Dyson nunca ha sentido el amor de una familia por ir en silla de ruedas, pero sigue esperando a que alguien le elija

Dyson fue diferente desde el inicio

Héctor Farrés

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Las personas buscan perros sanos. Es lo primero que miran al adoptar: que corran sin esfuerzo, que sus patas sean fuertes, que no haya nada diferente en ellos. A menudo, ni siquiera es algo consciente, solo una reacción instintiva. Los perros que no encajan en esa imagen son ignorados. Siguen ahí, esperando, mientras los demás encuentran familias en cuestión de días. Pero lo que muchos no saben es que algunos de esos perros diferentes tienen más ganas de vivir que nadie.

Dyson llegó al refugio siendo apenas un cachorro, con la misma ilusión que cualquier otro. Pero a los cuatro meses, sus rescatistas descubrieron que no era como los demás. Una condición genética rara afectaba sus patas traseras, complicando cada uno de sus movimientos.

Se sometió a cirugías, superó momentos difíciles y, en más de una ocasión, estuvo al borde de perder una o ambas extremidades. “Dyson ha pasado por todo: dolor, cirugías, contratiempos”, explicó Cassie Davidson, directora sénior de marketing y comunicación del Humane Society of North Texas.

Dyson no se rinde: quiere lo que todos los perros desean

Mientras sus hermanos fueron adoptados rápidamente, Dyson siguió esperando. Los días se convirtieron en meses, los meses en años, y él seguía en el refugio, viendo cómo otros perros llegaban y se iban. No era por falta de cariño; el equipo del refugio lo adoraba y hacía todo lo posible por encontrarle un hogar. Pero la realidad era dura: pocos querían a un perro que no podía moverse con normalidad.

Entonces, llegó la oportunidad que lo cambió todo. Gracias a una donación de la clínica veterinaria St. Francis, Dyson recibió su propia silla de ruedas. De repente, el perro que había pasado toda su vida luchando por desplazarse tenía la libertad de moverse a su antojo. Ya no había obstáculos que lo frenaran.

Con su nuevo juego de ruedas, Dyson se transformó. “Dyson no sabe que es diferente”, comentó Davidson, y tampoco, “siente lástima por sí mismo. Solo quiere lo que todos los perros quieren: un hogar, un mejor amigo, alguien que lo ame incondicionalmente”. Y es imposible no notar su entusiasmo cuando recorre las instalaciones, aprovechando cada oportunidad para correr y jugar.

Uno de los voluntarios del refugio, que ha sido fundamental en su adaptación, lo acompaña en sus paseos diarios, enseñándole a manejarse con soltura. Dyson no pierde la ocasión de demostrar todo lo que ha aprendido.

Sabe que en algún momento aparecerá esa persona que lo mire y no vea una discapacidad, sino un perro listo para ser parte de una familia. “Quizá la familia de Dyson esté más cerca de lo que pensamos”, dijo Davidson.

El refugio sigue confiando en que ese día llegará pronto. Mientras tanto, Dyson sigue rodando con energía, sin mirar atrás, disfrutando cada momento como si ya estuviera en casa, pero con la esperanza puesta en tener un hogar definitivo algún día.

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