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Sánchez cuestiona la retórica de la UE con el “plan de rearme” y España rebaja la ambición de la ayuda a Ucrania

Pedro Sánchez en Bruselas.

Irene Castro

Corresponsal en Bruselas —
20 de marzo de 2025 11:17 h

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Pedro Sánchez cuestiona la retórica belicista que se ha impuesto en la Unión Europea en las últimas semanas. Aunque el presidente del Gobierno ha reiterado su compromiso con el aumento del gasto militar a su llegada a una reunión de líderes de los 27 en Bruselas, ha reconocido que no comparte el “término rearme” que emplea la Comisión Europea en su propuesta para que los estados miembros disparen el gasto en defensa que llega en un momento en el que Donald Trump da la espalda a la seguridad en Europa, que desde hace décadas la ha externalizado en Washington, y ante el acercamiento a Vladímir Putin en unas negociaciones en las que por ahora la UE y Ucrania se han quedado fuera.

“El término rearme no me gusta en absoluto. No comparto ese término. Tenemos que hablar de otra manera dirigirnos a los ciudadanos de otra manera cuando hablamos de aumentar las capacidades de seguridad y defensa europea”, ha dicho a su llegada a esa cita. “La UE es un proyecto de poder blando y tenemos obligaciones de poder duro, pero tenemos que enfatizar los activos del poder blando”, ha respondido a los periodistas ante los que ha explicado que su “principal objeción” al plan impulsado por Ursula von der Leyen es la terminología.

Sánchez también ha repetido la intención de que en los gastos de defensa se tenga en cuenta un “ángulo de seguridad”. Lo que quiere España, que en esta batalla está alineada con países del sur como Italia, Portugal o Eslovenia, es que los socios comunitarios entiendan las particularidades de la vecindad sur frente a la amenaza de Rusia que tienen los del este. “Esto significa que necesitamos reforzar nuestros controles fronterizos, nuestras capacidades para luchar contra el terrorismo, fortalecer también nuestra capacidad cuando se trata de ataques cibernéticos y estos ataques híbridos”, ha explicado el presidente del Gobierno, que aspira a que esas inversiones se tengan en cuenta a la hora de contabilizar el gasto en defensa.

El 'plan de rearme' consta de varias patas. Una de ellas tiene que ver con la financiación, que queda en manos de los gobiernos nacionales, aunque la Comisión Europea propone una serie de flexibilidades para que crezca en 800.000 millones de euros en los próximos años. ¿Cómo? Con un aumento del 1,5% del PIB sin que compute para la evaluación de la deuda y el déficit. A la estimación de esos 650.000 millones, se suman 150.000 millones en préstamos para compras conjuntas de armamento. Entre las condiciones que impone Bruselas es que participen al menos dos estados miembros o Ucrania y que el 65% de los componentes sean 'Made in Europe' para impulsar la industria continental.

La Comisión Europea presentó esos detalles este miércoles a través de una regulación que ha denominado SAFE (seguro, en inglés) coincidiendo con el Libro Blanco de la Defensa Europea, que será la hoja de ruta para preparar la industria con el objetivo de conseguir la autonomía estratégica en 2030 tras constatar que EEUU se ha desconectado de la seguridad europea, que lleva décadas externalizando su seguridad en Washington.

La propuesta de Von der Leyen pretende integrar a Ucrania en la industria europea así como en los planes de defensa de la UE. “Las necesidades de defensa de Ucrania seguirán siendo elevadas mucho más allá de cualquier alto el fuego o acuerdo de paz a corto plazo”, sostiene el Libro Blanco de la Defensa, que se compromete a que “Ucrania seguirá estando en primera línea de la defensa y la seguridad europeas, y es el teatro clave para definir el nuevo orden internacional”.

Kallas asume el fracaso de su iniciativa

La UE se ha comprometido a seguir apoyando a Kiev a pesar de la exigencia de Vladímir Putin de que corte el suministro de armamento ante las conversaciones de paz, pero los líderes europeos se conjuran contra esas “condiciones previas”. Sin embargo, la división en el seno de la UE ante el planteamiento de la alta representante, Kaja Kallas, de enviar 40.000 millones de euros extra a Ucrania en función del PIB de cada país lo ha enfriado. La jefa de la diplomacia europea ha asumido este jueves que lo “realista” son 5.000 millones de euros para munición.

España mostró reticencias a esa propuesta, que le llevaría a aportar cerca del 9% del total (por su peso en el PIB europeo), es decir, unos 3.000 millones de euros frente a los 1.000 millones que Sánchez comprometió en su último viaje a Kiev. “España no ha necesitado una propuesta de la alta representante para comprometer 1.000 millones. España va por delante en ese sentido”, expresó el lunes el ministro de Exteriores, José Manuel Albares.

La propuesta de Kallas, que recibieron con entusiasmo los países del norte, apretaba especialmente a los países con mayor PIB, como Alemania (que no lo ha dado por muerto), Francia, Italia y España. Estos dos últimos son de los que menos invierten en defensa según su riqueza nacional. La ultraderechista Giorgia Meloni tiene un panorama complejo por su aritmética nacional y por su estrecha relación con Trump.

La propia Kallas ha asumido, al menos por ahora, el fracaso de su iniciativa, que ha recordado que tenía en cuenta “la economía de cada país” y que “algunos países han hecho más”, y lo ha atribuido a distintas causas. “Significa que las cantidades son muy grandes. Al mismo tiempo, también sabemos que los déficits presupuestarios son realmente preocupantes en la mayoría de los países europeos, y que existen problemas”, ha expresado antes de reunirse con los líderes antes de mencionar “la política interna” de cada estado miembro y la “compresión de la opinión pública”. “Eso es diferente en cada país”, ha admitido.

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