Los tablaos flamencos de Madrid que adoran los turistas quieren españolizarse: “Es nuestra raíz, pero solo vienen 'guiris”

Cuentan que en sus escenarios se oyó por primera vez en público a Paco de Lucía interpretar Entre dos aguas, obra que le catapultó de joven promesa a leyenda. Aunque el flamenco toma fuerza en Andalucía o incluso en otros países como Japón y México, fue en Madrid donde muchos artistas en ciernes trataron de buscar su hueco en el mundo del flamenco. Este género está enraizado en España, pero atrae especialmente fuera de ella. Isabel Pantoja hizo su debut en el Corral de la Morería, uno de los locales más antiguos y afamados de la capital. Allí fue donde comenzó a bailar.

Desde entonces y hasta ahora, los tablaos flamencos han sido el principal sustento de músicos o bailaores y una parada habitual entre figuras internacionales que visitan la ciudad. He aquí la paradoja: es el bolsillo extranjero el que mantiene a flote un símbolo patrio. “El 90% son 'guiris”, resume Antonio Molina, alias El Choro, después de años sobre el escenario. Este onubense empezó a trabajar como bailaor para distintas compañías de flamenco hace más de dos décadas. Una de las primeras fue la del famoso coreógrafo Israel Galván, pero hoy él mismo viaja a bordo de su propio espectáculo.

Ha bailado en Japón, Nueva York, Chicago, Washington, Houston, Holanda, Francia, Dinamarca, Bélgica... la lista de nombres parece infinita. Y cuando actúa en Madrid, el escenario no es muy distinto: según él, pocos en el público hablan español y no son latinoamericanos. “Te paras a pensarlo y es una pena porque parece que nosotros mismos no lo valoramos. ”, considera. “Después de tanto tiempo aún no sé a qué atribuirlo... Podrían ser los precios, pero realmente el espectáculo en sí no es inaccesible”.

Echando un primer vistazo a los tablaos más conocidos de la ciudad, Torres Bermejas (también en el centro) ofrece pases para este domingo desde 38 euros, que incluyen espectáculo y consumición; el local 1911, para la misma fecha, permite acceder por 39. Eso sí, en la zona más alejada del escenario. El Corral de la Morería sube el precio mínimo hasta casi 50 €; pero aún así, el ticket final solo se infla si incluye cena. “También podría ser algo cultural, porque cuando he viajado a México he visto que allí ocurre lo mismo con los mariachis: a los que llegamos nuevos nos vuelven locos pero ellos muchas veces pasan del tema”, añade Molina.

“En España no siempre percibimos el flamenco como un arte tan influyente”, añade. Aunque también cree que esta tendencia cambia ligeramente desde que muchos artistas del panorama actual adoptan sonidos flamencos y los fusionan con otros estilos urbanos, en una resignificación de la música más tradicional. Rosalía o C. Tangana son los más conocidos por hacerlo, pero hay otros: “Israel Fernández también hace flamenco, pero le da otro toque; Yeray Cortés, que es gitano como nosotros, está ahora en boca de todos porque ha salido en un documental”.

Pero en los tablaos es donde realmente se estrenan, crecen y se mantienen. En España son la principal fuente de ingreso de los artistas, además de los espectáculos en teatros. Los segundos conllevan un despliegue mucho mayor: luces, dirección escénica, vestuarios... en el tablaos “es llegar unos minutos antes y subir a bailar”, bromea Choro. Pagan menos que en un teatro, pero llegan más ofertas. “Trabajo fijo en Madrid no hay. Tal vez hace años quedaba alguna opción, pero lo normal ahora es que te contraten por semanas o un mes entero”, aclara: “A veces tienen una parte fija del equipo y a cada espectáculo se van incorporando otros artistas”.

En el Corral de la Morería, por ejemplo, sí hay algunas caras recurrentes. Es un establecimiento que visto desde fuera parece pequeño, pero en el que tras pasar un recibidor inicial se abre un amplio salón coronado por un lienzo enorme. Pelando la pava es un cuadro de Juan Barba (Madrid, 1915) frente al que han actuado los mejores, pues enmarca el escenario de este antiguo tablao madrileño. En la entrada principal, donde se identifica a los asistentes, cuelgan de una pared las fotografías de una infinidad de artistas internacionales que lo visitaron o conocidísimos rostros del Hollywood de ayer y hoy.

Desde el otro lado: los dueños de los tablaos madrileños

Demi Moore, nominada a los Óscar por La Sustancia; Sarah Jessica Parker; Nicole Kidman, los Rolling Stones; Harrison Ford; Frank Sinatra; Green Day o incluso Karol G. Uno de los propietarios del tablao, Armando del Rey, resalta la infinidad de nombres extranjeros conocidos que acuden a estos espacios atraídos por el flamenco o por disfrutar de “una experiencia única” en el mundo. “Fuera de España hay mucho flamenco en los teatros, pero la intimidad de asistir a un local pequeño con espectáculos de calidad mientras cenas es algo más exclusivo”, determina el hostelero. La cocina del Corral de la Morería ha alcanzado la Estrella Michelín y tres Soles de la Guía Repsol, lo que incrementa el bolsillo medio al que aspiran con su clientela.

Su hermano, Juan Manuel, es además el presidente de la Asociación de Tablaos Flamencos de Madrid, una organización creada en 2012 para representar a los propietarios de estos espacios en la capital del país. Esta es, junto a Sevilla, Granada y Barcelona, una de las ciudades con más tablaos de España; aunque hay muchos distribuidos por todo el mapa, especialmente en la zona sur: Córdoba, Málaga, Jaén, Valencia, Cáceres... “En total rondaremos los 100”, calcula Juan Manuel del Rey. Tanto él como su hermano Armando han bebido de influencias flamencas desde pequeños. La bailaora cordobesa Blanca del Rey es la madre de ambos, y eso lleva a su hijo la siguiente conclusión. “El que monta un local de flamenco hace fundamentalmente por pasión”, concluye Juan Manuel.

El presidente de la asociación recuerda especialmente los estragos durante la pandemia. Cuando, como muchos otros negocios, pasaron grandes penurias económicas y vieron cerrar para siempre a varios de sus vecinos. En Madrid, por ejemplo, desaparecieron Casa Patas o El Café de Chinitas –ambos nuevamente en la zona Centro–, aunque el segundo volvió a abrir otro tablao dentro del mismo local. “En esa época hicimos un estudio de la situación del flamenco y vimos que el 90% del trabajo en el mundillo está aquí y no en los teatros”, expone.

El perfil de cliente: turista y extranjero (pero cada vez menos)

A nivel laboral, los artistas de los tablaos se rigen por el mismo convenio que el personal en salas de música o discotecas. Pero como lo habitual es la colaboración esporádica y no el personal fijo en plantilla, a veces sus condiciones quedan desdibujadas. En las tablas salariales de 2023, el sueldo base anual de un cantaor eran 17.844,63 euros, unos 1.200 al mes. Muy parecido era de los palmeros, aunque subía ligeramente con los solistas: llegaban a cobrar 25.775,58 € al año. Sin embargo, lo que más influye a la hora de la verdad son factores externos como, por ejemplo, el caché. Por otro lado está la clientela, cuyo perfil es algo más variado.

“Hay mucho espectador internacional, pero creo que cada vez se va consiguiendo que más público nacional se anime a asistir a los tablaos”, estima el copropietario del Corral de la Morería. En cuanto al poder adquisitivo, es algo que depende del espectáculo: “Hay sitios donde algunas entradas pueden conseguirse hasta por 20 euros. Si uno empieza a fijarse se da cuenta de que hay muchas opciones”. Coincide en que la emergencia de artistas potentes en la industria que rescatan el flamenco en el mundo mainstream capta el interés de un nuevo nicho. Pero termina atrapando “en todas las edades”.

“Más allá del turista vienen también familias, con miembros de distintas edades. Y eso es bonito porque el arte se adapta a todos”, reflexiona. La llegada paulatina de nuevos públicos más locales termina corriendo en el boca a boca y consigue, como efecto colateral, que sean los mismos tablaos que eligen los madrileños –o españoles de otras comunidades– los que luego llegan al turista: “No es un negocio fácil, pero sientes que una parte esencial de tu vida lo es también para la cultura en la que te has criado”.