Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Un 8 de marzo para disputar el futuro

Donald Trump sonrió. Fue un gesto satisfecho, de esos que preceden al golpe de gracia. En Carolina del Sur, el 24 de febrero de 2024, frente a una multitud enardecida, el entonces expresidente de Estados Unidos se atribuyó el mérito de haber acabado con el derecho constitucional al aborto en su país. No fue una revocación directa, sino el resultado de un plan cuidadosamente ejecutado: la designación de jueces ultraconservadores que, una vez en la Corte Suprema, tumbaron el fallo Roe v. Wade en junio de 2022. No hubo necesidad de grandes discursos ni de maniobras legislativas. Únicamente un orden impuesto desde arriba, una maquinaria aceitada para arrebatar derechos conquistados por generaciones de mujeres.
En su mitin, Trump no hablaba de principios, hablaba de poder. Se jactaba de haber cambiado el destino de miles de vidas con el sólo acto de mover las piezas adecuadas. Porque la reacción nunca es sólo ideología, es estructura, es estrategia: se traduce en clínicas cerradas, en mujeres condenadas a la clandestinidad, en vidas en juego. Mientras en Francia se blindaba constitucionalmente el derecho al aborto, en Estados Unidos el reloj gira hoy hacia atrás. Y frente a ello, en España, Sumar ha presentado la propuesta para blindarlo constitucionalmente también, porque nuestros derechos hay que protegerlos y asegurar que todas podamos hacerlos efectivos.
Los últimos años nos han demostrado que lo que creíamos imposible puede suceder. Que se puede llevar a cabo un genocidio en Gaza bajo la promesa de construir un parque temático prediseñado por la IA en una escena tétrica que deja ver lo peor del ser humano. Que los derechos conquistados se arrebatan de la noche a la mañana. Que en el crepúsculo un gobierno puede imponerte un género en el pasaporte. En 2025 la extrema derecha no necesita tanques para cristalizar su orden: le basta con el desgaste, con el desánimo, con la idea de que la historia no nos pertenece. Vemos cómo hacen avanzar al patriarcado haciéndolo pasar por sentido común. Al tiempo, vemos cómo esta lacra avanza por Europa disfrazando la islamofobia de protección a las mujeres.
En 2025 la extrema derecha no necesita tanques para cristalizar su orden: le basta con el desgaste, con el desánimo, con la idea de que la historia no nos pertenece. Vemos cómo hacen avanzar al patriarcado haciéndolo pasar por sentido común
En Alemania, Alice Weidel lidera la segunda fuerza del país presentándose como una mujer lesbiana que ha triunfado en el capitalismo pero que busca desmontar los derechos LGTBIQA+ y expulsar a las personas migrantes. En Italia, Meloni ha depurado su discurso y ha sabido apropiarse del lenguaje de la protección a las mujeres para reforzar una agenda que es, en esencia, antifeminista. Nos encontramos ante una arquitectura política donde el patriarcado se asocia con el neoliberalismo y el nacionalismo reaccionario para perpetuar su dominio mediante una retórica falsamente favorable a las mujeres mientras se desmontan las instituciones y los servicios públicos.
Pero la lucidez política no es sólo entender lo que enfrentamos, sino trazar una estrategia que nos permita derrotarlo. Los feminismos han sido y deben seguir siendo el principal agente democratizador de nuestro tiempo, y es que la democracia no se sostiene sola: hay que empujarla y ensancharla para que nadie se quede en los márgenes. Hay que tener una mirada ambiciosa, entender que el Estado de bienestar está en juego y que los modelos asistencialistas están colapsados.
Precisamente, en Euskal Herria, el movimiento feminista nos ha demostrado que no se trata de resistir pasivamente, sino de abrir camino. Su capacidad de articular luchas ha desbordado lo identitario para convertirse en un proyecto de transformación radical de lo común. Ha señalado las estructuras de violencia que nos atraviesan, ha puesto los cuidados en el centro del debate, ha desvelado los mecanismos de exclusión que otras políticas daban por naturales. Ha sido y es un movimiento que nos ha enseñado lo imprescindible que es construir alianzas inteligentes para un feminismo de mayorías que no negocie sus principios pero que tampoco caiga en el aislamiento político.
Porque el feminismo no es un nicho ni una burbuja de certezas, pero sí es la única alternativa real para frenar la devastación del presente. Lo es cuando se trata de un feminismo del 99% que entiende que la lucha por la igualdad de género es inseparable de la lucha contra la desigualdad económica, contra un sistema que explota, privatiza y arrasa con todo lo que no puede convertir en mercancía.
Y ahí es donde la responsabilidad institucional es ineludible. No podemos seguir impasibles mientras el Gobierno vasco recorta en Emakunde y deja en suspenso la construcción de un sistema público de cuidados. No se puede gestionar el presente como si no fuera urgente cambiarlo. No podemos permitir que la política feminista quede atrapada en la retórica mientras el mercado sigue moldeando nuestras vidas con la lógica de la explotación. Hay que organizar la esperanza.
Este 8 de marzo es un ejercicio de memoria y una hoja de ruta. En Euskadi, en 1979, once mujeres fueron encarceladas en Basauri por haber intentado abortar. No eran heroínas en abstracto: eran trabajadoras, estudiantes, madres que pusieron el cuerpo ante la brutalidad de un Estado que les negó el derecho a decidir. Hoy, cuando la reacción avanza y el derecho al aborto vuelve a ser cuestionado en muchos lugares del mundo, su historia nos recuerda que los feminismos nunca han sido un mero discurso, sino un acto de valentía radical. Las 11 de Basauri no sólo pelearon por sí mismas, sino por todas las que vendríamos después.
Este 8 de marzo, como entonces, nos toca elegir: la resignación o la ofensiva, la clausura o la construcción de un horizonte común. Y para ello necesitamos sumar y ser más. Necesitamos, sobre todo, interpelar a quienes el discurso reaccionario ha convertido en enemigos equivocados: a los hombres jóvenes que, en su desconcierto, han comprado la idea de que el feminismo es una amenaza para ellos. Y es que lo que está en juego no es sólo el futuro de nuestras luchas, sino el futuro de una democracia en la que nadie se quede fuera.
Sobre este blog
Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
0