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Fermin Muguruza lidera una recogida de firmas para actos culturales en las prisiones vascas tras la polémica por su 'Sarri, Sarri'

El músico y cineasta Fermin Muguruza en Donostia, en una imagen de archivo.

Maialen Ferreira

Bilbao —
2 de abril de 2025 21:46 h

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Después de que el Gobierno vasco, en una posición compartida por los dos socios, PNV y PSE-EE, acordase el pasado noviembre exigir “repertorios acordes a los derechos humanos” y “respeto a todas las víctimas” en futuras actividades culturales que se programen en las cárceles vascas, decisión tomada tras una actuación de Fermin Muguruza en el centro penitenciario de Martutene, en Donostia, de la que trascendió en redes sociales que incluyó la interpretación de la muy popular canción 'Sarri, Sarri', este músico, acompañado de otros 60 agentes culturales han realizado una recolecta de firmas para denunciar la “censura” en las cárceles.

La polémica surgió a raíz de que la canción cantada por Muguruza cuenta precisamente de una fuga del miembro de ETA Joseba Sarrionandia, que logró salir de la cárcel oculto en los bafles de una actuación musical de Imanol en 1985. Ante ello, el Departamento de Justicia y Derechos Humanos del Gobierno vasco, dirigido por la socialista María Jesús San José, anunció que se exigiría para tocar en las cárceles repertorios de canciones acordes al respeto a los derechos humanos y a todas las víctimas, así como a los principios de reinserción.

Tras ello, Fermín Muguruza mostró su “sorpresa y desilusión” ante lo que consideró un “paso atrás” en la postura mantenida por el Gobierno vasco y afirmó que le gustaría saber la opinión del lehendakari, Imanol Pradales. Por su parte, el lehendakari, que se encontraba en Bruselas de visita oficial, manifestó que, si Muguruza quiere que hablen de convivencia y de memoria, tiene las puertas de Lehendakaritza abiertas para tener una conversación “sincera y honesta en relación con esta cuestión”.

Después de aquello, según denuncian los artistas, agrupados en la iniciativa 'Espetxeak libre' ('Cárceles libres'), a la hora de actuar en las cárceles de Euskadi se pide firmar un “Compromiso de respeto a la finalidad tratamental penitenciaria, a la dignidad y a los sentimientos de las víctimas de delitos en actuaciones socio-culturales-recreativas dentro de los centros penitenciarios de Euskadi”. El compromiso contiene las siguientes exigencias: “Que la actuación y los contenidos de la misma serán en todo caso favorecedores del proceso de reinserción social de las personas privadas de libertad, y de la apropiada conducta prosocial a la que se dirige el tratamiento penitenciario”, recoge el documento.

Prosigue así: “En este sentido se evitarán, en el fondo y en la forma, las manifestaciones que puedan suponer un apoyo, justificación, incluso enaltecimiento, de valores y actitudes contrarias a los Derechos Humanos, al Ordenamiento Jurídico y al propio tratamiento psico-social penitenciario. Asimismo, la actuación y contenidos de la misma en ningún caso podrá ser susceptible de ofender o dañar la dignidad ni los sentimientos de las víctimas de ningún tipo de delito, sea cual sea el bien jurídico protegido. En este sentido se evitarán cualesquiera manifestaciones en favor de la comisión de delitos, o de conductas antijurídicas, o que impliquen la sustracción de la acción de la justicia, o muestren desprecio u odio hacia colectivos tales como grupos LGTBI+, mujeres, víctimas de terrorismo, personas con discapacidad, personas extranjeras, o víctimas de otros tipos de violencias”.

Desde 'Espetxeak libre', decenas de artistas como Muguruza, la escritora Garazi Arrula Ruiz, los bertsolaris Oihana Iguaran, Aner Peritz Manterola o el cineasta Ramón Agirre, han recogido firmas para solicitar al Gobierno vasco la retirada del documento y asegurarles que no van a firmarlo. “No queremos crear cultura para el 'Brave New World' ('Un mundo feliz') de Huxley. No queremos una actividad cultural para lanzar mensajes a favor de los estados, empresas, prisiones, etc. y censurar toda crítica. Nos parece especialmente doloroso que, siendo el objeto del documento la censura, se utilice la opresión histórica de algunos colectivos para el lavado de imagen de la cárcel, habiendo sido (y siendo) esa misma cárcel un instrumento de esas opresiones. ¿Se pueden cantar '564', 'Carcelero, carcelero' o 'Sarri Sarri?', 'Presos de la sociedad?' ¿o las canciones de Pantxoa eta Peio? ¿Puede une bertsolari criticar la cárcel en un verso?”, se han preguntado los artistas.

En este sentido, han denunciado que “lo que quieren es que sean los mismos creadores los que se apliquen la autocensura porque queda mal prohibirlo directamente y al mismo tiempo dan derecho a la cárcel a decidir cuál es una cultura aceptable y cuál no de forma bastante arbitraria”. “La cultura debe ser valorada por la crítica y el público. La cultura tiene un valor terapéutico cuando es libre, cuando es impuesta pierde ese valor. En el fondo se están utilizando las mismas técnicas que en la Inquisición y el franquismo a pesar de utilizar palabras más modernas. Las personas presas tienen derecho a la cultura como las de la calle. Y dentro de los muros hay suficientes cámaras y micros que condicionan la actividad cultural, no añadamos más fantasmas”, han aseverado.

“Terminemos con una sonrisa irónica. Recordamos en el 80 aniversario de la liberación de Auschwitz aquel 'Arbeit macht frei' ('El trabajo os hará libres'), lema que presidía la entrada al campo de 'trabajo' (exterminio). Quizá las personas de la cultura que alguna vez accedemos la prisión con una obra de teatro, un concierto, una sesión de bertsos o a una conferencia deberíamos gritar algo parecido: '¡La cárcel os hará libres!'”, han concluido.

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