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Los alumnos que estudian en euskera podrán realizar la evaluación de PISA de 2025 en castellano para sacar mejor nota

Begoña Pedrosa, con el entonces consejero Jokin Bildarratz en la presentación de la anterior evaluación de PISA

Iker Rioja Andueza

Vitoria —

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El Gobierno vasco ha explicado que, una vez más, los estudiantes del modelo D, con las asignaturas mayoritariamente en euskera y que representa a más del 80% del alumnado en Infantil y Primaria y del 70% en Secundaria, pueden realizar la prueba de evaluación de PISA en castellano si “previsiblemente” les permitirá obtener mejores resultados que en su lengua de estudios. Los del modelo B, bilingüe y que en muchos casos es mayoritariamente vascófono, realizarán sí o sí la prueba diagnóstica internacional en castellano al igual que los del modelo A, muy reducido ya en la enseñanza vasca. En el último caso conocido, seis de cada diez de entre quienes cursaban el D optó por el castellano, según el organismo ISEI-IVEI.

A instancias de EH Bildu, la consejera de Educación, Begoña Pedrosa, ha enviado al Parlamento Vasco información sobre las pruebas de PISA previstas para esta primavera entre los alumnos de 15 años. Son exámenes trienales. Medirán sus resultados en ciencias, matemáticas, lectura y la lengua extranjera. Un programa llamado ACER Maple selecciona “al azar” los centros educativos vascos que forman parte de la muestra. En la comunidad autónoma el 50% estudia en la pública y el otro 50% en la privada concertada, donde se aglutinan ikastolas, colegios religiosos y cooperativas.

Pedrosa indica que “los alumnos de los modelos A y B harán la prueba en castellano” sí o sí. En cuanto a los del modelo D, “el alumnado responderá a una serie de preguntas sobre la lengua familiar”. Si por sus características familiares esos adolescentes tienen más probabilidades de hacerlo mejor en castellano, se les permitirá optar por ese idioma. Explica el Gobierno que existe un sistema automatizado para determinar esa “lengua familiar” y que, después, los centros educativos pueden confirmar o no esa decisión “en función de su conocimiento del perfil de cada estudiante”. Ésa es la novedad de esta edición de PISA, que la última palabra corresponderá a los colegios y no al aplicativo informático exclusivamente, recalcan fuentes del Ejecutivo.

En todo caso, es algo que no pasa en el A. Si hubiese un caso de un estudiante de un entorno vascoparlante cursando un modelo de inmersión en la otra lengua oficial, no tendría esa posibilidad. El ISEI-IVE determinó que podrían rondar el 3%. Se trata, según Pedrosa, de realizar la prueba “en la lengua en la que previsiblemente mejor pueda demostrar sus competencias” el joven. El portavoz educativo de EH Bildu, Ikoitz Arrese, por el contrario, ha considerado “muy grave” esta medida y la contextualiza en una campaña “mediática, jurídica y política” contra el euskera. Cree que Educación compra ese “marco” de el euskera es un limitante y anuncia que pedirá “explicaciones” a Pedrosa en el Parlamento Vasco.

En diciembre de 2023 se presentó el último estudio PISA, cuyas siglas responden a Programme for International Student Assessment. Se correspondía con los exámenes realizados en 2022, ya que es trienal. Los datos -que no aparecen en la web del ISEI-IVEI- fueron los peores de la historia y coinciden con un retroceso general en España e incluso a nivel internacional. El entonces consejero, Jokin Bildarratz, que tenía como 'número dos' a Pedrosa, indicó que PISA solamente son “estimaciones” de una “muestra” y no una fotografía real de todo el sistema. Además, aparentemente la COVID-19 actuó como condicionante del rendimiento. Su conclusión fue que PISA no puede ser el único indicador de referencia. Ahora, otras pruebas diagnósticas tampoco están resultando excesivamente favorables para el sistema educativo vasco, que aprobó precisamente en diciembre de 2023 una nueva ley reguladora.

En esa norma se decidió mantener el sistema de modelos A, B y D, aunque la idea inicial era caminar hacia un marco único con una exigencia mínima de B2 en las lenguas oficiales y de B1 en la extranjera, generalmente el inglés. Los centros iban a tener autonomía para diseñar su propuesta en función de su realidad y necesidades. Ahora, a falta de los desarrollos reglamentarios, se ha optado por una fórmula que intenta mantener el equilibrio entre la elección de idioma y la superación de un sistema que ha generado segregación.

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