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El escándalo Mardones puede traer factura política

En este periódico, en un anterior artículo, ya explicamos las circunstancias que rodean a José Ignacio Gómez Mardones, que aspira con 76 años a seguir perpetuándose en la Federación Vizcaína de Fútbol, donde “sólo” lleva 43 años (sí… frótense los ojos) haciendo y deshaciendo a su antojo, con corruptelas personales y familiares, sueldos estratosféricos injustificados y malas artes contra otros dirigentes y contra el fútbol vasco y, muy especialmente, contra la legítima oficialidad de la Selección Vasca de Fútbol-Euskal Selekizioa.
Un personaje del todo desaconsejable, oscuro, misógino y clientelista, asociado en su mandato a Luis Rubiales, que pretende sobrevivirle para no renunciar a los enchufes familiares (un hermano nombrado en el Comité de Competición y tres hijos colocados en la Federación) y continuar interfiriendo en la Federación Vasca a través de sus influencias madrileñas, donde, siempre por detrás, socava las decisiones y los intereses de nuestro fútbol.
Al que en el anterior artículo llamé “el gato en la cortina” ha venido cobrando 90.000 euros de la Federación Española sin obtener la previa y preceptiva aprobación de la Asamblea de la Vizcaína (por ser fondos madrileños que se dirigen de modo subvencional a las Federaciones Territoriales para su asignación), y otras cantidades desde la Mutua Española de Futbolistas, sin saberse exactamente por qué funciones y por qué real dedicación.
Ante esas graves irregularidades nadie ha movido un dedo hasta ahora, como tampoco por el hecho de que, frente a lo que recogen expresamente las leyes deportivas (no digamos los códigos eticos de los que nuestros dirigentes hacen hipócrita gala), haya colocado a la prole en la Federación, incluido el precitado hermano al frente de un Comité de Competición, conocido por su laxitud y flexibilidad a la hora de poner y quitar sanciones, lo que tiene descarado reflejo en los apoyos electorales de ciertos clubes, que algo tendrían que explicar a sus socios. Empezando por el decisivo: el Athletic Club.
Constan dos denuncias presentadas ante la Diputación Foral de Bizkaia y ante el Gobierno vasco, cuyas copias obran fehacientemente en este medio de comunicación, así como en la junta directiva del Athletic Club. Me he ocupado personalmente de ello.
Va siendo hora de que, de una vez por todas, el mayor club de fútbol de Bizkaia (y de Euzkadi) vaya tomando una inequívoca postura al respecto. De hecho, es sabido que el ínclito Mardones no es bienvenido por la Asamblea de Compromisarios del Athletic Club, a la que no ha asistido en sus dos últimas convocatorias por las causas que fueren (o se invente el personaje en cuestión). De igual manera, solicitaremos que, en el caso de que nadie tome cartas en este oscuro asunto, muchas y muchos socios-compromisarios del club nos volveremos a preocupar para que semejante personaje tampoco asista a la próxima Asamblea Ordinaria.
Y siempre lo haremos utilizando los mismos argumentos que, no por repetitivos, dejan de ser muy graves: una persona que aplaudió con las orejas el misógino discurso de Rubiales y un señor que ha puesto y pone todos los palitos en las ruedas contra la oficialidad de Euskal Selekzioa sencillamente no tiene cabida en una Asamblea del Athletic Club: ni por lo de “Gure Estiloa”, ni por lo de “Unique in the World”, ni por niño muerto. Este tipo de personas han de ser desterradas de esas asambleas sin necesidad de que nos tengamos que desgañitar, año tras año, para pedir su no presencia que, afortunadamente, hasta la fecha, la Junta Directiva ha tenido en cuenta.
Pues bien, ha llegado a nuestro conocimiento el que este escarnio puede por fin acabar. Eso sí, a las malas. Parece que algún club miembro de la Asamblea de la Federación Vizcaína ha decidido denunciar formalmente todas estas irregularidades, planteando, en primer término, y con los Tribunales de Justicia de fondo, la intervención directa de las Administraciones deportivas vascas competentes. Porque tanto la Diputación Foral de Bizkaia (en las personas de su diputada de Deporte, Leixuri Arrizabalaga, y su director, Carlos Sergio, cercano a Mardones), como el Gobierno vasco (en las personas de la consejera del ramo y vicelehendakari, Ibone Bengoetxea, y el director de Deportes, Gorka Iturriaga, alias el sonrisas) están obligados, por imperativo legal, al control y supervisión de las federaciones deportivas de su ámbito y, en este caso, a poner de una vez pie en pared ante la continuada acción nepótica y clientelar de este virrey, que quiere continuar, sin el menor rubor, con sus canonjías hasta cumplir cerca del medio siglo al frente de un ente que se confunde con su clan, con el apoyo y mirada hacia otro lado de clubes y de los irresponsables responsables políticos.
Estas denuncias pueden suponer (de lo contrario, esas Administraciones se harían una especie de harakiri) que, por fin, nuestros políticos deportivos (eventualmente nacionalistas), aquéllos que parecen limitarse a repartir dineros y a sonreír en mil y un actos, y que de vez en cuando se pasan por el despacho para no hacer lo que tienen que hacer, se den cuenta de las consecuencias de la situación y sí, que actúen de una vez, aunque sea a rastras.
Pero ¿cómo? Pues con algo tan sencillo como instar al insaciable y depredador Mardones a que dé un paso al lado y se aparte de una p--a vez de la Federación Vizcaína de Fútbol, so pena de que tenga que responder con su persona y patrimonio de las regalías indebidamente percibidas y de los privilegios gozados, pues las acciones judiciales parecen estar en camino.
Poca broma. Poca para “Iñaki”, pero también para los obligados a frenar la degeneración federativa protagonizada por la varita mágica del Gandalf afiliado a EAJ-PNV en Errekalde-Bilbao. O se aparta “voluntariamente” Mardones; o le apartan unos políticos que, si no, tendrían que responder personalmente por su inacción, o, al final, lo acaban haciendo los Tribunales de Justicia ordinarios, con serias consecuencias para el perpetrador de la barba blanca y también para los de la sonrisa Profidén y el cuello distraído.
Que nadie pase por alto que estas cosas suelen tener su repercusión a la hora de poner unas urnas ordinarias ante la ciudadanía, o unas urnas en una asociación deportiva como lo es el Athletic Club. Y es que, para 'mentes dispersas', ya estamos otros capaces de repetirnos más que el ajo cuando sea menester (como cualquier tipo de elecciones). La cuestión es evitar el 'olvido' y, máxime, el intencionado… ése que conocemos como el de “esto, en cinco días se olvida”.
Pues va ser que no y, como dice el sabio refranero, a buen entendedor…
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