto a la decisión del Supremo, expone que el tribunal “falló que prevalece un derecho absoluto como la libertad de expresión antes que el derecho al honor de un ente, una persona jurídica como es el zoo”.
Una alternativa en aras de la pedagogía y la diversión
Pozas no compra el discurso del zoo, ni que unos modelos más abiertos mejoren significativamente el bienestar de los animales. Considera que “Faunia es igual, por mucho que los ambientes estén más cuidados o sean más espaciosos”. Aboga asimismo por “cambiar la conciencia de la gente”. “La labor pedagógica, para la que se utilizaba por ejemplo a los delfines, puede hacerse con estas herramientas virtuales o con maquetas, sin desplazar miles de kilómetros a los animales”, apostilla. Lo resume con una máxima: “Más cultura y más diversión”.
Así, su pretensión es que el delfinario pase a funcionar como zona de hologramas, sonidos, vídeos y paneles informativos. Defiende que “eso no solo evita la explotación, sino que describe mejor cada especie”. Critica además la alimentación que han recibido estos animales, con “peces muertos cuando deberían comerlos vivos”. También que “aunque algunos delfines son nacidos en cautividad, otros provienen de su captura (Rusia, Japón, Cuba, Florida...)”.
Giraldo incide en una postura más cauta: “No sé si la mejor alternativa es la clausura o la transformación en otro tipo de zoo. Quizá hay que buscar convenios con otros zoos u otras ciudades, pero es cierto que la clausura puede ser traumática si se ejecuta de manera abrupta”. Sí pone dos ejemplos para ilustrar que hay modelos que quedan obsoletos: “En España superamos el debate de los circos con animales, prohibidos, y el de los animales vendidos en tienda. No creo que en el zoo de Madrid los animales estén en unas condiciones especialmente malas, es simplemente que existen problemas intrínsecos al propio cautiverio”. Concluye citando su experiencia personal: “De niño me encantaba, pero ahora lo veo diferente. Será que la sociedad va cambiando”.