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Autonomía defensiva o resignarse a la extorsión

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
27 de marzo de 2025 22:43 h

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En su discurso de despedida como primer ministro de Canadá, Justin Trudeau calificó de “desafío existencial” la política anexionista diseñada por Donald Trump. Lo mismo puede decirse de la política diseñada para el continente europeo con la coartada de conseguir la paz en Ucrania. No solamente Ucrania, sino también la Unión Europea la que se ve amenazada. Ucrania dejando de ser un Estado viable y la Unión Europea en riesgo de desintegración.

¿Se puede hacer frente a un “desafío existencial” con una política diseñada con base en el manifiesto que han hecho público 800 organizaciones y representantes de la cultura y el activismo en el que se piden alternativas al rearme? El manifiesto ha sido firmado hasta el momento por 16.000 ciudadanas y ciudadanos. 

En abstracto cuesta trabajo no estar de acuerdo con lo que en el manifiesto se dice. Pero con Donald Trump en la Casa Blanca no acabo de entender cómo se puede hacer frente al desafío que su política representa para la supervivencia de la Unión Europea con una estrategia basada en dicho manifiesto.  

No podemos llamarnos a engaño. Donald Trump dijo expresamente dos días antes de ser elegido, que de los dos enemigos a los que tenía que enfrentarse el Gobierno de los Estados Unidos, el enemigo interior, integrado por el liberalismo democrático, y el enemigo exterior, integrado por China, Rusia …, consideraba mucho más peligroso el primero que el segundo.

No creo que pueda ponerse en duda que decía lo que pensaba y que lo ha demostrado sobradamente con las políticas que está poniendo en marcha de manera ininterrumpida en los dos primeros meses en la Casa Blanca.

Tampoco creo que pueda ponerse en duda que con el enemigo interior no se refería exclusivamente al que reside en el territorio de los Estados Unidos, sino también al que representa un modelo de organización social y política distinto del suyo fuera de los Estados Unidos. Es el caso de Canadá y de los Estados miembros de la Unión Europea con alguna excepción como Hungría. 

Estados Unidos con los Copresidentes Trump y Musk no ha dejado solamente de ser un aliado, sino que ha pasado a ser un adversario, del que no se puede esperar respeto, sino desprecio y exigencia de sometimiento. Donald Trump es un delincuente que no entiende otro lenguaje que el de la extorsión. Y al que no se puede parar sin hacerle frente, como lo está haciendo ya el primer ministro de Canadá.

La Unión Europea no puede esperar nada positivo de Donald Trump. O tiene autonomía para defenderse o se tendrá que someter a la extorsión a la que se verá expuesta, como le está ocurriendo a Ucrania. 

La amenaza para la Unión Europea no viene de Rusia, que carece de los recursos necesarios para enfrentarse al resto del continente. La amenaza viene de los Estados Unidos. Si la Unión Europea es para Donald Trump el enemigo interior, los Estados Unidos lo son para nosotros. 

La integridad de la Unión Europea depende de su autonomía para defenderse. Desde sus primeros pasos en la década de los cincuenta y desde su constitución como Unión Europea en la década de los noventa ha estado clara su vocación pacifista. Vocación pacifista no bien entendida. Tanto que en este momento carece de autonomía para defenderse. 

La confianza en que los Estados Unidos sería un aliado fiable de manera indefinida era una ingenuidad. Ya sabemos que los Estados Unidos nos desprecia y que, si no actuamos para defendernos, nos despreciará más todavía. 

La Unión Europea necesita imitar a Canadá y enviar a los Estados Unidos un mensaje similar al que el presidente Mark Carney está enviando. Que, dicho sea de paso, está siendo entendido por los ciudadanos, de acuerdo con lo que indican los sondeos. Creo que los europeos nos sentiríamos más seguros con una apuesta inequívoca por una autonomía defensiva. 

La alternativa de resignarse a la extorsión no es una alternativa. Es una vía que nos conduce directamente a la desintegración de la Unión y a un proceso de descomposición de cada uno de los Estados miembros que dicha desintegración conllevaría. 

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