Camino al Cañón del Río Lobos. Un paseo por lo mejor de Soria

Entorno del Cañón del Río Lobos.

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¡Me caso en Soria! El bandido Fendetestas, uno de los personajes del genial ‘El bosque animado’ (una novela imprescindible firmada por Wenceslao Fernández Flórez), soltaba este ‘improperio’ cada vez que asaltaba a algún paseante que osaba internarse en la Fraga de Cecebre, uno de esos bosques gallegos llenos de leyendas y criaturas asombrosas. Soria como ejemplo de lo remoto. Casi desconocido. La provincia soriana es uno de esos rincones que una vez se descubre no deja indiferente. Y para bien. Cuenta con grandes centros patrimoniales dignos de verse como la propia capital soriana o nuestra adorada Sigüenza , la población medieval que sirve de hogar para la estatua funeraria medieval más bonita de España (el famosísimo Doncel). La provincia merece una visita. Junto a Jaén, Teruel y las dos provincias extremeñas creemos que es el mejor lugar de España para hacer turismo de interior. Porque lo tiene todo. Hoy te vamos a proponer una ruta que parte desde el Burgo de Osma y se interna en el Cañón del Río Lobos, uno de los cuatro grandes espacios naturales de este territorio (otros lugares que hay que ver al menos una vez en la vida son la Sierra Cebollera, el entorno de la Laguna Negra y el mítico Moncayo).

El Burgo de Osma es el punto de entrada hacia las cabeceras del Río Lobos. Villa monumental que nos traslada a la Edad Media. Una de las grandes virtudes de Soria es que sus pueblos se han mantenido prácticamente intactos a lo largo de los siglos. Y el Burgo de Osma es uno de los mejores ejemplos de ello. Un pueblo mediano tirando a pequeño que, por ejemplo, presume de su propia catedral. Sí, catedral. Y para explicar esta curiosidad hay que irse hasta el siglo X, cuando el lugar se convirtió en plaza clave de la frontera sur de la Cristiandad frente a Al-Ándalus. Cruzamos el Río Ucero por el Puente de Osma, pasarela de piedra de factura medieval pero origen aún más antiguo, para ver lo que queda del Castillo de Osma. Esta fortaleza aupada en un roquedal situado en la confluencia de las hoces del Ucero y el Abión fue el baluarte de defensa más importante del reino de León frente al Califato de Córdoba.

Desde el Castillo podemos ver una amplia panorámica que se extiende hasta las orillas del Duero, frontera entre cristianos y musulmanes durante varios siglos de idas y venidas, ataques y contraataques. Ahí, frente a los muros del castillo, y cruzando el Ucero, podemos visitar el Yacimiento Arqueológico de Uxama (acceso desde N-122), una de las muchas poblaciones íberorromanas que pueden verse en esta zona de la Península Ibérica. La estrella del lugar es la llamada como Casa de los plintos, una enorme domus nobiliaria de más de mil metros cuadrados que debió pertenecer a una de las familias más ricas de Hispania. Aquí podemos ver la planta de una ciudad con 20 habitaciones, piscina, patios y hasta una bodega particular. La ciudad romana va saliendo a la luz poco a poco dejando al descubierto monedas, casas, foros, cloacas y grandes cisternas. Uxama floreció con Roma, sobrevivió con la Hispania visigoda y cayó en el olvido con la conquista islámica, cuando quedó en tierra de nadie.

El Burgo de Osma nació y creció de espaldas a la vieja Uxama. Pero la importancia estratégica del lugar para la defensa y poblamiento de la zona atrajo también a la Iglesia que convirtió al incipiente pueblo en sede episcopal. Entramos en el Burgo pasando sobre el Río Ucero por el Puente Viejo (medieval) y pasando las murallas a través de la Puerta de San Miguel. Ya desde el primer momento nos encontramos con una ‘ciudad’ de porte monumental que se presenta al visitante mediante la Catedral de la Asunción (Plaza de San Pedro, 2). De sus tiempos románicos quedan algunos rastros en la Sala Capitular y el Claustro, porque la mayor parte de su fábrica va del gótico final del XIV al barroco tardío y el neoclásico del XVIII (con la torre campanario como máxima expresión). ¡Qué más quisieran muchas capitales de provincia tener una catedral como ésta!

El burgo floreció con la expansión de los reinos cristianos hacia el sur. Y eso queda plasmado en su callejero. Pequeños y grandes palacios, casonas, vías porticadas (con impresionantes vigas de madera) y una de las plazas mayores más bonitas del país. Aquí puedes ver, por ejemplo, el Hospital de San Agustín (Mayor, 4), un gran edificio de estilo renacetista que hoy alberga la Oficina de Turismo de la localidad.

Ucero y la boca del Cañón del Río Lobos.- Desde el Burgo de Osma seguimos el cauce del Río Ucero hasta toparnos con un pueblo partido por la mitad por un profundo tajo excavado por el río a lo largo de los milenios. Estamos en Ucero, que toma el nombre del caudal de agua que lo parte por la mitad. El pueblo es bonito de ver y tiene algunas cosas interesantes. La más curiosa es el Canal Romano (SO-P-5119), un túnel de casi 150 metros horadado en la roca y que formaba parte del sistema de acueductos que conducían el agua hasta la vieja Uxama. En el pueblo date una vuelta por los alrededores de la Iglesia de San Juan Bautista (General Yagüe, 17), cruza el puente sobre el río y acércate al Castillo de Ucero, desde donde puedes ver una bonita panorámica sobre el cañón.

El Ucero se convierte en el ‘Río Lobos’ al pasar el pueblecillo. Un viejo molino de agua se ha reconvertido en el Centro de Interpretación del Cañón del Río Lobos (Carretera SO-920). Desde aquí nos adentramos en un paisaje alucinante. Lo rimero que sorprende es la feracidad del fondo del cañón en comparación con la adustez castellana del campo circundante. Agua. Agua que excavó pacientemente una trinchera que alcanza los 24 kilómetros de longitud y que sirven para conectar el entorno del Duero con las alturas de un imponente sistema de valles y montañas que sirve de nexo a los territorios de Soria, Burgos y La Rioja (un espacio que incluye mitos como Atapuerca, Santo Domingo de Silos, Santo Domingo de La Calzada o los famosos Montes de Oca, uno de los pasos míticos del Camino de Santiago. ¿Y los lobos? Poco a poco van volviendo y recuperando lo que fue suyo. Otro aliciente más para venir por aquí.

La carretera de acceso al cañón permite adentrarse algunos kilómetros en la garganta y ver sin esfuerzo algunos de sus hitos: como el lugar donde el Ucero se convierte en el Río Lobos y la Cueva de la Galiana, una gran cavidad repleta de estalactitas y estalagmitas. Pero el icono de la Cañón del Río Lobos es en entorno de la Cueva de San Bartolomé. Para llegar hasta aquí hay que dejar el coche en un parking y caminar poco más de un kilómetro. La cueva es un lugar de gran belleza y, también, testigo del paso de los siglos desde la Edad del Bronce a la Edad Media. Aquí puedes encontrar algunos grabados rupestres y restos de su uso como eremitorio. Muy cerca de aquí se encuentra la Ermita de San Bartolomé, una sencilla construcción románica en medio del cañón. El entorno es fantástico.

Fotos bajo Licencia CC: Miquel Pellicer; Jim Anzalone; Miguel Ángel García; Manuel Alende ; Emilio del Prado; Pirineísta; Bianca; Bartwatching

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