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El PP hace equilibrios entre el Gobierno y Vox ante la guerra comercial de Trump

Feijóo, en el foro Wake Up Spain, el pasado jueves.

Aitor Riveiro

6 de abril de 2025 21:43 h

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El PP quiere mostrarse como un partido de Estado ante la guerra comercial abierta por Donald Trump contra todo el mundo y tender la mano al Gobierno en la reacción que negocian con la UE. También quiere hacer oposición interna a Pedro Sánchez, a sus ministros y a los socios parlamentarios del Ejecutivo. Y, a la vez, arremeter contra Vox –con quien sigue compartiendo gobiernos municipales y necesita para mantener ejecutivos autonómicos– por defender la acometida del presidente de EEUU. Un complicado equilibrio con el que Alberto Núñez Feijóo espera emerger como el líder que necesita España para afrontar una crisis de consecuencias, hoy por hoy, imprevisibles.

Al líder del PP solo se le ha escuchado una reflexión tras los anuncios del llamado ‘Día de la Liberación’, el 2 de abril. Fue a primera hora del jueves, en un evento informativo titulado 'Wake Up, Spain', antes incluso de la declaración institucional del presidente del Gobierno. 

“No es un día de liberación, es un día de preocupación”, afirmó, en el arranque de una intervención en la que arremetió contra el Gobierno y contra Vox. En seis tesis, Feijóo aseguró que “ningún patriota puede respaldar ni minimizar esta decisión salvo que sirvan a intereses diferentes a los de la nación”. Un mensaje indirecto, pero claramente dirigido a los de Santiago Abascal, que no han dudado en defender las maniobras de Trump.

A renglón seguido, Feijóo reclamó una “respuesta” de Europa, aunque llamó a evitar una “guerra” con EEUU. “No debemos renunciar a negociar una desescalada”, dijo, para sostener que “es el país con más inversiones españolas”, y que Trump debe asumir los aranceles europeos si mantiene los suyos.

“No comparto el silencio connivente de Vox, pero tampoco la confrontación del PSOE”, planteó, en un intento de situarse a medio camino de ambos partidos. Feijóo exigió una “respuesta urgente” del Gobierno central, pero sin “reaccionar en caliente” ante los riesgos que se pueden producir “para la seguridad nacional”. 

El presidente del PP renegó del acercamiento a China con el viaje que Sánchez emprenderá esta semana, y planteó sustituir el marcado estadounidense por Mercosur, el mercado interno de la UE y la India. “Mi partido sigue defendiendo el atlantismo”, dijo. Y concluyó con un alegato en favor de la energía nuclear. La intervención de Feijóo fue solemne. “Demasiadas veces se ha hecho política interna con la política externa. Pido que no se caiga en la tentación otra vez porque nos jugamos mucho”, aseguró, con tono de líder de un partido de Estado.

Pero inmediatamente arremetió con dureza contra el Gobierno. “Es uno de los mayores agentes de inseguridad, viven en la incertidumbre constante por su debilidad, los problemas de la coalición y los problemas judiciales”, apuntó, para acusar a Sánchez de generar “desconfianza externa e interna”. Feijóo acusó al Gobierno de “no hablar” de la guerra comercial, de enfrentar a los españoles o de atacar a la universidad privada. Y concluyó: “España tiene que despertar”.

Críticas a Sánchez y a Montero

Esa es la posición del líder del PP. Feijóo no ha vuelto a opinar en público ni tampoco ha reaccionado al paquete de ayudas de más de 14.000 millones prometido por Sánchez, la ronda de contactos con los grupos parlamentarios, ni la inclusión de las comunidades autónomas en las conversaciones preparatorias de la respuesta a EEUU. Nada.

La relación entre ambos está rota, tal y como reconocen en la cúpula del PP, y ambos han delegado en segundos niveles la interlocución. Mientras Sánchez sí asumió en primera persona las conversaciones con los grupos para definir la nueva política de defensa, ahora ha elegido al ministro de Economía, Carlos Cuerpo, para llevar las conversaciones.

Cuerpo convocó el mismo jueves al PP a una reunión que se prolongó durante dos horas, más del doble de lo dedicado a otros grupos parlamentarios. Pese a la duración del encuentro, el vicesecretario económico del PP, Juan Bravo, la despachó el viernes sin darle mucha importancia. Él optó por criticar la ausencia de María Jesús Montero en la reunión. La vicepresidenta primera y ministra de Hacienda será la rival del que fuera jefe del hoy dirigente del PP, Juan Manuel Moreno, en las próximas elecciones andaluzas.

“Vamos a colaborar con el Gobierno, no con Sánchez”, añadió, para arremeter contra la falta de Presupuestos Generales del Estado. También despreció el paquete de ayudas comprometido por el presidente, ya que, dijo, de los 14.000 millones “solo 400 son a fondo perdido” y “el resto son préstamos, avales o créditos”. Sin citar apenas el contenido de la reunión con Cuerpo, Bravo también criticó el “plan embrionario” que presentó Sánchez. “No es la respuesta que están pidiendo los empresarios”, aseguró. 

Distancia con Vox

En esa estrategia para situar a Feijóo en la supuesta centralidad política que hay entre el PSOE y Vox, el PP ha optado por ahondar en las críticas a su todavía socio en comunidades autónomas y ayuntamientos de todo el país.

En el PP ven a Santiago Abascal fuera de juego desde que Trump accedió a la Casa Blanca y comenzó a hacer aquello que había prometido. Pese a que Abascal aseguró que el presidente de EEUU salvaría de los aranceles a países con gobiernos amigos, como la Italia de Giorgia Meloni, la realidad es que apenas Rusia y Bielorrusia han quedado al margen de las medidas. 

Si Feijóo apenas ha hecho una intervención sobre los aranceles, Abascal ni siquiera ha comparecido para dar de viva voz su opinión y se ha limitado a un tuit en el que acusa a PSOE, PP y Ursula von der Leyen de provocar la reacción de Trump, quien dedicó unos arrumacos dialécticos al líder de la extrema derecha española en una de las muchas fiestas que organizó tras su investidura.

En la dirección nacional del PP han detectado en las últimas semanas un parón demoscópico de Vox, que no solo ha detenido su ascenso en las encuestas, sino que empieza a descender. En el 13 de la calle de Génova de Madrid creen que la ruptura de Abascal con Meloni y su grupo en Europa, su acercamiento al húngaro Viktor Orban, (incluida la financiación del propio partido con dinero de un banco de ese mismo país), y su defensa de Donald Trump van a lastrar a extrema derecha, que ya ha perdido significativos apoyos en uno de sus caladeros, si no de votos sí de discurso: el campo.

En el PP creen que ni siquiera el pacto presupuestario en la Comunitat Valenciana ha revitalizado a los de Abascal y el partido de los populares azuza para cerrar los acuerdos que tenían a punto en Murcia y Aragón sin rendirse a las exigencias de Vox, como sí hizo Carlos Mazón.

Feijóo se rodea de sus comunidades

Feijóo romperá su silencio el lunes, cuando reunirá en su sede a los consejeros autonómicos del PP relacionados con asuntos comerciales, así como a “representantes de las organizaciones más afectadas por la nueva política de aranceles del Gobierno de EEUU”, según comunicó el partido este viernes.

El líder del PP quiere poner sobre la mesa “la capacidad ejecutiva y legislativa del PP” para lo que necesita, sí o sí, la participación de sus barones autonómicos sin los que poco tiene que ofrecer a esos sectores afectados. Su capacidad de maniobra en el Congreso es limitada y depende siempre de Vox y algún otro grupo parlamentario como Junts. Y la mayoría absoluta del Senado le da poco margen de actuación porque luego todo tiene que ser refrendado en la Cámara Baja.

Feijóo intenta emerger así como un poder alternativo al que tiene Pedro Sánchez, con consejeros autonómicos en vez de con ministros y reuniéndose con asociaciones empresariales para recabar sus necesidades. Mientras, dice seguir “tendiendo la mano” a un presidente del Gobierno con el que no existe la más mínima afinidad política ni personal.

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