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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Una vieja nación con un Parlamento de sólo 45 años

Iñaki Anasagasti, recibiendo la medalla de manos de la presidenta, Bakartxo Tejeria, en presencia de los lehendakaris Urkullu, López, Garaikoetxea y Pradales

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El actual Parlamento Vasco organizó el pasado lunes 31 de marzo en la Casa de Juntas de Gernika la conmemoración del 45 aniversario de la creación del primer Parlamento de nuestra  historia. Fue un acto cargado de simbolismo, emotivo, bien organizado (cuidando los detalles) y con la entrega a los sobrevivientes y a las familias de los ya fallecidos de una medalla conmemorativa.

Formé parte del Parlamento Vasco de 1980 a 1986 y recogí con agradecimiento el símbolo de manos de su presidenta, Bakartxo Tejeria. Como en esas comidas anuales de antiguos alumnos allí nos vimos bajo el Árbol algo más de la mitad de aquellos sesenta parlamentarios, con nuestros achaques y bastones, algunos, pero deseando volver a vernos cuando en 2030 el Parlamento cumpla cincuenta años. Veremos como anda el colesterol y la diabetes y si la guadaña no ha tocado nuestras puertas.

Como novedad de ese acto digna de ser reseñada contamos con la presencia de todos los diputados de HB o, en su defecto, de sus familias, que en 1980 decidieron no acudir a la apertura. Ese simple hecho fue  la  comprobación y la viva imagen de un país normalizado y respetuoso que contrasta con lo vivido en aquellos años de plomo.

Y es que lo que ocurrió un 30 de marzo de 1980 en la Casa de Juntas de Gernika fue un hito al contar por primera vez en Euskadi con un Parlamento, aunque faltaban la representación de Navarra e Iparralde. Fue el argumento que ese mismo día en Gernika, Telesforo Monzón, parlamentario electo de HB, les dijo a los suyos y les dio el motivo para no acudir a la sesión constitutiva del primer Parlamento Vasco. Y no fueron. Era para Monzón un Parlamento Vascongado e indigno de acudir a él. Fue una lástima pues nos perdimos la fotografía de Leizaola y Monzón, los dos consejeros por parte del PNV en aquel primer Gobierno vasco de octubre de 1936 presidido por el lehendakari Aguirre. 

Don Jesús María de Leizaola fue en 1936 consejero de Justicia y Cultura y, en 1980, con 83 años y habiendo encabezado la candidatura del PNV por Bizkaia, fue presidente de edad correspondiéndole abrir la legislatura con un discurso que debería esculpirse en piedra en la Casa de Juntas. Su presencia, sus palabras, su cercanía y su elegancia le dieron al acto el enganche con una historia que volvía a comenzar y a galopar.

1980

Los vascos por primera vez y con la representación popular por detrás, 25 el PNV y 24 toda la oposición junta ante la ausencia de los 11 de HB, nos veíamos las caras y discutíamos de lo que había que hacer en Euzkadi, aparcando todas las grandilocuencias y, partiendo de cero poner el coche en marcha dándole cuerda a lo institucional. Y no fue fácil, pues por no tener no teníamos ni sede. Y por no tener no teníamos ni el ente EITB yendo a filmar todo. Lo hizo RTVE, cuya sobrecarga nos privó de electricidad y nos quedamos en horas de la tarde a oscuras. 

No podemos hacer abstracción del año que vivíamos peligrosamente. Aquello era un barco que se iba a pique en todos los renglones de la singladura. El económico, el social, el cultural, el identitario, el policial. Vivíamos en un país hundido, sin la menor cultura democrática, en plena crisis industrial, con un paro cercano al 23%, con ETA asesinado una persona cada tres días, y con un Gobierno español presidido por Adolfo Suárez que se deshacía en disputas internas mientras militares levantiscos preparaban su asonada militar que culminaron el 23 de febrero del siguiente año porque, decían, escupiendo bilis, que Suárez había llegado muy lejos con “estos separatistas”. Y quizás era verdad.

De prohibirse la ikurriña, a verse en todas partes; de prohibirse el euskera a iniciar su recuperación (Pujana solo habló en euskera); de aguantar la represión de la Guardia Civil y los 'grises' a diseñar una Policía desde abajo; de una televisión y radio públicas españolas y muy españolas y solo españolas a contar con EITB como instrumento informativo, formativo y de recuperación del euskera; de un Insalud precario a una espléndida Osakidetza; de aguantar el himno español a recuperar el Gora ta Gora sin letra (a algunos les ofendía la palabra Jaungoikoa) como himno oficial como así se había acordado por aquel Gobierno de concentración en 1936. Y todo se hizo en aquella primera legislatura de 1980 a 1984.

Concierto y Nervacero

Aquello era demasiado  e intolerable y vino el golpe de Tejero y  de Milans del Bosch. Y luego la Loapa (Ley Orgánica de Armonización del Proceso Autonómico), que sigue coleteando. Lo hemos visto estas semanas con la persecución del Tribunal Supremo a la convalidación de títulos universitarios. España es Madrid y la españolidad no admite coordinaciones esencialistas de política exterior como al parecer es ésta para los descendientes del Cid Campeador.

Y tengo, asimismo, la vivencia con un Suárez a quien ese año 1980 le hicieron los suyos y el rey la vida imposible, hasta el punto de que tuvo que dimitir. Pasado el tiempo y en una recepción hablaba yo con Txiki Benegas y se nos acercó Suárez. Mirándonos fijamente a los ojos y con aire trascendente nos dijo: “Escuchad bien y contadlo. Solo cuando estuve dispuesto a dimitir, abordé la devolución del Concierto Económico para Gipuzkoa y Bizkaia. Hoy, no sería posible”.

Y es que ésta fue una de las grandes batallas de aquel año 1980. La dio el PNV absolutamente solo. Navarra y Araba habían sido perdonadas en 1937 pero Gipuzkoa y Bizkaia malvivían sin presupuestos por haber sido “provincias traidoras al glorioso Alzamiento Nacional”. Sí, fue valiente aquel Suárez a quien boicoteamos en su viaje a Euzkadi mientras no procediera a aquella devolución. Y se logró. Y eso que nos decían desde el mundo catalán que no reivindicáramos antiguallas y que no había nada más odioso que la recaudación. Sí, sí, pero lo logramos y 45 años después ellos lo reivindican. No somos por tanto tan malos políticos como algunos decían. Si miramos atrás, todo esto es la historia de un éxito y de saber estar donde había que estar.

Y, como he comentado, no había cultura parlamentaria. Tras Gernika, la Diputación de Bizkaia nos prestó su sede hasta que las obras de vaciamiento en el Instituto Ramiro de Maeztu de Gasteiz, estuvieran listas. Y allí sesioneábamos. Estando en ello irrumpieron con la Policía detrás los obreros de Nervacero que planteaban sus reivindicaciones sin apercibirse que si hay algún lugar sagrado en democracia ese es el Parlamento. Obligada a salir la Policía, estuvimos “secuestrados” sin poder salir hasta las tres de la madrugada. Le estoy viendo al lehendakari Leizaola, que había sido diputado en tiempos de la República, argumentar en este sentido con los responsables de aquel acto de fuerza. Como en la película “Qué bello es vivir”. Gracias al vicelehendakari Javier García Egotxeaga y al ministro Rodríguez Sahagún se encauzó la cuestión.

Pero lo malo ocurrió posteriormente cuando el nuevo Gobierno convocó una manifestación en Bilbao con este lema: “En defensa de las Instituciones Vascas”. Eran de verdad neonatas y muy débiles como habíamos constatado. Lo malo fue la violencia que hacía acto de presencia en cada momento. Al militante del PNV Ramón Begoña un grupo de los de siempre le dio una patada  en la manifestación con  tal violencia que al poco le originó su muerte.

25 PNV, 24 los demás

Es preciso recordar que en aquel primer Parlamento fueron elegidas cinco mujeres, cuatro del PNV y una de HB. Hoy superan las parlamentarias a los parlamentarios, dato que me gustaría supieran los que dicen a todas horas que no se avanza. También recordaré que fuimos sesenta los elegidos y ahora son setenta y cinco, ya que se subió la representación cinco por territorio para que EE pudiera sacar cabeza. Y que aquella legislatura fue la de la ley de Territorios Históricos que incubó la división del PNV pero también la de la aprobación de EITB, Osakidetza, la Ertzaintza y tantas leyes pioneras que comenzaron a vertebrar el país y han dado 45 años después el actual Parlamento del que alguna lección podría tomar las Cortes Generales. Estuve seis años en el Parlamento Vasco y treinta en esas Cortes y puedo decir que parlamentariamente muchos políticos mesetarios podrían aprender de una vez por todas el necesario respeto al adversario político del que hoy hace gala el Parlamento Vasco.

Lo dicho. Fue un acto hermoso y raro el celebrado este pasado lunes en Gernika.

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