Optimista y muy positiva. Modesta pero flexible y machacona. Natalia Camacho es una empresaria joven, pero con las ideas muy claras de hacia dónde quiere llevar el grupo empresarial de su familia, del que tomó las riendas hace muy pocos años.
Su carrera profesional le ha hecho moverse en un mundo tradicionalmente masculino, aunque ella subraya que esos estereotipos no se corresponden con la realidad, por lo que ha invertido mucho esfuerzo en tratar de erradicarlos.
Camacho es de Don Benito (Badajoz) y se formó fuera de Extremadura en Administración y Dirección de Empresas, aunque siempre ha tenido muy claro que su futuro estaba en su tierra, poniendo su grano de arena en la empresa familiar, Grupo García Camacho, y en el destino de su comunidad. Por ello, en 2014 regresó a la región para hacer frente al crecimiento de la compañía y participar en las decisiones que se iban a tomar para encaminar la nueva situación de un negocio muy conocido en las Vegas Altas (va por la tercera generación), que se dedica a la distribución y venta de gasóleos para el hogar, automoción, usos industriales y agrícolas. Además, gestionan estaciones de servicio y más recientemente centros de lavado para vehículos.
“Desde el primer momento me sentí y me siento muy apoyada, como en casa, y he conseguido que mi equipo crezca libremente conmigo”, asegura al tiempo que subraya muchas veces la importancia de las personas que trabajan con ella, su aportación a la empresa y su experiencia: “Hay personas que conozco de toda la vida, que empezaron a trabajar en la empresa y que se van a jubilar aquí”, afirma.
Pero por si no hubiera sido suficiente tomar las riendas de una compañía del sector de la energía en Extremadura con una larga trayectoria y con una cartera de clientes acostumbrados a tratar con otro perfil empresarial, Camacho se embarcó en otra aventura y en otro ámbito dominado tradicionalmente por los hombres.
En 2020 se puso al frente de la Asociación de Agricultores de Don Benito y Comarca, y aunque rechaza el “tópico” de ser mujer en un mundo profesional muy masculinizado, lo cierto es que Natalia Camacho se ha hecho un hueco liderando los intereses de un sector esencial para la economía de Extremadura con un talante alejado del de otros dirigentes agrarios. Abandonó esa responsabilidad hace muy pocas semanas, aunque sigue como vicepresidenta de la organización.
En los cuatro años como presidenta tuvo que hacer frente a las consecuencias económicas de la pandemia de la COVID, el incremento de los precios derivados del inicio de la guerra en Ucrania y a una política agraria europea que causó mucho rechazo en la ganadería y la agricultura. A pesar de la beligerancia de otras organizaciones agrarias, Camacho se distinguió por una actitud proactiva y por “mover a la gente hacia el optimismo porque en lugar de ver problemas, hay que ver oportunidades”.
Uno de sus objetivos en este ámbito es dar a conocer la agricultura como “realmente es el sector”, en el que los avances tecnológicos son las herramientas diarias de trabajo, un sector que “permite vivir del campo”. Por esto, para lograr cambiar la imagen generalizada cree que hacen falta referentes de agricultores jóvenes, apegados a las tecnologías y formados, como es su caso.
Entre sus consejos: “luchar por las cosas con convicción y valores, y siempre ofreciendo soluciones”.