Nicolás Melini publica su nueva novela, 'El turista sin equipaje', ambientada en La Palma

La Palma Ahora

Santa Cruz de La Palma —

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Publicada por la editorial Confluencias, El turista sin equipaje narra una investigación por un posible crimen, para acabar adentrándose en el misterioso cauce del mito. En lo más alto de un pino muy alto, en la isla de La Palma, aparece ahorcado un alemán. El comisario Nieves y un joven comisario, Sigui, investigan lo sucedido. Aparentemente, el ahorcado ha llegado a la isla, se ha dirigido al bosque y se ha suicidado, nada que investigar. Pero la isla posee sus propias fuerzas telúricas, la extrañeza lo envuelve todo y la investigación se encuentra en manos de personas muy particulares. 

El turista sin equipaje es una historia coral. En la novela destaca el humor soterrado sobre unas situaciones surreales y un material humano especial y bien definido. En ocasiones, se refleja en ella el habla de los palmeros. En tiempos, El turista sin equipaje fue un proyecto de largometraje que Nicolás Melini quiso rodar en la isla de La Palma. Federico Luppi había aceptado hacer el papel protagonista, el comisario Nieves. 

En esta historia, la isla es un personaje más: pinos, mar, túneles, puerto, avenida marítima, el Teatro Chico, barbolos y cernícalos. También la idiosincracia palmera: la pesca sobre un brazo de lava, Santa Cruz y Cruces Santas, casonas y balcones, Lo Divino, Manolo Blahnik y el chisme, la supervivencia al movimiento sísmico y la erupción volcánica. Entre otros muchos elementos como: el catolicismo omnipresente, el guiri, el fútbol local (C.D. Mensajero y S.D. Tenisca), la sorna palmera… Finalmente, lo universal: el mesías, la violencia ritual, las bajas pasiones, la rivalidad mimética, el carácter genuino de los personajes, el enigma y su revelación… 

No se trata de una novela provocativa en lo emocional. Pero, si se piensa bien, sí lo es: provocativa. 

El autor nació en una ciudad cuyo nombre es Santa Cruz (de La Palma). Es toda una proposición de vida hoy normalizada: cruces en todos los rincones, nadie entra en conflicto con ello. “El turista sin equipaje nos lleva desde esa normalidad aburridísima hasta donde comprendemos la verdadera esencia de ello. Dónde estamos, ¿en el momento que, por medio de una pequeña cruz dispuesta a los pies de un pino, para recordar la muerte de alguien, se representa anodinamente nuestro catolicismo? ¿Es esa toda nuestra cristiandad?”. 

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