CRÓNICA
Las familias que iban a ser desahuciadas en Gran Canaria se quedan tras un pulso ganado a la Sareb, que se abre a negociar alquileres sociales

Una de las afectadas por el desahucio anunciado por la Sareb posa con su bebé en brazos, sonriendo, tras conocer que no les desalojarán.

Gara Santana

13 de marzo de 2025 14:12 h

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Desde la tarde de este miércoles ya se sabía que el desahucio no se iba a ejecutar; la primera noticia se tuvo a las 14.00 sobre uno de ellos y la del resto de afectados, se tuvo a las 20.00 horas, cuando el departamento de prensa de la Sareb comunicó a este periódico que no se iba a desalojar a ninguna familia. “ A partir de ahora vamos a analizar de nuevo la situación de cada familia pidiendo la colaboración del Ayuntamiento y sus Servicios Sociales”, aseguraban en su email.

La noticia se hizo oficial este jueves. Una concentración de unas 30 personas, convocadas por la Asamblea Derecho al Techo, esperaba a que se hiciera oficial que ese día la Sareb no iba a disponer de los inmuebles ni a poner las alarmas que traía preparadas, porque las familias de Nicolás Estévanez se quedan.

La abogada de una de las familias afectadas, Isabel Saavedra Doménech, que desde hoy asume la tarea de asesorar y guiar en este proceso al resto de inquilinos del edificio, se mostraba satisfecha con lo que puede lograr la sociedad civil organizada cuando los desahucios “se ven y se conocen”.

“Gracias a la presión que se ha ejercido, gracias a los medios de comunicación, y, sobre todo, gracias a la valentía de estas familias ayer las 20.00 horas conocíamos que la Sareb paralizaba los desahucios y que se abre, y esto es muy importante a negociar alquileres sociales”.

Cuando Saavedra anunció a los vecinos y vecinas la confirmación de la suspensión del desahucio, la gente rompió a aplaudir gritando : ¡Solo el pueblo salva al pueblo“, entre risas, abrazos y alguna lágrima de emoción.

La vida continúa su curso, la puerta se cierra y ocho familias ya tienencuatro paredes donde contener el resto de problemas de la vida y duermen un poco más tranquilos. El edificio, por cierto, se llama Victoria.

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