'Día cero', una serie demasiado simplona para Robert De Niro, pero con una lectura política interesante

La majestuosa figura de Robert De Niro está por todas partes desde hace unos cuantos días porque se acaba de estrenar Día cero, la primera serie que graba con sus compatriotas estadounidenses. Para Netflix, lógicamente, es un orgullo tener en casa al legendario actor neoyorkino, así que la promoción de su nuevo lanzamiento está siendo brutal. Pero seamos sinceros: Robert De Niro no hace milagros, y por experiencia sabemos los espectadores que ni siquiera él puede convencernos de que está bien lo que sencillamente está mal. Y no, no es que Día cero sea rematadamente mala, pero tiene mucho en su contra.
La serie se ha estrenado este jueves 20 de febrero bajo la premisa de que en Estados Unidos se ha producido un ciberataque que, al infectar el sistema informático del país, ha provocado miles de muertos. Aunque se sospecha que Rusia estaría detrás del atentado, el Congreso aprueba que se forme una comisión de investigación para descubrir a los responsables. Hay que dar con ellos cuanto antes porque, mientras se entierra a las víctimas, los terroristas amenazan con repetir su acción. El país está en shock y solo el expresidente George Mullen (De Niro) parece estar capacitado para tranquilizar a las masas. Otra cosa es que pueda y le dejen hacerlo.
El planteamiento de Día cero está muy trillado. Aunque es la típica historia que suele gustar a los amantes del thriller político, su trama es demasiado simplona y su puesta en escena tiene poco de especial. Dicho así, podría parecer que la primera gran serie de Netflix en 2025 –que seguro que ha costado un pastizal– es una más del montón. Pero es que, en cierto modo, eso es lo que ocurre con ella. Y es una pena, porque Día cero tiene un reparto de lujo (también están Angela Bassett, Jesse Plemons, Lizzy Caplan, Connie Britton, Joan Allen y Dan Stevens) y parece que tuvo recursos suficientes como para hacer algo más atractivo.
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La serie está llena de clichés, es un excelente ejemplo de lo que vendría a ser una auténtica 'americanada'. De hecho, el personaje de Robert De Niro –ese político retirado que vuelve para salvar a la patria– es en sí mismo un grandísimo tópico.
Es cierto que el suspense se mantiene a lo largo de sus seis capítulos (no habrá más) y que cada uno de ellos termina con un potente gancho que nos deja con ganas de más. Pero también es cierto que la acción se vuelve muy predecible, lo que provoca cierta decepción a medida que se van resolviendo los conflictos.
La polarización política y los bulos, ejes centrales de la historia
El punto fuerte de la serie es su forma de interpretar el panorama político actual. El guion de Eric Newman (Narcos) también lleva la firma de dos personas que conocen bien las entrañas del periodismo estadounidense: Noah Oppenheim, exproductor de la cadena NBC, y Michael Schmidt, corresponsal del periódico The New York Times. Probablemente habrán podido aportar una visión bastante certera y actualizada del ecosistema en el que conviven los medios de comunicación, las redes sociales y los gobiernos.
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La serie, aunque evita cualquier inclinación partidista, no adopta un planteamiento apolítico. Más bien al contrario, su trama y sus diálogos están cargados de política porque todo gira en torno a un país que se enfrenta a sus enemigos internos mientras busca culpables en el exterior.
Es fácil establecer un paralelismo entre la historia de Día cero y la crisis que experimentaron las democracias durante el coronavirus. Con la pandemia, los gobiernos se armaron de poder y limitaron las libertades; los políticos de la oposición aprovecharon el miedo de la ciudadanía para desgastar a sus rivales; y las redes sociales y los medios de comunicación se llenaron de bulos. Doctrina del shock en estado puro; máxima polarización social.
Ese es el contexto en el que se desarrolla el thriller político de Día cero. Ni es original ni demasiado elaborado, pero se agradece que una serie de máximo alcance ponga el foco sobre algunos de los desafíos que afectan a la sociedad global en la que vivimos. Aunque solo sea por eso, merece la pena su visionado.