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El Carnaval de Cádiz se psicoanaliza: desde su raíz de izquierdas a los límites del humor negro

El cuarteto Ku Klux Klan Klan tiene la misiónn de acabar con el humor negro

Pedro Espinosa

Cádiz —
31 de enero de 2025 20:37 h

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Un singular carnavalero se dispone a cantar un cuplé en frente de una casapuerta rodeado de un público plagado de guiris que le arroja sin cesar papelillos. Todos le graban con sus móviles. “Este que viene es un poco fuerte, pero yo no me voy a autocensurar”, les suelta. Entona entonces un cuplé sobre la sucesión de accidentes del piloto Carlos Sainz. Recibe algún abucheo, pero él se rebela contra los que rechazan el humor negro y decide cantarlo otra vez. Es entonces cuando aparecen cuatro hombres con las caras tapadas por grandes capirotes blancos. Son miembros del Ku Klux Klan Klan, una secta supremacista que tiene por misión acabar con el humor negro en el Carnaval de Cádiz. Si lo conseguirán o no se sabrá el 28 de febrero, día de la final del Concurso Oficial de Agrupaciones del Teatro Falla.

“¡Se acabó la fiesta!”, dice un miembro de la secta al carnavalero transgresor. “¿Qué Alvise?”, le responde temblando. Así arranca la parodia del llamado cuarteto del Gago, dirigido por Ángel Gago, y formado por Chicho, Figue, Emilio Tello y Miguel Moreno, este último como autor. Es, quizá, una de las agrupaciones más en forma del carnaval de Cádiz, en una modalidad, la del cuarteto, en severa crisis en la categoría de adultos. Lo reflejan los números. Si este año se presentan 58 comparsas, 51 chirigotas y 19 coros, solo hay inscritos cinco cuartetos. Pero la salud de este grupo es incuestionable con repertorios cargados de ironía, grandes dosis de mala leche y mucha autorreflexión sobre el propio funcionamiento de la fiesta.

El año pasado este mismo cuarteto bajo el nombre de ‘Punk, circo y anarquía, la lucha continúa’, que fue segundo premio, se metió con el Rocío y dejó alguna mofa sobre el jugador del Betis Joaquín que le costó la viralidad de las respuestas en sus redes sociales de la esposa del futbolista. Su director, Ángel Gago, suele arengar, medio en broma medio en serio, sobre las agrupaciones foráneas y acostumbra a denunciar un progresivo intento de colonizar una fiesta puramente local. La nueva idea, la de este año, esta secta racista que quiere alejar el humor negro del carnaval, es puro sarcasmo, pura ironía, sobre quienes, como el que pone vallas al campo, quieren limitar las infinitas capacidades del humor en Cádiz.

El Ku Klux Klan Klan actuó en la segunda jornada de un concurso que arrancó el pasado 23 de enero. La intensidad de este certamen, que se extenderá en su fase preliminar hasta el 13 de febrero, hace que cada jornada sume una nueva reflexión o autoanálisis sobre el propio concepto del carnaval. Y que se vayan destapando algunas agrupaciones firmes candidatas a los primeros premios. Ocurrió el pasado miércoles con ‘Las ratas’, la comparsa con la que el aclamado autor Jesús Bienvenido volvía a la categoría de adultos desde que en 2017 ganara con ‘Los irracionales’. Su nueva idea es una severa crítica a la expulsión que sufren gaditanas y gaditanos por el turismo. Esas ratas son las vecinas y vecinos de Cádiz, que malviven en el subsuelo de una ciudad conquistada por los visitantes.

En medio de un enorme despliegue vocal y musical, Bienvenido traza un profundo mensaje sobre los efectos de la turistificación con algunas ideas sacadas de su brillante chistera, como el poner música y ritmo al artículo 47 de la Constitución, el que rige el derecho de todos los españoles a tener una vivienda digna. El autor ha regresado también autorreflexivo, como el cuarteto del Gago. ¿Es el carnaval una fiesta de izquierdas o puede permitirse dar en sus mensajes ideas equidistantes con la ultraderecha y el poder?

Lo cantó así en su segundo pasodoble: “Sepa que el carnaval fue conquista y grito de la clase obrera. A usted le gusta lo nuestro, el soniquete del 3x4 chirigotero, y a mí se me cae el alma cuando contemplo, lleno de fachas, el gallinero”, canta la comparsa en esta letra. “Sé muy bien que hay autores asépticos, voz de geriátrico y enfermedades, y otros que bajo la ambigüedad, para tu aplauso ganar, comulgan con tus verdades. Qué peligro es ser poeta del demonio, de tu discurso de odio, de tu España y tu verdad”.

El carnaval de Cádiz siempre ha sido voz crítica contra el político en general. Esta semana el ministro de Transportes, Óscar Puente, se sentaba en el palco de autoridades y una de las primeras letras que tuvo que escuchar llamaba ladrones a todos los ministros. Ha habido ya varias letras contra la gestión de la DANA de Valencia con ataques generales a derecha e izquierda. Y alguna letra contra Pedro Sánchez que sorprendía por la inquietante virulencia. El cantante roteño Antoñito Molina, en el año en el que va a pregonar la fiesta, llamaba la atención en un cuplé que arrancaba con el disparo a la oreja de Trump. “Han contratado al francotirador para que venga a España, aunque falle más que una escopeta caña. Tiene de objetivo al presidente, ojalá que ahora apunte en la oreja y le dé en la frente”.

En un concurso con un total de 133 agrupaciones, es difícil destacar cada día. Abundan ideas repetidas, terrenos ya recorridos, y generalidades varias fácilmente olvidables. De momento, han sobresalido la naturalidad de ‘Los inhumanos’, una chirigota que va de los que se compran un disfraz en un bazar y se lanzan a las calles de Cádiz para hacer botellón durante el carnaval. Justo esta semana el pleno de Cádiz aprobaba una declaración institucional para tratar de frenar los viajes que promueven acercarse a la ciudad relacionándola con el alcohol. O la chirigota ‘Los calaíta’, un enorme trabajo de interpretación del grupo para meterse en la piel del humorista Eugenio, ejemplo de contención y minimalismo, casi las antípodas de la hipérbole continua que es el carnaval de Cádiz. 

Quedan muchas cosas por vivir. Se aguarda con expectación qué traerá José Guerrero Roldán ‘Yuyu’, otro hijo pródigo del carnaval que vuelve tras años de ausencia. Autor de grandes chirigotas como ‘Los últimos en enterarse’ o ‘Tampax Goyescas’, queda por ver cómo se adapta a este nuevo carnaval filtrado por la sensibilidad de las redes sociales y la politización de los mensajes. Y queda saber cómo responden los nuevos autores de comparsas Jona, Manuel Cornejo o Piru, llamados a ser los referentes del relevo generacional, en un año en el que se siente la ausencia de Antonio Martínez Ares. Y por quedar, queda también qué sale de una chirigota autoproclamada negacionista, que ha anunciado que acude al Falla para lanzar mensajes contras las vacunas y la ideología del cambio climático, aprovechando el altavoz mediático. Quedan muchos tangos, pasodobles y cuplés para que el carnaval siga su terapia anual de psicoanálisis. Analizando el mundo, pero también a sí mismo. 

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