Esta joya medieval cerca de Zaragoza también es un paraíso para los amantes de los dinosaurios

Garras gigantes se hunden en el barro, dejando cicatrices en la tierra que el tiempo convertirá en fósiles. El suelo tiembla con cada pisada mientras la bestia avanza, su sombra deslizándose sobre la espesura prehistórica. Rugidos, carreras frenéticas, la eterna batalla por la supervivencia en un mundo gobernado por titanes.
Han pasado millones de años, pero el asombro por estas criaturas sigue intacto. Siguen dominando películas, libros y museos, pero hay rincones donde su legado es más que una historia: en Aragón, el pasado mesozoico sigue impreso en la roca, esperando a ser explorado.
Un viaje de 135 millones de años en solo cuatro kilómetros
A unos 40 kilómetros de Zaragoza, en la comarca de Campo de Cariñena, se encuentra Villanueva de Huerva, un pequeño municipio que alberga la única zona de icnitas de dinosaurio de la provincia. En los cerros de San Pablo y San Vicente, las huellas fosilizadas permanecen impresas en la roca, testigos de un tiempo en el que estos gigantes dominaban la región. Hace aproximadamente 135 millones de años, durante el Cretácico, este paraje fue escenario del día a día de distintos dinosaurios cuyos rastros aún pueden observarse hoy.
El Centro de Interpretación de los Dinosaurios (CID) se ha convertido en el punto de referencia para quienes buscan sumergirse en esta historia. Su colección de fósiles, cedida por el Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza, permite conocer en detalle las especies que poblaron Aragón. Pero la experiencia no se limita a la exposición.
La actividad estrella es la ruta guiada Vivir entre dinosaurios, un recorrido de cuatro kilómetros que atraviesa enclaves naturales como la Foz de Los Calderones y los sotos del río Huerva. En este sendero, la ciencia y la aventura se combinan para ofrecer una visión única del pasado.
La paleontología ha situado a Villanueva de Huerva en el mapa, convirtiéndola en un destino clave para quienes buscan una conexión directa con el pasado remoto de la Tierra. Aragón cuenta con otros lugares dedicados al estudio y exhibición de dinosaurios, como Dinópolis en Teruel, pero la singularidad de este municipio reside en la posibilidad de observar huellas reales en su entorno original.
La cara oculta de Villanueva de Huerva
La riqueza del municipio no se limita a los vestigios mesozoicos. Villanueva de Huerva es también un destino con un importante patrimonio histórico. La iglesia renacentista de Nuestra Señora de los Ángeles, con su torre mudéjar del siglo XVI, guarda en su interior retablos y un órgano de gran valor. A escasa distancia, un puente medieval del mismo siglo cruza el río Huerva, añadiendo un elemento arquitectónico a la visita.

Para los amantes de la naturaleza, el entorno ofrece paisajes que van desde meandros y foces hasta un pinar autóctono con árboles catalogados como singulares. Entre sus rincones más apreciados se encuentra la Fuente del Baño, cuyas aguas medicinales han sido utilizadas desde hace siglos.
Cómo llegar a un pasado mesozoico sin máquina del tiempo
El acceso a Villanueva de Huerva es sencillo en vehículo particular, con un trayecto de aproximadamente 40 minutos desde Zaragoza por la A-23 y la A-1101. Desde Huesca y Teruel, el viaje es algo más largo, pero sigue siendo una opción accesible para una escapada de un día. Para quienes prefieran una alternativa más activa, existen rutas de senderismo y ciclismo que conectan el municipio con otras localidades cercanas.
La atracción por los dinosaurios no se limita a la infancia ni a las pantallas de cine. En lugares como Villanueva de Huerva, la historia sigue escrita en la tierra, esperando a quienes quieran leerla.
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