El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon.
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En un mundo convulso, marcado por conflictos armados, crisis humanitarias y desigualdades estructurales, la cooperación al desarrollo y la solidaridad internacional se erigen como herramientas esenciales para construir sociedades más justas e igualitarias. Estas políticas no solo promueven el progreso económico y social, sino que también son fundamentales para garantizar los derechos y el bienestar de millones de mujeres y niñas que, en muchos casos, son las más afectadas por las adversidades globales.
Las cifras actuales reflejan una realidad alarmante para las mujeres y niñas a nivel global. Según datos de Naciones Unidas, una de cada diez mujeres en el mundo vive en condiciones de pobreza extrema. Además, se prevé que, para 2030, el 8% de las mujeres y niñas seguirán enfrentando esta situación, lo que equivale a más de 340 millones de personas.
El número de mujeres y niñas que residen en zonas afectadas por conflictos se ha duplicado desde 2017, alcanzando los 614 millones en 2024. En estos contextos, las mujeres tienen 7,7 veces más probabilidades de vivir en pobreza extrema. Además, se estima que, en menos de una década, el cambio climático empujará a 236 millones más de mujeres y niñas hacia la inseguridad alimentaria.
Las crisis humanitarias actuales están exacerbando las desigualdades de género y afectan desproporcionadamente a las mujeres y niñas. Ante este panorama, la cooperación al desarrollo y la solidaridad internacional se presentan como mecanismos indispensables para promover la igualdad de género y mejorar las condiciones de vida de las mujeres en todo el mundo, dado que estas iniciativas permiten invertir en sectores laborales que contribuyen a cerrar las brechas de género en el empleo; priorizar la educación y la planificación familiar, brindándoles herramientas para un futuro más prometedor; o fortalecer las capacidades de liderazgo de las mujeres y garantizar su participación en la toma de decisiones que permiten construir sociedades más equitativas y representativas.
En el ámbito aragonés, la Federación Aragonesa de Solidaridad (FAS) ha desempeñado un papel crucial en la promoción de la cooperación y la igualdad de género. Fundada en 1994, la FAS agrupa a más de medio centenar de organizaciones no gubernamentales de desarrollo y trabaja en educación, sensibilización y formación en cooperación internacional. Su labor ha sido reconocida con diversos premios, destacando su compromiso con los valores de justicia social e igualdad.
La cooperación al desarrollo y la solidaridad internacional son más que actos altruistas; son inversiones estratégicas en un futuro más igualitario y sostenible. En un contexto internacional donde las mujeres y niñas enfrentan desafíos desproporcionados, es imperativo que las políticas públicas, desde lo local hasta lo global, asuman una escala de valores democráticos, que van desde la convicción en la justicia social hasta la necesidad de incorporar la perspectiva de la igualdad para acometer las acciones necesarias que nos permitan afrontar la realidad que atraviesan millones de mujeres y niñas en todo el mundo.
Únicamente a través de un compromiso firme y sostenido con la solidaridad internacional y con la igualdad podremos aspirar a sociedades donde todas las personas puedan desarrollar sus proyectos de vida desde el reconocimiento de sus derechos humanos, que, aunque actualmente se perciban como un privilegio, no son sino los derechos más básicos que asisten a cualquier persona en una sociedad que se precie de ser decente.
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