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CRÓNICA

Mucha pelea, poca información nueva sobre gasto militar, lo de siempre en el Congreso

Pedro Sánchez en su discurso ante el Congreso.
26 de marzo de 2025 22:35 h

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Cualquier persona interesada en saber cuál será el papel de España en la defensa de Europa y hasta qué punto habrá que aumentar el gasto militar tendría motivos para haberse puesto delante de la televisión o el ordenador y presenciar la comparecencia del miércoles de Pedro Sánchez en el Congreso. No era necesario que tuviera a mano un mapa de Europa e ir marcando los puntos de despliegue de las tropas españolas y montarse su Risk particular. Seguro que hubiera acabado la sesión mirando al techo y preguntándose cómo es posible que al final supiera lo mismo que al principio. Es decir, no mucho.

Ni siquiera los gobernantes tienen respuesta a las cuestiones que definen la seguridad de Europa en un momento en que todo aquello que parecía seguro se ha convertido en un enigma. Pero hay un mínimo por debajo del cual los ciudadanos tienen motivos para sospechar que les están engañando o que al menos no les están contando la verdad. Tienen derecho a saber en qué se va a utilizar ese dinero que salga de sus impuestos. Cuando los gobiernos anuncian un aumento del gasto en sanidad, educación o transportes, de inmediato se conoce en qué se va a emplear esos fondos. Con el gasto de defensa, el nivel de transparencia se reduce al mínimo. Cualquiera diría que todos somos espías rusos en opinión de los gobiernos.

“Vamos a salir más fuertes”, dijo Sánchez al principio con ese optimismo del que hizo alarde en la pandemia de forma muy prematura. Afirmó que Europa ha superado todas las crisis desde 1945 y se ha hecho más fuerte. Sin embargo, a la hora de cuantificar el aumento del gasto militar que exige, el presidente no quiso concretar nada ni explicar en qué se va a emplear ese dinero. Cómo se van a modernizar las Fuerzas Armadas, si los efectivos militares tendrán que aumentar o en qué sistemas de armamento España debería invertir. Dijo que unos países citan el 2% del PIB como gasto mínimo en defensa –eso es lo único a lo que se ha comprometido–, y otros el 3% o el 5%. “Son especulaciones”, afirmó, lo que es muy discutible.

Ursula von der Leyen presentó este mes un plan de rearme con una cifra global de 800.000 millones de euros y la propuesta de que cada país aumente el gasto militar en un 1,5% del PIB, bien entendido que es a partir de ese 2% de incremento acordado en una cumbre de la OTAN en 2014. Varios gobiernos han planteado como objetivo llegar al menos al 3% del PIB. Sánchez no entra en ese debate en público, pero no puede decir que son “especulaciones”, sino planes que ya están sobre la mesa de los gobiernos y argumentos que se han plasmado en discursos y declaraciones a los medios.

Había algo sospechoso en el discurso de Sánchez. Nada de sacrificios. Comparó estos momentos con la pandemia, pero hay que recordar que él explicaba entonces con bastante detalle los costes personales y colectivos que había que asumir. No se sabe aún de dónde saldrá el dinero extra, pero él se comprometió a que no se conseguirá “en detrimento del Estado de bienestar”. España cumplirá sus compromisos con la UE, pero lo hará “sin tocar un euro de gasto social y gasto ambiental”.

Para justificar una promesa tan arriesgada que otros gobiernos ya han dicho que sería irreal, Sánchez recordó que España ha aumentado en 10.000 millones el gasto de defensa en los últimos años, pasando del 0,9% del PIB –ahí lo dejó el Gobierno de Rajoy– al 1,2% en 2023. Al mismo tiempo, se ha aumentado en 120.000 millones el gasto social, explicó. Pero ese ritmo de 10.000 millones anuales no alcanza el nivel que exige la Comisión Europea.

Quien también podía clarificar el debate era Alberto Núñez Feijóo al explicar cómo cree su partido que debería aumentar el gasto militar. Tampoco lo hizo. Se limitó a afirmar que está a favor de que se alcance el 2% del PIB. ¿Lo apoyará si la cuestión depende de una votación en el Parlamento? Por lo que dijo, no. Sus socios del Partido Popular Europeo se quedarán algo perplejos al comprobar que da prioridad a acabar con Sánchez por encima de hacer frente a la amenaza de Putin: “Usted tiene claro que el PP dirá que sí a todo. Será una broma, ¿no?”. Volvió a insistir después: “Si pretende que el PP sea su socio auxiliar, olvídese”.

En el apartado de las cosas que se le ocurren a un asesor de Feijóo y que sorprendentemente terminan apareciendo en un papel en sus manos, el líder del PP exigió que el jefe de Estado Mayor de la Defensa y la cúpula militar se reúnan con “el principal partido de España”. Se refería al suyo. ¿Estará proponiendo que generales y almirantes pasen el platillo ante todos los grupos parlamentarios para recibir más dinero o es que él cree que tiene derecho a mantener una interlocución directa con los ejércitos?

La izquierda prefirió hablar de la OTAN. Verónica Martínez, de Sumar, rechazó “la lógica imperialista” que se extiende por Europa y afirmó que la UE también significa aumentar los derechos humanos, el feminismo y el antifascismo. Dedicó las críticas más duras a la OTAN, de la que dijo que “está en muerte cerebral”, que es “una estructura obsoleta” y que hay que ignorarla porque es “un zombi”.

El problema es que no es la OTAN, sino la Comisión Europea la que está haciendo la presión más intensa sobre los gobiernos para que eleven los fondos dedicados a defensa. Es Von der Leyen quien cuenta con el poder suficiente para afirmar que se ha acabado la era del “dividendo de la paz”. En estos momentos, España no está condicionada por la OTAN, sino sobre todo por la UE.

La portavoz de Sumar dejó claro que la visión de su grupo es totalmente opuesta a la de Sánchez. Dejó un resquicio para los próximos meses. “Europa no necesita aumentar su gasto militar por encima del 2%”, dijo, con lo que hay que deducir que no se opondrán a llegar a ese nivel.

Podemos fue aún más agresivo y siguió en su línea de llamar “señor de la guerra” a Sánchez. Ione Belarra dio por hecho que habrá recortes como en 2011, por el Gobierno de Zapatero. Sánchez le recordó que su Gobierno ya aumentó el gasto militar en 10.000 millones cuando Belarra era ministra y no protestó por ello.

La líder de Podemos planteó una cuestión certera que los gobiernos europeos prefieren obviar: “Rusia no ha podido ganar la guerra en Ucrania en tres años” y no es realista pensar que vaya a invadir otro país. En cualquier caso, pocos dirigentes europeos pueden saber lo que pasa por la cabeza de Putin.

El debate sirvió fundamentalmente para que Sánchez y Feijóo mostraran lo mucho que se desprecian. En la réplica, Sánchez dedicó un larguísimo espacio de tiempo para atacar a su rival. Con mucha diferencia, habló más de Feijóo que de Putin. Feijóo hizo como si Putin y Trump no existieran o fueran poco relevantes. El del PP habló de Ábalos y de Junts. El presidente se ocupó de Mazón. Feijóo le llamó “faltón, chulesco y desencajado”. Sánchez calificó el discurso de su adversario de “espectáculo de variedades”.

Y esto es lo que en el Congreso de los Diputados se llama un debate de política exterior. Para la imagen de la política española, hubiera sido mejor que todos los corresponsales extranjeros libraran este miércoles. Cabe la posibilidad de que aspiraran a presenciar otro tipo de debate.

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