Esta es la nueva tasa de alcohol al volante que la DGT aplicará en 2025

La Dirección General de Tráfico (DGT) prepara un cambio profundo en una de las normas más conocidas —y a menudo ignoradas— de la conducción en España: el límite legal de alcohol en sangre. A partir de 2025, si no hay cambios en la redacción del nuevo Reglamento General de Circulación, el umbral general pasará de los actuales 0,25 miligramos por litro en aire espirado (0,5 g/l en sangre) a solo 0,1 mg/l (0,2 g/l). La medida, que supondrá una reducción de más del 50 % del margen actual, afectará a todos los conductores y sitúa a España en la senda de los países que avanzan hacia una tolerancia cero de facto, aunque el texto no lo declare explícitamente.
Esta modificación no es puntual. Se enmarca en la revisión más ambiciosa del reglamento de circulación desde 2003 y responde a una doble presión: por un lado, los datos nacionales, que indican que el alcohol sigue siendo un factor presente en uno de cada tres accidentes mortales; por otro, el empuje normativo desde la Unión Europea, que ha instado a los Estados miembros a endurecer sus estándares en línea con la estrategia “Visión Cero” para reducir las muertes en carretera. En ese contexto, la rebaja de la tasa de alcoholemia no es simbólica: tiene el potencial de cambiar hábitos normalizados como el consumo moderado de alcohol antes de conducir, una práctica socialmente aceptada pero estadísticamente peligrosa.
Los datos
De hecho, según datos del Observatorio Nacional de Seguridad Vial, más del 60 % de los conductores que dieron positivo por alcohol en siniestros con víctimas no superaban el límite legal actual. Es decir, circulaban “dentro de lo permitido”. Este dato ha sido determinante para el giro normativo. La DGT sostiene que incluso las tasas consideradas bajas o moderadas suponen un riesgo claro para la seguridad vial. “La única tasa segura es 0,0 g/l”, insisten desde el organismo, y la futura regulación busca reforzar precisamente ese mensaje: el único consumo seguro al volante es ninguno.
Las implicaciones prácticas son claras: una sola copa de vino o cerveza podrá ser suficiente para dar positivo en un control. El margen para consumir y conducir sin sanción se reducirá drásticamente, especialmente para mujeres de peso medio o personas con poca tolerancia al alcohol. En la práctica, el cambio convierte en inviable el cálculo personal del “puedo o no puedo conducir” tras beber, uno de los hábitos más extendidos en España. Con la nueva tasa, los márgenes individuales desaparecen casi por completo.
Aún no hay fecha de entrada en vigor
La reforma aún no tiene fecha exacta de entrada en vigor, pero sí forma parte del borrador ya redactado del nuevo reglamento, concretamente en su artículo 20. El Ministerio del Interior ha señalado que la aprobación definitiva está prevista para algún momento de 2025, una vez superado el proceso normativo y revisadas las aportaciones técnicas y jurídicas. Mientras tanto, la DGT ya ha comenzado a incluir la nueva tasa en sus campañas y materiales informativos, en un intento de preparar a la ciudadanía para el cambio cultural que implica.
Junto a la reducción del límite, el organismo prevé intensificar los controles y aumentar la presencia de pruebas de alcoholemia en zonas urbanas, puntos habituales de ocio nocturno y vías interurbanas. Esta política se refuerza con una afirmación clara de Sanidad: no existen métodos fiables para reducir la tasa de alcohol antes de un control. Correr, beber agua, tomar chicles o esperar una hora no cambian sustancialmente la metabolización del etanol. El hígado elimina entre 0,10 y 0,12 gramos por litro cada hora, una tasa que no se puede acelerar, por más que existan mitos populares al respecto.
Otras reformas recientes
Este endurecimiento del límite se suma a otras reformas recientes del marco sancionador, como el aumento de los puntos retirados por conducir bajo los efectos del alcohol y la reincidencia, o la obligatoriedad de los dispositivos de bloqueo por alcohol para determinados vehículos de transporte. En conjunto, todo apunta a un cambio de paradigma: conducir después de haber bebido, incluso mínimamente, empieza a dejar de ser tolerado legal y socialmente.
A largo plazo, la DGT aspira a que la reforma no solo reduzca el número de siniestros, sino que también modifique patrones culturales profundamente arraigados. Ir en coche después de una comida con vino o tras una cerveza rápida se ha mantenido como práctica habitual, pese a las campañas de concienciación. El nuevo límite legal busca cortar ese hábito desde su raíz. La transición será paulatina, pero su objetivo es inequívoco: acercar España a un modelo de conducción libre de alcohol en todo momento.
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