Zelenski en el Despacho Oval: el valor de la indumentaria

Este pasado domingo el New York Times encabezaba su portada con un artículo dedicado a la elaboración de un plan para el alto al fuego por parte de Francia, Reino Unido y Ucrania, con la finalidad de presentárselo a los Estados Unidos.
Inmediatamente debajo de ese encabezamiento publicaba otro con el siguiente título: Why Don't you wear a suit?, en el que analiza la importancia que ha tenido en la entrevista de Zelenski en el Despacho Oval la renuncia a vestir de la forma en que lo habían hecho Emmanuel Macron o Keir Starmer en los días inmediatamente anteriores. Zelenski acudió con la misma indumentaria que ha vestido desde el día de la invasión de Ucrania por Rusia, a pesar de que se le sugirió, casi se le exigió, que no acudiera con dicha indumentaria.
Nunca podremos saber como se habría desarrollado el encuentro en el Despacho Oval si Zelenski hubiera acudido con un traje. Lo que pudo haber sido y no fue es lo radicalmente imposible. No hay manera de tener conocimiento sobre ello.
Pero, por la forma en que se ha reaccionado desde la extrema derecha americana, de la que el artículo del New York Time al que he hecho referencia informa con mucha precisión, se puede deducir que la petición a Zelenski de que vistiera un traje formaba parte de la “emboscada” que Donald Trump le tenía preparada.
Por cierto, es llamativo que mientras en la prensa europea se ha puesto el énfasis en el término “humillación” para describir lo ocurrido en la entrevista en el Despacho Oval, en la prensa estadounidense el énfasis se ha puesto en el término “emboscada”. No en el resultado, sino en el diseño de la operación para conseguirlo.
En mi interpretación, Zelenski anticipó la intención de Donald Trump y rechazó jugar la partida en los términos que había sido diseñada. No estaba dispuesto a que el encuentro fuera un acto solemne, en el que el presidente de Ucrania y el de Estados Unidos firmarían un tratado que supondría la aceptación de lo pactado entre Donald Trump y Vladímir Putin, que es en lo que hubiera acabado el encuentro de haber acudido Zelenski vestido de la misma forma en que estaban todos los demás presentes en el acto.
Al aparecer con su indumentaria desde la invasión de Ucrania por Rusia, Zelenski dejó claro que sabía que se le había tendido una trampa y que no estaba dispuesto a aceptar lo que se le proponía. Dejó claro que él no era el presidente de un país normal, sino de un país invadido, que se estaba jugando su propia supervivencia y que no estaba dispuesto a aceptar un tratado que había sido pactado entre Estados Unidos y Rusia, sin que a Ucrania se le hubiera permitido intervenir.
En la indumentaria con que acudió al encuentro con Donald Trump estaba ya el no a lo que se le iba a proponer. Hizo visible la “emboscada” y obligó al presidente y al vicepresidente de los Estados Unidos a enseñar sus cartas, que habían intentado mantener ocultas. No es un tratado entre Estados Unidos y Ucrania lo que se presenta a la firma, sino un tratado entre Estados Unidos y Rusia lo que se somete a la ratificación solemne del presidente de Ucrania. Una operación diplomática de altura, que exigía la indumentaria correspondiente de la parte que tenía que dar su asentimiento.
Todo se vino abajo con la indumentaria de Zelenski. Fue suficiente para hacer saltar por los aires la “emboscada” y para desatar una ola de solidaridad prácticamente unánime. Con la excepción de Viktor Orban y la ambigüedad de Italia, que vamos a ver lo que dura, Ucrania ha recibido el apoyo de los demás países europeos.
Esta noche o mañana tendremos información de la reunión que se está celebrando en Londres y en los próximos días y semanas podremos ir calibrando las consecuencias del fracaso de la “emboscada”.
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