Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
La desmemoria de Santander

Maximino de Cos tiene 103 años y alberga una esperanza antes de morir: que su padre, Donato de Cos, que fue asesinado por los nazis en 1941 en el campo de concentración de Gusen, después de pasar por Mauthausen y haber tenido que exiliarse huyendo de la dictadura franquista, reciba un homenaje en su pueblo natal y se honre su memoria tantos años después en Rionansa, donde había sido concejal durante la República.
Maximino vio frustrado su sueño hace unas semanas por el sectarismo de un alcalde del PP y su equipo de gobierno, que se negaron a ponerle una placa a esta víctima del nazismo aludiendo expresamente al bando en el que combatió durante la Guerra Civil española. Para ellos, el bando equivocado, claro, el que no merece homenajes ni reconocimientos. A su edad, tiene miedo que le ocurra como a su hermano, el mítico luchador antifranquista Manolo de Cos, que murió sin conseguir esa reivindicación para la trayectoria vital y política de su padre.
Es una situación similar a la que le ocurrió en Santander a Eugenio Cordero, yerno de Elena Fernández Otí, de 99 años, y cuya hermana, María Ángeles Fernández Oti, murió en 1936 en el bombardeo del Barrio Obrero del Rey cuando era una niña de apenas nueve años y que se quedó sin una placa en el lugar del suceso por decisión del PP y Vox, que unieron sus votos en un pleno municipal para negar el homenaje que exigían los familiares de las decenas de santanderinos que fueron asesinados bajo el fuego y la metralla de la Legión Cóndor.
“Frustración y malestar”, nos dijo Eugenio que sentía tras este nuevo desplante de Gema Igual y sus concejales, que alegaron que estaba en elaboración “un plan de ordenación de futuros memoriales a víctimas y estatuas”, un argumento que ni la oposición ni la familia tomaron en serio en su momento e interpretaron como otra argucia para demorar aún más una respuesta a las víctimas del franquismo en la ciudad. Esto ocurrió en 2023 y a estas alturas de 2025 seguimos sin noticias de ese supuesto plan, lo que demuestra la falta de respeto constante y la capacidad de mentir de un equipo de gobierno que retuerce las palabras sin decoro.
Estos son solo algunos ejemplos, con nombres y apellidos, pero podríamos hablar de muchísimos más casos que demuestran el abandono institucional y político que han sufrido y siguen sufriendo los familiares de las víctimas y de los represaliados de la dictadura franquista en nuestra tierra. Gente anónima que sigue teniendo a sus seres queridos enterrados en cunetas y fosas comunes sin localizar. Personas mayores que dedican sus últimos esfuerzos a intentar recomponer sus vidas y honrar a aquellos que les dejaron demasiado pronto. Que vivieron callados, que estuvieron asustados, que fueron despreciados. Porque mencionar la edad de Maximino (103 años) o de Elena (99 años) no es una casualidad, sino una forma muy explícita de hacer ver que no se puede seguir pidiendo tiempo y paciencia a aquellos que han demostrado que ya han esperado demasiado.
Hace 50 años que murió el dictador, pero la democracia española no será plena hasta que no se cierre un capítulo tan doloroso como el que vivieron las víctimas del franquismo y sus familias
Porque hace 50 años que murió el dictador, pero la democracia española no será plena hasta que no se cierre un capítulo tan doloroso como el que vivieron todas estas víctimas del franquismo y sus familias. La Ley de Memoria Histórica que aprobó el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en 2007 fue un tímido intento, pero sentó algunas bases. Se han dado más pasos en los últimos años, con grandes reticencias y muchas zancadillas, pero no son suficientes.
Lo que ocurre es que casi dos décadas después de la entrada en vigor de aquella primera norma no se cumple ni una mínima parte de esa ley -ni de las posteriores- y eso no tiene consecuencias. O no ha tenido hasta ahora. Esta semana ha tenido que ser un fiscal el que recuerde al PP en el Ayuntamiento de Santander algo tan obvio como que está en rebeldía, que no cumple siquiera sus propios acuerdos plenarios, que no hay excusas ni demoras que valgan y que en un mes deben eliminar del callejero las muchas calles que aún recuerdan a los fascistas que bombardearon y masacraron a la población civil de la ciudad.
Parece poco, pero es mucho. Estaremos vigilantes para que sea así. Para que esta vez no haya trampas ni excusas. Acompañaremos a las asociaciones memorialistas, a las familias de las víctimas y a todos los ciudadanos y ciudadanas dignas que quieren pasear por una ciudad mejor, que deje atrás un pasado oscuro y comience a honrar a todos aquellos que merecen homenajes, placas, estatuas o monolitos por dejarse la vida defendiendo la democracia y los derechos humanos.
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