Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

El éxito en la integración de los menores migrantes acogidos en Añón de Moncayo: “El rural les brinda más oportunidades”

Actividad realizada desde el programa 17+ en Zaragoza con la Fundación Entreculturas

Candela Canales

4 de abril de 2025 23:19 h

1

Desde 2018 la localidad zaragozana de Añón de Moncayo, de 216 habitantes, acoge un centro para menores migrantes. En estas instalaciones, jóvenes de 14 a 18 años reciben formación académica y se preparan para incorporarse al mundo laboral, “son chicos jóvenes que vienen con muchas ganas”, explica Julia Ortega, responsable territorial de Accem en Aragón. La mitad de los jóvenes son de origen magrebí, de Marruecos y Argelia, y el resto son de origen subsahariano. “Durante este año seis de los jóvenes han empezado a trabajar en empresas de la zona y todos los que tienen más de 16 años están apuntados en el INAEM en búsqueda de empleo”. 

El centro de Añón de Moncayo cuenta con 14 plazas destinadas a niños, niñas y adolescentes migrantes no acompañados. La ubicación del centro en la comarca de Tarazona orienta la intervención con los menores hacia la inserción en el mundo rural, ofreciendo oportunidades reales de integración social y laboral y permitiendo también la renovación demográfica y el rejuvenecimiento de la comarca.

Ortega explica que, especialmente al principio, costaba que los jóvenes quisieran acudir a este centro al estar en un pueblo tan pequeño. “Es algo consensuado, se les ofrece ir al entorno rural, al principio teníamos más reticencias excepto con los perfiles de chicos que provenían de pueblos, pero funciona mucho el boca a boca y al final han sido conscientes de que les brinda muchas más oportunidades”. 

La responsable territorial de Accem asegura que, aunque la oferta formativa puede parecer menor, “la no saturación de los servicios hace que puedan optar a muchas más cosas. En Zaragoza cuando entran no estudian lo que quieren, que suele ser mecánica u hostelería, estudian lo que quedan plazas libres”. Los jóvenes que están en Añón de Moncayo se pueden desplazar a Tarazona para estudiar mecánica o a Borja para cursar hostelería, “así ven que acaban estudiando lo que quieren y con posibilidad de encontrar trabajo. Los procesos de éxito en estas zonas son mucho más rápidos que en otros sitios como Zaragoza y al final los chicos quieren quedarse”. 

Autonomía al salir del centro

Debido a estas ganas de permanecer en la zona, se ha habilitado el programa 17+. Consiste en cinco viviendas ubicadas en Zaragoza y Tarazona, en las que hay 26 plazas de acogida dirigidas a jóvenes migrantes no acompañados de más de 17 años, con un alto grado de autonomía y responsabilidad y que hayan tenido alguna medida de protección por parte del gobierno autonómico siendo aún menores. El objetivo es que su estancia en estos pisos sea un puente de transición hacia la vida totalmente independiente.

El programa está pensado para “favorecer la autonomía y la independencia de los menores tutelados”, tal y como explica Ana Fustero, responsable del programa 17+. Está dirigido a menores que migran solos, pueden empezar a vivir en estos pisos todavía siendo menores y prolongar su estancia hasta los 21 o 22 años, “el único requisito es que estén estudiando o trabajando”. Durante esos primeros años de mayoría de edad, se mantienen en pisos tutelados por la entidad y cuando alcanzan esa autonomía “se plantea la salida del programa de forma paulatina. Se les va dando conocimiento de cómo funciona la sociedad para que puedan ser autónomos”, comenta la responsable.

Viven en los pisos en los que se gestionan con la comida y las labores de organización de la vivienda, “en cada piso hay una educadora, por las mañanas van a sus formaciones o trabajos y nosotras supervisamos que todo está en orden y que todo funciona bien. Hacemos tutorías para ver el proceso de forma individual de cada chico, lleva una vida muy independiente pero con supervisión”. 

Ahora mismo hay 21 chicos viviendo en estos pisos, “la gran mayoría o se están formando o están trabajando, inicialmente acceden a trabajos muy temporales de corta duración, en 2024 tuvieron 70 contratos entre todos, temporales, pero 12 de estos fueron estables, de una duración más amplia, entendemos que sí que hay un éxito de integración laboral, aunque nos gustaría más, creemos que siendo tan jóvenes es bastante positivo que haya tantas contrataciones”. A nivel social, Fustero explica que tratan de favorecer una integración total pero que “cuesta un poco”: “Más que por ellos por la percepción de la sociedad con los discursos de odio, son chavales con muchas ganas de trabajar y de integrarse, y de aportar a esta sociedad”.

Acogida “amable”

La acogida del pueblo es “amable”, dice Ortega, puesto que hace muchos años ya había un centro de estas características: “Siempre nos hemos sentido apoyados por el pueblo, son conscientes de que el centro es un factor de dinamización del entorno. Da trabajo cualificado y ofrece mano de obra a las empresas de la zona”. 

La mayor parte del ocio de estos menores se hace en la localidad cercana de Tarazona, “hacen sus actividades deportivas, son uno más. También están empezando a participar como voluntarios en actividades que hay en el pueblo en el centro de personas mayores. Fustero explica que la forma de integrarse y relacionarse con la gente de la zona está siendo el deporte y el sistema educativo: ”Estos chavales que están formando parte de equipos de fútbol donde juega todo el mundo vemos que se están relacionando con otros jóvenes y esto está favoreciendo que creen sus propias redes. En el ámbito de formación todos los chavales que están estudiando se relacionan con chicos de su edad también está permitiendo que generen más comunidad“. 

“Hubo un incendio hace tres años y nuestros chicos estuvieron ayudando de una forma muy organizada, atendiendo a las indicaciones que les daban, es un entorno amable y donde la inserción está siendo tranquila y satisfactoria para todas las partes”. Ortega resalta que, sobre todo, “no hay que perder de vista que son menores, niños y niñas vulnerables por ser migrantes que viajan solos y necesitan acompañamiento”. 

Fustero también reivindica que, muchas de las carencias y necesidades, surgen cuando salen del programa para, por ejemplo, acceder a un alquiler. Por ello, trabajan la emancipación de forma paulatina: “Hasta que no encuentran un sitio los mantenemos en el programa, todo esto se trabaja con tiempo, no son salidas precipitadas, están muy organizadas, si vemos que no hay una alternativa se mantiene en el programa. Cinco de los chicos que salieron el año pasado salieron compartiendo piso”. 

Etiquetas
stats