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La renta familiar de los catalanes está estancada en lo que llevamos de siglo, a pesar del crecimiento del PIB

Joan Ramon Rovira, jefe de estudios de la Cambra

Serafí del Arco

Barcelona —
27 de marzo de 2025 14:14 h

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El vigoroso crecimiento de la economía no se está trasladando de igual manera ni a los bolsillos ni en el bienestar de los catalanes. La renta familiar bruta disponible lleva estancada en lo que llevamos de siglo, a pesar de que el producto interior bruto (PIB) ha crecido en términos reales casi un 50%. Entre los motivos que explican esta divergencia está el acuciante encarecimiento de la vivienda, que cada vez pesa más en el gasto de los hogares, pero también el aumento de la presión fiscal “en frío” porque los gobiernos no han deflactado el aumento de la inflación, y que los salarios han crecido menos que el nivel de vida.

Esta es una de las principales conclusiones que se extrae del estudio sobre los Indicadores de Progreso y Bienestar (IPB) que ha presentado este jueves la Cambra de Barcelona y que ofrece una fotografía sobre el bienestar de la sociedad catalana, que va más allá del PIB.

Entre 2000 y 2024 el PIB catalán ha aumentado en términos reales un 48,9% acumulado, pero el PIB por habitante lo ha hecho tres veces menos (14,7%), durante el mismo periodo. El PIB per cápita de Catalunya ha ido divergiendo a la baja, desde niveles próximos a la media de las cinco principales economías de la UE (Alemania, Francia, Italia, Países Bajos y Bélgica) antes de la crisis del 2008 hasta situarse por debajo del 90% de esta media el 2023. ¿Por qué? Por una menor productividad, uno de los males endémicos de las economías española y catalana, y por un descenso en el porcentaje de personas en edad de trabajar respecto de la población total debido el envejecimiento, y que no ha sido del todo compensado por la inmigración.

Pero cuando se resta del PIB per cápita los impuestos y cotizaciones que pagan las personas y se suma las prestaciones monetarias que reciben del sector público (como las pensiones), para valorar la evolución del poder adquisitivo real de la población, se observa que “se encuentra estancado a niveles de hace un cuarto de siglo”. Así, mientras que en 2024, el PIB per cápita fue de 39.384 euros (en euros corrientes de 2024), la renta disponible cae hasta los 21.915 euros, el 85% de la media europea.

Esta cantidad mejora gracias a la intervención del sector público, con las prestaciones en especies a través de los servicios sociales (educación, sanidad y protección social). Cuando se tiene en cuenta este impacto, el nivel de bienestar aumenta casi un 20%, hasta los 25.679 euros, también con muy poca variación sobre el inicio del siglo. Pero cuando se analiza qué efecto tiene el gasto en vivienda, la renta se desploma de nuevo hasta los 20.133 euros.

El gasto en vivienda (incluyendo los suministros) representa una tercera parte de la renta disponible de los hogares catalanes y ha aumentado su peso en casi cinco puntos porcentuales, desde principios de siglo, lo que se traduce en un menor consumo y en menos capacidad para ahorrar. Al medir el impacto del gasto en vivienda de los hogares, la diferencia en el nivel de bienestar de Catalunya con la UE-5 es todavía mayor.

Tanto el presidente de la Cambra de Barcelona, Josep Santacreu, como el jefe del Gabinete de Estudios Económicos de la institución, Joan Ramon Rovira, señalan que la desigualdad se ha reducido, pero apremian a los políticos a que tengan en cuenta estos datos en el diseño de las políticas públicas. “Es una situación preocupante y que tiene un impacto directo en la desafección” de los ciudadanos, advierten.

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