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CRÓNICA

El toro de la extrema derecha no engaña: quiere secuestrar a Europa

Wilders, Le Pen, Abascal y Orbán en la cumbre ultra de Madrid.
8 de febrero de 2025 22:33 h

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La extrema derecha europea cabalga sobre la ola que ha lanzado Donald Trump desde Estados Unidos. Cree que la puede propulsar hacia la victoria y darle el impulso final que necesita en un continente en el que ya ha llegado muy lejos. Los dos grupos ultraderechistas en el Parlamento Europeo suman 162 escaños (los conservadores cuentan con 188 y los socialdemócratas con 136). Están fuera de la Comisión que preside Ursula Von der Leyen, pero aspiran a ser cada día más influyentes obligando a la derecha a asumir su discurso contra la inmigración.

Su problema es que ahora ponen sus esperanzas en Trump, cuyo interés por Europa es escaso. La UE sabe que es cuestión de tiempo que sufra el mismo tratamiento que están recibiendo Canadá y México.

Madrid fue el sábado el gran cónclave de una parte de esa Europa reaccionaria, la que dirige Viktor Orbán y en la que están incluidos otros líderes como Marine Le Pen, Santiago Abascal o Geert Wilders. Es el grupo que en Bruselas se hace llamar los Patriotas con 84 escaños que los colocan como tercera fuerza de la Eurocámara. La victoria de Trump les permite alardear de que son “el futuro”.

Fue Abascal quien se atrevió a mencionar el asunto del que prefieren no hablar. Qué ocurrirá cuando el presidente de EEUU imponga represalias en la política comercial que perjudicarán a la economía europea y de forma específica a sectores sociales que apoyan a estos partidos en varios países.

No se puede decir que la respuesta preventiva del líder de Vox vaya a ser muy efectiva. Es cierto que forma parte del argumentario habitual de la extrema derecha. Mirar para otro lado y preguntar qué hay de lo otro. Ante la posibilidad que se da por segura de que EEUU aplique aranceles a ciertas exportaciones europeas, Abascal echó la culpa a otras cosas: “El gran arancel es el Pacto Verde y los impuestos confiscatorios”. Quizá necesite un argumento mejor ante los agricultores españoles y franceses que votan a su partido y al de Le Pen. A ver qué cara se les queda.

De momento, Abascal está a muerte con Trump. Como se decía antes, es uno de los compañeros de viaje del presidente norteamericano y tendrá que tragar con todo lo que venga de Washington. Él ya ha elegido bando. El enemigo está en Bruselas, donde gobiernan conservadores, socialdemócratas y liberales. “Son otros los lacayos de Bruselas, los que eran los perritos falderos de Biden”.

Hasta que llegue el momento en que haya que encajar las sanciones, la ultraderecha ha decidido que Trump marca el futuro. “El tornado Trump ha cambiado el mundo en dos semanas”, anunció el primer ministro húngaro, Viktor Orbán. “Ayer decían que somos los herejes, ahora somos la corriente central” (el mainstream). “Para nosotros, el presidente Trump es como un hermano y un compañero de armas”, dijo el holandés Wilders. El triunfo del norteamericano ha provocado una “transformación global genuina” en Europa, afirmó Le Pen.

Quieren ser la avanzadilla de las ideas de Trump en Europa, sus mejores anunciantes. “Todos han alabado a Trump”, ha escrito Steven Forti, historiador y experto en extrema derecha europea. “Se han arrodillado frente al nuevo 'Dios'. Es decir, han explicitado que son y quieren ser no solo el caballo de Troya del trumpismo en la UE, atacada duramente en todas las intervenciones, sino directamente los vasallos de Estados Unidos”.

Todos estaban entusiasmados con las noticias que llegan de EEUU. No les importa que la victoria de Trump no haya sido arrolladora (le sacó 1,5 puntos a Kamala Harris). Les vale con el impacto político y mediático que siempre tendrán las elecciones en el país más poderoso del planeta. Su euforia tiene un punto lógico. El republicano suscribe todas y cada una de las ideas xenófobas contra la inmigración que cada día tienen más apoyo en Europa e incluso es capaz de superarlas. Trump no está condicionado por lo que diga la Unión Europea y eso le encanta a la extrema derecha.

La estrella del encuentro fue Orbán, el gran dominador de la política húngara desde 2010. Hablaba con la autoridad que le da ser prácticamente imbatible en su país y de ser una espina clavada en el costado de Bruselas. Presumió de que su país es “el laboratorio” de la derecha europea. Ya sabe que la corriente nativista que se ha hecho con el control total del Partido Republicano en EEUU lo considera el líder de referencia en la UE. “El número de inmigrantes en Hungría es cero”, dijo. Un sueño húmedo para los partidarios de Vox que ocupaban el recinto, un auditorio con capacidad para 2.000 personas.

Orbán tuvo un recuerdo con España, uno muy lejano: “Los españoles fueron los primeros en apoyarnos en 1956 cuando nos rebelamos contra el comunismo y la Unión Soviética”. No fue extraño, porque el franquismo era anticomunista por definición. El público tenía claras sus preferencias, por lo que no le molestó en absoluto ese elogio de la respuesta de Franco a la invasión de Hungría.

El húngaro no dejó fuera ninguno de sus grandes éxitos, tampoco aquellos en los que acusa al financiero George Soros de haber hecho posible la llegada de inmigrantes a Europa. No es que Soros esté en contra de los extranjeros. Lo que ocurre es que Orbán lo coloca en el vértice de una gran conspiración que decidió hace años que había que abrir las puertas de Europa. Es lo mismo que hizo Le Pen en su discurso apelando a la trama de El Gran Reemplazo, un infundio racista que se originó precisamente en Francia. “Teníamos razón cuando rechazamos el proyecto de sustitución demográfica programada de Europa”, dijo.

Para Orbán, Le Pen y Abascal, todo es una conspiración maligna pagada por financieros judíos, burócratas de Bruselas y, cómo no, lo que llaman “la izquierda woke”. Esta última palabra fue repetida de forma obsesiva por la mayoría de los oradores del acto.

No te conviertes en el futuro sólo por repetir que eres el futuro. La extrema derecha conserva la esperanza de que Europa adopte su rechazo tajante de la inmigración y de que, como ocurre en Hungría, los poderes del Estado tengan la obligación de defender los valores cristianos, al menos tal y como los entienden ellos.

Orbán citó el mito de Europa raptada por un toro, que en realidad era Zeus, para pasar a decir que Abascal es “el torero más valiente que he visto en la política”. Eso es lo que quieren hacer –secuestrar a Europa– y el resto del continente está avisado.

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