Feijóo y su pareja, vistos por los vecinos del chalé que todos querían: “Tienen privilegios que nosotros nunca tuvimos”
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“A mí no me tocó la lotería, que desde pequeniña siempre quise tener esa casa. Y, como yo, todos los de aquí”. Conchi señala la vivienda de lo alto de la colina, el chalé de Eva Cárdenas, actual pareja de Feijóo, y su enclave privilegiado sobre la ría de Vigo. “Me encantaba. Estuve dentro de niña y todo eso ya estaba igual. Lo que no sé es si era ilegal o no”. La mujer indica ahora el muro de piedra que cierra una parcela de 210 metros cuadrados sobre la playa de O Con, en Moaña. Un terreno de dominio público, continuación natural del deteriorado mirador que finaliza de forma abrupta contra el tabique de bloques que delimita la finca, ese espacio que la pareja de Alberto Núñez Feijóo reclama poder disfrutar de forma privada hasta 2037.
O Con es una tira de arena de 300 metros de largo en el límite urbano de este municipio de O Morrazo, una península en las Rías Baixas, de casi 20.000 habitantes. Comienza en el puerto y finaliza en la llamada Punta Cortés, sobre la que está la casa de Eva Cárdenas. Esta zona de la parroquia de Tirán —conocida por su club de remo, tres veces campeón de España de traineras— posee un topónimo que ya nadie recuerda porque todos se refieren a ella como O Fiunchal. Ése era el nombre de la casa y llegó a serlo, también, del equipo de fútbol del barrio. No era, por tanto, una construcción cualquiera en un lugar acostumbrado a acoger veraneos de alcaldes, diputados, contraalmirantes como Méndez Núñez o los descendientes de Concepción Arenal.
Parece un entorno adecuado de descanso para un expresidente de la Xunta, hoy líder de la oposición en España, y su pareja. Pero no todo es de color de rosa. “Ellos tienen privilegios que nosotros no tuvimos”, se queja María, la vecina más próxima al chalé. “Aunque quiso taparlo, se ve que le dio un alto más a la casa, tiene piscina... tiene todo lo que los que estamos alrededor no podemos”. Esa altura, según cuenta, se ganó en la reforma del tejado. “Antes era plano y cuadrado por arriba y tenía una figura de una paloma en cada esquina, ¿no te acuerdas?”. El interlocutor de María, Xesús, trata de hacer memoria, sin conseguirlo. Él cree que tanto la compra como las reformas del inmueble están rodeadas de “oscurantismo”.
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La puerta que nunca se abre
Xesús rememora al propietario histórico de la casa, al que todos se refieren por su apellido: Porto. “Era muy discreto. Cuando había pleamar, sacaba por la puerta una embarcación que tenía y salía a remar, él solo”. Conchi recuerda con especial cariño a su sobrina, a la que veía con frecuencia en la finca o en la playa con sus amigas. “Todos disfrutaron de la parte baja [el punto del arenal a la que se accede directamente desde la zona en litigio de la finca], pero estos no. No usaron nunca el portal”. Son varios los vecinos que respaldan la afirmación de Conchi: nunca han visto a Feijóo ni a Cárdenas utilizar ese acceso privilegiado en sus días de verano.
“Durante mucho tiempo”, añade Xesús, “los herederos de Porto se negaron a vender”. Asegura que Feijóo ya había intentado antes hacerse con la casa, sin éxito. “Siempre le gustó mucho Moaña”. En esa época, era habitual verlo en la terraza del restaurante Marusía, una espectacular plataforma levantada sobre la playa encima de pilotes. Se convirtió en un icono de la costa y el escritor Domingo Villar la aprovechó como uno de los escenarios de su novela O último barco. En enero de 2023, tras dos años de litigios, Costas obligó a su propietario a desmontarla.
“Sí, sí: todo el empeño era de él”. María no tiene dudas. Aunque la propiedad figure a nombre de Cárdenas, era Feijóo el que quería esa casa. No habla de oídas, o no exactamente. “Un sábado, yo estaba fregando el portal de casa con mi prima y ya paró y me preguntó si sabía si vendían. Como le dije que no, me contestó: 'pues cuando lo sepas avísame'. Sí, aviso, ¿pero dónde?”, se ríe.
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A María fue su hija quien le contó este miércoles el tira y afloja de sus vecinos con el Servicio Provincial de Costas de Pontevedra. En noviembre, este departamento inició un expediente para recuperar el terreno, ya que la concesión había expirado en 2007. La pareja de Feijóo alegó pidiendo que se prorrogase por 30 años a partir de esa fecha. María pone los ojos en el mirador da Masandía, que así se llama ese paseo que llega hasta el tabique de O Fiunchal. En Google Maps lo identifican como “temporalmente cerrado”. Unas vallas de obra oxidadas y tiradas en el suelo indican que lo estuvo oficialmente. Hoy la maleza lo hace casi impracticable para los que eran sus principales usuarios: jóvenes y parejas que buscaban discreción. A su lado, por comparación, la hierba descuidada y cubierta de hojas de árboles del interior de la finca parece un campo de golf.
El aspecto del muro es todavía más preocupante desde la playa. El mirador muestra serios desconchones y amenaza con venirse abajo desde que se precipitaron los primeros cascotes, hace casi un lustro. Desde entonces, un cartel y una cuerda con corcheras prohíben el paso a ese tramo de arenal, el que finaliza ante el acceso privado a la finca de la pareja de Feijóo. Los escasos paseantes matutinos este jueves no le hacen caso. Se mantienen prudentemente apartados mientras hacen gestos hacia el chalé y comentan sus tribulaciones legales.
“Estaría todo mejor si Costas cogiese el tramo completo, lo arreglase y lo adecentase”, reflexiona María. “Que hiciese una alameda o una terraza hasta allí” —añade, señalando el final de la finca de Cárdenas—, “porque está todo muy abandonado y muy mal”. “No entiendo lo que pasa con la casa, pero lo que sí entiendo es que este muro hay que arreglarlo porque está cayendo”, sentencia Conchi. “En lo demás, no entro”.
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Un único mirador
Desde la arena de la playa, unificar las dos partes del mirador —el público y el de la finca de Cárdenas— parece una opción lógica. Es la que defiende el ayuntamiento de Moaña, gobernado con mayoría absoluta por el BNG. La alcaldesa, Leticia Santos, se muestra muy prudente. Ni siquiera confirma si van a presentar alegaciones contra la solicitud de la pareja de Feijóo. Se limita a decir que lo están “valorando”. Pero sí quiere que el Ministerio repare el muro y dice estar a la espera de una reunión para tratarlo con la directora general. “Para nosotros, sería importante que Costas recuperase el dominio para unir ambos espacios”, asegura a elDiario.es
El tablón de anuncios del hall del Ayuntamiento muestra, en su esquina inferior derecha, la página del BOE con el anuncio del Ministerio para la Transición Ecológica, del que depende Costas, de la apertura del procedimiento y el plazo de 20 días para alegar. El PSOE de Moaña no piensa agotar el plazo. “No vamos a presentar alegaciones porque sea la mujer de Feijóo; es que consideramos que el dominio público tiene que estar a disposición de todos los vecinos. Nos da igual que se llame Eva Cárdenas que Elon Musk”. El único concejal socialista, Mario Rodríguez, criticó la tibieza del Gobierno local. “El papel de la administración local tiene que ser luchar por el bienestar de la ciudadanía y eso pasa por recuperar terreno público para que sean espacios de disfrute de todos”.
“No estamos en la Edad Media, cuando el señor feudal hacía lo que le daba la gana”. Tras vincular a esta situación el hecho de que el arquitecto municipal “salió corriendo” y “abandonó su plaza” hace dos meses, defiende la oportunidad de “una vez recuperado el terreno” convertir el conjunto en “un gran mirador o prorrogar el paseo”. Ese paseo que ahora muere contra el muro de O Fiunchal, el nombre de siempre de la residencia de verano de Feijóo y su pareja.
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