Enrique Serrano Cañadas es uno de los más de dos centenares de expertos que se han posicionado en contra del proyecto de la carretera Reinosa-Potes que pretende construir el Gobierno cántabro que preside María José Sáenz de Buruaga (PP) en plena Cordillera Cantábrica. Este catedrático de Geografía Física en la Universidad de Valladolid e investigador precisamente sobre la Cordillera Cantábrica y Alto Campoo ha firmado el manifiesto promovido por la formación política Cantabristas contra esta polémica infraestructura, cuya idoneidad no duda en poner en tela de juicio.
Y es que Serrano, en esta entrevista con elDiario.es, enumera las innumerables pérdidas y perjuicios a nivel de patrimonio natural y cultural, así como de impacto ambiental si finalmente se llevase a cabo, que tacha de “descalabro paisajístico”, al tiempo que asegura no suponer una garantía para fijar población en las zonas afectadas, en los valles de Polaciones, Liébana o Campoo. “Podemos poner muchos ejemplos en ámbitos de montaña donde las carreteras han servido para que se vacíen los valles”, apunta, rechazando también su utilidad turística. “Lo digan o no, la carretera está orientada al turismo, y yo no veo el sentido de que el turista necesite pasar por ahí para ir a Liébana”, recalca.
Como experto en geomorfología y ecosistemas de montaña, ¿cuáles son los principales impactos irreversibles que podría generar la construcción de la carretera Reinosa-Potes en la Cordillera Cantábrica?
Hay dos niveles de impacto que serían los dos graves en este aspecto. Por una parte, sería a nivel paisajístico. El deterioro del paisaje, entendido el paisaje como la integración de los elementos que son geomorfológicos (suelo y vegetación) sería un descalabro. ¿Por qué? Porque atravesaría por bosque en alguna zona en alto de Polaciones y por otras zonas de pradera y de montaña supraforestal. Además, habría un efecto de deterioro sobre todo hidrológico. Si hay un túnel que atraviesa de una cuenca hidrográfica a otra, y lo hemos visto en Asturias, puede dar problemas de trasvases de aguas que no se deben y problemas tanto geotécnicos –que yo ahí no entraría tanto– como ecológicos, de una parte del agua de un lado que se vaya hacia el otro. Y en una carretera, las aguas que lleguen por encima y por debajo de la misma ya van a funcionar de modo distinto.
En cuanto a procesos, teniendo en cuenta que son unas zonas con muchas pendientes, habría un cambio dinámico. Y luego tendrían que eliminar una parte de la vegetación, porque son zonas de pendiente, no es un rellano. Todo eso, en conjunto, provocaría un cambio paisajístico significativo en una zona muy emblemática. No sé exactamente por dónde iría el trazado, no va a pasar por el parque del Saja, pero sí por las cuencas altas de Polaciones y, precisamente, por las zonas más bajas de Campoo, que podrían estar profundamente afectadas por este proyecto. Por eso, cuando hablamos de una infraestructura hay que sopesar si se puede acometer y si se pueden perder esos valores, que cambien todos esos procesos y la dinámica de los torrentes, de los arroyos y, por tanto, de los ríos hacia aguas abajo, de las laderas...
El manifiesto que ha firmado advierte sobre la fragmentación de hábitats y la alteración de corredores ecológicos. ¿Podría explicar cómo afectaría esto a especies clave como el oso pardo y otras protegidas por normativas europeas?
Habría alteraciones del bosque y las zonas de pradera y, por tanto, también de esos ecosistemas que están implicados en esas zonas de transición. Quizá el oso sea el más llamativo, porque es una zona osera, pero con él muchas otras especies se alterarían. Creo que es una pena perder todo eso en favor de una comunicación sobre la que hay que valorar si de verdad es necesaria y si va a ser efectiva en la ordenación de ese territorio, de esos dos valles que se conectan a través de un tercer valle, que es el de Polaciones.
La población de Liébana y de Campoo no necesita comunicarse entre sí, no se ha comunicado nunca, no tiene una tradición y no lo necesita
Desde una perspectiva ambiental, ¿qué efectos a largo plazo podría tener esta carretera en el equilibrio entre turismo y conservación?
Bueno, a medio y largo plazo, cuando esté determinada, va a ser una canalización de flujo turístico. Sí puede beneficiar a llegar a Potes desde Madrid o Palencia, desde ese eje por la autovía hasta Reinosa. Se van a ahorrar media horita o así, pero eso solo en verano, porque en invierno, al ser una cara norte necesitará de inversiones para que esté funcionando o le pasará como al puerto de Palombera, que durante muchos días va a estar cortado. De manera que el proyecto es fundamentalmente para un turismo de flujo hacia Liébana, que no necesita. Y, por otro lado, los habitantes locales de Polaciones creo que no se van a beneficiar en gran medida. Puede haber un acceso más fácil, pero es que para llegar a Polaciones hay carreteras suficientes, sobre todo desde este lado, desde el sur de la cordillera. Y la población de Liébana y de Campoo no necesita comunicarse entre sí. No se ha comunicado nunca, no tiene una tradición y no lo necesita. No están articuladas prácticamente ni la economía ni los flujos de ningún tipo entre esas dos poblaciones. No fijaría población en ningún lugar, los vehículos pasarían de largo en un sentido y en otro. Pasarían algunos camiones de transporte, pero como sería una carretera de montaña tampoco va a ser un flujo prioritario para el transporte comercial. Así que, lo digan o no, está orientada al turismo, y yo no veo el sentido de que el turista necesite pasar por ahí para ir a Liébana.
Entonces el proyecto iría en la dirección contraria del objetivo de promover iniciativas que eviten las masificaciones turísticas y que sean sensibles con la conservación del patrimonio natural y el medio ambiente, ¿no?
Sí, el recurso turístico más amable, de naturaleza, un ecoturismo, un geoturismo, se lo cargarían en esa zona de Liébana, que es la que puede tener este recurso ligado al patrimonio natural, que aporta servicios ecosistémicos y recursos culturales que pueden atraer a visitantes, porque son elementos muy valiosos. Todo eso, en gran medida, lo perderíamos. Por tanto, se trataría de una carretera que conectaría puntos más o menos alejados, que permitiría un flujo de turistas relativamente rápido, pero perderíamos muchos recursos naturales, no extractivos, que podemos utilizar como otro tipo de recurso que beneficie también a la población, que permita fijarla en cierta medida. Si se pierden esos recursos patrimoniales y naturales, y hay una buena carretera, lo que va a hacer la población es irse a trabajar a otro lugar y volver al pueblo los fines de semana o en Navidades. No forzosamente el trazar una carretera, y menos de alta montaña, va a fijar población ni en Polaciones, ni en Llébana ni en Campoo. ¿Y por qué? Podemos poner muchos ejemplos en ámbitos de montaña donde las carreteras han servido para que se vacíen los valles y no para que se fije la población.
El coste estimado de la carretera rondaría los 100 millones de euros, según ha trasladado el Gobierno de Cantabria. ¿Cómo valora el gasto que se proyecta en este tipo de infraestructuras frente a la necesidad de invertir en conservación, protección a la biodiversidad y mitigación del cambio climático?
Tenemos un Ministerio de Transición Ecológica, hay unas consejerías de Medio Ambiente que gastan dinero, que sobre todo hacen planes en un sentido y, de pronto, gastamos 100 millones en algo como esto. Estamos haciendo políticas contrarias. Lo primero que tendrían que hacer es ponerse de acuerdo en qué es lo que más valora la sociedad. Creo que hoy día se valora el conservacionismo precisamente en una región que tiene unos elementos muy valiosos y que podemos conservar, y que nos hacen excepcionales frente a otros entornos. Ahí es donde yo creo que hay que poner el foco. Si invirtiéramos 100 millones en conservación de la naturaleza tendríamos unos paraísos y unos recursos patrimoniales fantásticos, pero nadie se plantea invertir todo ese dinero. Esos 100 millones para esta carretera irían en detrimento de todo lo que he señalado anteriormente, de conservar ese patrimonio y los valores excepcionales que luego son los que pueden atraer a visitantes, si es lo que buscan. Va a ser un dinero que va a significar sobre todo deterioro.
El Gobierno de Cantabria se ha gastado ya 420.000 euros en un informe técnico sobre la viabilidad de la carretera. En su opinión, ¿qué aspectos debería contemplar un estudio serio de impacto ambiental en una zona tan sensible como esta?
En otra legislatura anterior también hubo otro estudio previo, también se gastó un dinero y luego no valía, porque pasa mucho tiempo y hay que volver a hacerlo. En cierta medida podemos pensar que se está tirando el dinero, pero la evaluación de impacto ambiental es una técnica suficientemente establecida ya, en la que hay que ir por partes y aplicarla con criterio. Y todos sabemos que también puede haber influencias de todo tipo, como políticas y sociales, pero con una evaluación de impacto ambiental clásica no habría que inventar nada nuevo y, probablemente, si no hay intromisiones en quien la elabora, no creo que saliera que ahí no hay impacto ambiental y que no es un impacto ambiental elevado como para que cause más perjuicio que beneficio. Hablo de beneficio social, ecológico y ambiental.
La montaña es un espacio muy frágil, y cuando intervenimos sobre ella, toda esa motivación que tiene para el visitante o para el poblador local se rompe, se pierde y, por tanto, se destruyen los elementos naturales que están ahí muy presentes
¿Cree que tanto en Cantabria como en España se escucha lo suficiente a la comunidad científica, a los expertos, en la toma de decisiones políticas que afectan al medio ambiente o a estos espacios naturales?
Hombre, yo creo que no [ríe]. Claro, me lo preguntas a mí, que estoy más implicado y siempre nos parece que no se tiene en cuenta y no se hace suficiente caso... Unas veces porque estamos muy desconectados, otras porque simplemente no interesa. Pero entre lo uno y lo otro, en general, todavía estamos bastante alejados. La Cordillera Cantábrica, Pirineos, todo el norte y en todos los lugares de España sufren los mismos problemas. Pero eso no quita para que ahora mismo este proyecto afecte a un rincón verdaderamente interesante y bien conservado. Campoo ya está afectado por el propio funcionamiento de la estación de esquí, que tiene un impacto también elevado, pero a esa zona le va a afectar y conviene que se tenga en cuenta las evaluaciones de impacto ambiental, que es algo que hay que realizar legalmente, que no se manipulen y que tampoco se soslayen de cara a una obra pública, que es de alto impacto porque está en un medio de montaña con muy fuertes pendientes.
La formación Cantabristas, promotora del manifiesto que ha firmado, colocó este fin de semana una pancarta gigante en Peña Labra para denunciar el “atentado medioambiental” que supondría la carretera Reionosa-Potes. El consejero de Fomento y Medio Ambiente, Roberto Media (PP), ha menospreciado esta acción reivindicativa, considerándola "idiota". Si tuviera la oportunidad de dirigirse directamente al consejero, ¿qué le diría al respecto y, sobre todo, en relación a la importancia de preservar este entorno natural y la responsabilidad que tiene en la toma de decisiones políticas sobre este asunto?
Sí, yo diría dos cosas. Por una parte, que ese activismo ha permitido sacar a la luz y mostrar un problema que está ahí, que está latente, y que probablemente gran parte de la sociedad no conocía. Y en ese sentido no daña ni la naturaleza ni a la sociedad, no ha hecho ningún daño a nadie, sino que ha sido una forma de expresión completamente legal y legítima. Y si tuviera que decirle algo al consejero, le pediría que viajara, que recorriera esos sectores, que viera la situación actual, a ser posible con algún naturalista o con algún científico que le explicara los valores y el patrimonio de ese área, y luego que encargargaran los estudios suficientemente serios para ver qué beneficios puede causar y, sobre todo, qué perjuicios puede ocasionar. Cuando impactamos en la naturaleza sabemos que nos va a afectar a prácticamente todas las sociedades, a los que viven allí y también a los visitantes. Y la montaña es un espacio muy frágil, y cuando intervenimos sobre ella responde muy rápido por las altas energías y toda esa belleza que tiene, y toda esa motivación que tiene para el visitante o para el poblador local se rompe, se pierde y, por tanto, se destruyen valores y elementos naturales, y patrimonio natural y cultural que están ahí muy presentes. Son tantas las pérdidas que yo le diría al Gobierno que sopese muy bien antes de lanzar algo que luego va a quedar ahí como una carretera para uso turístico. Si queremos invertir en turismo puede haber otros muchos elementos en los que se puede invertir más claramente u otros que ya están funcionando.