Montero da un volantazo al PSOE andaluz: María Márquez y Francisco Rodríguez, números dos y tres del partido
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Cerca de la medianoche, horario habitual de los congresos del PSOE, se oficializó la nueva cúpula de la federación más numerosa del partido. María Jesús Montero ha dado un volantazo al socialismo andaluz eligiendo a la joven diputada María Márquez como número dos, vicesecretaria general, y colocando de fontanero, negociador y hombre duro al alcalde de Dos Hermanas, Francisco Rodríguez, nuevo secretario de Organización. Dos perfiles que representan un salto generacional, pero también la ortodoxia del PSOE andaluz.
La exviceconsejera de Medio Ambiente en la etapa de Manuel Chaves y expresidenta del Parlamento andaluz, Fuensanta Coves, ocupará la presidencia del partido. El resto de nombres de su Ejecutiva seguía perfilándose ya entrada la madrugada.
Montero, como ya hizo su predecesor Juan Espadas, ha apostado por un reparto de funciones en el vértice de una Ejecutiva que tiene el mandato de tensionar el partido hasta las elecciones andaluzas de 2026, mientras ella hace malabarismos con la vicepresidencia del Gobierno, el ministerio de Hacienda y la vicesecretaría general del PSOE federal. A un lado sitúa a Márquez (Huelva, 1990), portavoz de la Ejecutiva saliente y adjunta en el Parlamento andaluz, para diseñar una estrategia política a medio y largo plazo; a otro lado pone a Rodríguez (Sevilla, 1970), el alcalde con mayoría absoluta del municipio más poblado en manos del PSOE de España, para uniformar y zamarrear el partido hasta las urnas.
Hay 20 años de diferencia entre ambos, una franja de tiempo que combina dos generaciones de socialistas, experiencia en la gestión de gobierno y el hambre por ganar de quien ha pasado más tiempo en la oposición que en las instituciones. Márquez proviene de las Juventudes Socialistas de Andalucía, cantera de profesionales de la política como Susana Díaz o Mario Jiménez; Rodríguez es heredero del histórico alcalde Quico Toscano, cuatro décadas con e bastón de mando y diez mayorías absolutas consecutivas en un pueblo de 140.000 habitantes.
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María Jesús Montero fue invocada por un maltrecho PSOE andaluz para tomar las riendas de una formación que, bajo el mandato de Juan Espadas, encadenó cuatro derrotas electorales y se desdibujó como fuerza de gobierno. La autoridad con la que ha llegado a la secretaría general de la federación más numerosa anticipaba un Congreso Regional “pacífico” y “de unidad”. Pero ha sido así sólo a medias.
La vicepresidenta del Gobierno no ha tenido ningún problema, ninguna fricción para elegir a su núcleo duro en una ejecutiva regional tan abultada como la que perfiló su antecesor para equilibrar todas las sensibilidades enfrentadas del partido: aquella superaba los 60 miembros y esta también.
Sin embargo, no ha podido o no ha querido confirmar a los números dos y tres del partido hasta bien entrada la noche, porque en las provincias se le estaba montando un motín, una guerra de guerrillas por el control de los territorios -con apuntes dramáticos en el choque de trenes de Jaén- que la ha obligado a usar los segundos escalones de su ejecutiva y del comité director para tratar de apagar incendios. “Está usando la segunda y tercera fila de su equipo para echar una mano a las provincias”, admitía un secretario provincial pasadas las diez de la noche, cuando aún no había ningún nombre confirmado.
La lista definitiva se cerró pasadas las 2.30 horas de la madrugada. Montero mete en su equipo a muchos de los damnificados en el polvorín de las provincias para así evitar unas primarias a tumba abierta: destaca en puestos de responsabilidad el líder saliente del PSOE de Málaga, Daniel Pérez; el exalcalde de Granada, Francisco Cuenca; algunos susanistas de primera hornada, como el gaditano Fernando López Gil, o los exconsejeros Rodrigo Sánchez Haro y Javier Fernández; junto a jóvenes diputadas del Parlamento, como Olga Manzano y Alicia Murillo.
Montero ha revitalizado al PSOE andaluz, pero el partido sigue teniendo muchos de los problemas que tenía ayer: carece del pegamento que proporciona el BOJA -Boletín Oficial de la Junta de Andalucía- y ese forcejeo entre compañeros por controlar las secretarías provinciales como plataforma de lanzamiento para las próximas listas electorales ha sido el reverso de la unidad pretendida en este Congreso. Este lunes y martes se abre el plazo de presentación de precandidaturas para liderar el PSOE andaluz en las ocho provincias y existe tormenta de fondo en siete de ellas.
“María Jesús no se merece esto”, se lamentaba una veterana del PSOE jiennense. La dirigente sevillana ha tomado el control de la federación más numerosa del partido -en torno a 40.000 militantes- con el dificilísimo reto de disputar la mayoría absoluta al PP de Juan Manuel Moreno en un plazo récord de año y medio. Ha llegado empujada por los suyos y por Pedro Sánchez, y a cambio ha pedido, ha exigido “unidad” a las familias socialistas y “movilización” a la militancia. “He venido a ganar. Os necesito a todos todo el rato”, se ha cansado de decir.
Guerra civil orgánica en Jaén
Mientras Montero y su equipo negociador convocaban en un hotel de Granada, uno a uno, a los elegidos para entrar en la ejecutiva regional, en el recinto congresual se estaban disputando siete partidos a la vez. Aguas turbulentas bajo el puente. Muchos de los delegados presentes eran ajenos a la composión del nuevo equipo que estaba montando la secretaria general del PSOE andaluz, y tenían toda su concentración puesta en recoger avales, amarrar fidelidades, afianzar pactos y consolidar sus opciones para los congresos provinciales. Entre el lunes y el martes se registrarán las candidaturas.
Málaga fue el primer territorio en apaciguarse, logrando un consenso a media tarde en torno a la figura del diputado Josele Aguilar, que ocupará la secretaría general de su provincia después de que Dani Pérez renunciase a disputar la reelección. Jaén, en cambio, era el escenario de una guerra civil sin precedentes. Una provincia que tradicionalmente ha sido uniforme y con la militancia más disciplinada se ha presentado rota en pedazos, abiertamente enfrentada y dispuesta al choque de trenes.
Nadie daba crédito a lo que está pasando en Jaén. Los más veteranos empezaron la jornada convencidos de que los candidatos tensaban la cuerda para lograr una mejor posición negociadora, pero bien entrada la tarde, el secretario provincial, Francisco Reyes, conjuraba en una esquina para atornillar a su delfín, Juan Latorre (alcalde de Arjona); y el segundo en la Secretaría de Organización del PSOE federal, Juan Francisco Serrano, hacía un marcaje cerrado al regidor de Marmolejo, Manuel Lozano, que días antes había prometido su voto a la portavoz parlamentaria, Ángeles Férriz.
El enfrentamiento entre Reyes y Férriz ha sido la olla a presión del congreso regional “de unidad”. El peso de la Diputación Provincial de Jaén y sus tentáculos en las agrupaciones locales frente al tirón de la diputada y exvicesecretaria general del PSOE andaluz. Convencido el primero de que la fidelidad al líder garantiza la mayoría a su delfín; convencida la segunda de que ha recopilado tantos avales y apoyos por los pueblos de Jaén como recelos acumula Reyes tras 14 años como secretario provincial.
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Sevilla es la única provincia asentada. El liderazgo de Javier Fernández de los Ríos, a la sazón presidente de la Diputación Provincial, está más que consolidado. No sólo ostenta un poder institucional que sus homólogos no tienen, también se le reconoce su ascendencia sobre Montero, su autoridad dentro del PSOE andaluz. El socialismo sevillano ha esgrimido músculo en el Congreso, con 88 delegados y más de 300 invitados.
Fernández de los Ríos ha pedido a los suyos “generosidad, orgullo y responsabilidad”. Que no caigan en el “chovinismo de lo cuantitativo”, un mensaje a una agrupación que contó con 19 miembros en la ejecutiva saliente de Juan Espadas, y a la que se le distingue históricamente un hambre incontenible por ocupar espacios en lo orgánico.
En Granada, el secretario provincial saliente, Pepe Entrena, ha recibido antes de las dos de la tarde a cinco dirigentes de su agrupación dispuestos a ocupar su puesto, entre ellos el delegado del Gobierno en Andalucía, Pedro Fernández, y el exalcalde de Granada, Francisco Cuenca. Bien entrada la noche habían logrado cierto consenso en torno al primero.
En Cádiz volverá a concurrir el líder actual, Juan Carlos Ruiz Boix, que fue el primero en desmarcarse públicamente de Espadas y mover el avispero crítico para cambiar la ejecutiva regional. Con él están los susanistas de la vieja guardia, como Manuel Jiménez Barrios; y frente a él se mueve la exsecretaria general de Cádiz y diputada, Irene García, que promociona a un candidato alternativo, Jaime Armario, concejal en San Fernando.
En Huelva, la secretaria general, Maru Limón, ha llegado a un acuerdo con el que iba a ser su contrincante, el exvicepresidente de la Diputación Provincial de Huelva y líder del sector crítico del PSOE onubense, Ezequiel Ruiz, para cerrar una lista conjunta.
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En Córdoba, la provincia donde el PSOE está más debilitado, donde más afiliados ha perdido hasta ponerse por detrás de Almería, la secretaria general, Rafi Crespín, ha pasilleado por el Congreso en busca de avales, mientras otras dos candidaturas pululaban a su alrededor, amenazando con unas primaras a tres para repartirse los trozas del naufragio. Crespín mantiene el apoyo de alcaldes de Montilla, Baena o La Carlota, pero su número dos y portavoz en la Diputación Provincial, José Antonio Romero, tiene el respaldo de la exalcaldesa y diputada Isabel Ambrosio. El tercero en discordia es el regidor de Iznájar, Lope Ruiz, apoyado por otro exsecretario provincial, Antonio Ruiz.
En Almería, el secretario general, Juan Antonio Lorenzo, mantiene su intención de continuar, frente a la exalcaldesa de Níjar, Esperanza Pérez.
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