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Una simulación revela que los pueblos de la Edad del Bronce cruzaban el mar entre Dinamarca y Noruega hace más de 4.000 años

El estudio se basa en un modelo informático que simula rutas marítimas prehistóricas en el estrecho de Skagerrak

Ada Sanuy

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Las costas del norte de Dinamarca y el suroeste de Noruega presentan evidencias arqueológicas muy similares: objetos metálicos, estructuras funerarias, formas de asentamiento e incluso estilos arquitectónicos que sugieren contactos frecuentes entre ambas regiones durante la Edad del Bronce. Hasta ahora, los investigadores asumían que esas conexiones se establecían a través de rutas costeras de varios cientos de kilómetros, navegadas por embarcaciones rudimentarias y con paradas intermedias. Sin embargo, un nuevo estudio ofrece una explicación alternativa que cambia por completo el relato: las travesías directas por mar abierto eran factibles hace más de 4.000 años.

El trabajo, publicado en PLOS One, ha sido liderado por Boel Bengtsson desde la Universidad de Gotemburgo y se basa en un modelo informático que simula rutas marítimas prehistóricas en el estrecho de Skagerrak. Para ello, el equipo utilizó como base la embarcación Hjortspring, una canoa de guerra construida en madera de tilo, de unos 19 metros de largo, y datada en el siglo IV a. C. Esta embarcación, aunque más moderna que el periodo estudiado, se ha convertido en una referencia en arqueología experimental, ya que ha sido reconstruida y probada en navegación real, lo que permite conocer con bastante precisión su rendimiento en condiciones variadas.

Una simulación que combina historia y datos ambientales

El modelo desarrollado incorpora datos históricos, pero también meteorológicos y físicos: velocidad media de remo, resistencia del casco, fuerza del viento, altura de las olas y corrientes dominantes. La simulación explora la posibilidad de cubrir en un solo viaje los más de 100 kilómetros que separan ambas orillas, sin puntos intermedios de descanso ni navegación costera. El resultado fue concluyente: en condiciones estivales favorables, estas travesías no solo eran posibles, sino incluso razonables para poblaciones con experiencia marítima.

Eso sí, el estudio deja claro que no se trataba de un trayecto sin riesgo. Las condiciones necesarias para completarlo incluían vientos inferiores a 10 nudos y olas de menos de un metro, por lo que solo se habrían practicado durante determinadas épocas del año, probablemente entre junio y septiembre. Sin embargo, la posibilidad de cruzar el Skagerrak directamente, reduciendo días o semanas de viaje, habría facilitado notablemente los intercambios entre comunidades, tanto de objetos como de ideas, ritos o tecnologías.

El papel del mar en la vida social prehistórica

Los investigadores señalan que las rutas costeras no desaparecen con esta hipótesis: simplemente, se amplía el abanico de posibilidades de movilidad en la Edad del Bronce. No todos los viajes requerían seguir la costa. Algunos, especialmente los de carácter ceremonial, diplomático o comercial, pudieron haberse hecho por mar abierto, implicando un conocimiento profundo del medio y una capacidad colectiva para planificar y ejecutar travesías complejas.

Aplicaciones más allá de Escandinavia

Una de las ventajas del modelo informático desarrollado es su versatilidad. Al no depender de variables estrictamente locales, puede aplicarse también a otros contextos históricos donde se discute si las rutas marítimas eran viables o no: desde el Egeo minoico, hasta los archipiélagos del Pacífico o el Caribe, o incluso los viajes fluviales de las primeras civilizaciones mesopotámicas. El uso de simulación computacional con parámetros arqueológicos es una herramienta en expansión que permite comprobar hipótesis sin necesidad de especulación o analogías forzadas.

Tecnología al servicio de la arqueología

“El uso de simulaciones con agentes y datos reales sobre rendimiento náutico permite demostrar que las travesías marítimas regulares por el Skagerrak, incluyendo tramos sin tierra a la vista, ya se practicaban en torno al 2300 a. C.”, afirma el equipo en el artículo. Esto no solo cambia la percepción sobre las capacidades técnicas de las sociedades de la Edad del Bronce, sino que refuerza la importancia del mar como espacio de conexión y no de separación entre culturas.

Lejos de una visión estática o localista de las comunidades antiguas, este estudio plantea una prehistoria europea más móvil, interconectada y marítima de lo que muchas veces se asume. La simulación no sustituye a las excavaciones, pero las complementa: ayuda a reconstruir lo que los restos materiales no siempre explican por sí solos. Y en este caso, sugiere que los pueblos de la Edad del Bronce no solo dominaban el mar: también lo integraban en su forma de vida y en su manera de relacionarse con el mundo.

Un campo en expansión: navegar como lo hacían hace milenios

El estudio liderado por Boel Bengtsson se suma a una línea de investigación que ha ganado fuerza en los últimos años: la arqueología experimental combinada con simulaciones digitales para comprobar hipótesis sobre movilidad en tiempos prehistóricos. En Escandinavia, proyectos como la reconstrucción de la canoa Hjortspring o las réplicas de embarcaciones vikingas del Museo de Roskilde han demostrado que barcos rudimentarios podían ser sorprendentemente eficaces. De forma paralela, en el Mediterráneo se han investigado las rutas de navegación micénicas y minoicas, y en el Pacífico, las expediciones polinesias han servido para validar cómo se cruzaban miles de kilómetros de océano guiándose por las estrellas y el comportamiento del entorno.

Lo que distingue a esta investigación es que no se limita a reconstruir un barco o probarlo en mar abierto: integra datos ambientales, físicos y arqueológicos en una simulación informática adaptable a cualquier tipo de embarcación histórica. Esto convierte el modelo en una herramienta con gran potencial para estudios futuros, tanto en Europa como en otras regiones del mundo. Y sobre todo, permite dejar atrás la idea de que las sociedades prehistóricas eran estáticas y localizadas: cada vez hay más evidencias de que el mar fue, mucho antes de lo imaginado, una vía real de conexión entre culturas.

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