Trump, a gritos con Zelenski en el Despacho Oval: “Estás jugando con la tercera guerra mundial”
Las caras largas de la recepción anticipaban un encuentro incómodo, pero no la escalada de tensión que ha habido dentro del Despacho Oval. El presidente Donald Trump le ha dicho al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, que debía mostrarse “agradecido” y lo ha acusado de estar jugando con la tercera guerra mundial. “No estás ganando esto [la guerra]”, le ha dicho Trump subiendo el tono de voz. “Sin nosotros no tienes cartas”, le ha insistido a Zelenski, que apenas ha dejado replicar al ucraniano.
El vicepresidente JV Vance también ha intervenido en la discusión, que se ha producido en el encuentro inicial, con las cámaras de televisión y los periodistas presentes. El encontronazo ha sido de tal calibre que Donald Trump ha dado por zanjada la reunión, alegando que el ucraniano le había faltado al respeto a EEUU y no estaba “preparado para la paz”. El acuerdo de minerales por el que Zelenski había acudido a Washington no se ha firmado finalmente.
Trump y Vance han rodeado a Zelenski, levantando la voz y recriminándole que se atreviese a llevarles la contraria. “Deberías estar agradecido al presidente”, ha insistido Vance, para acusarlo acto seguido de llevar “propaganda” a la mesa. El ambiente ha seguido caldeándose, con Trump interrumpiendo a Zelenski. “Tu país está [metido] en un gran problema”, le ha lanzado. Y ha vuelto a morder: “Si no hubieras tenido nuestro equipamiento militar esta guerra se habría acabado en tres semanas”.
Después Trump se ha embalado: “El problema es que te he dado el poder para ser un tipo duro, y no creo que fueras un tipo duro sin Estados Unidos. Y vuestra gente es muy valiente. Pero o llegamos a un acuerdo o estamos fuera, y si nos salimos, lo resolveréis a golpes. Y no creo que esto vaya a ser bonito, pero [ahora] no tienes las cartas y una vez firmemos, estarás en una mucho mejor posición”, ha dicho Trump después de arrinconar Zelenski, a quien apenas ha dejado replicar.
En la bronca conversación, que por momentos ha recordado más a una discusión de bar que a un encuentro diplomático entre jefes de Gobierno, Zelenski ha llegado a afearle a Trump que no le dejase hablar, después de insistir en que EEUU no debería confiar en Putin. El vicepresidente JD Vance tampoco ha ayudado a calmar los ánimos, aguijoneando a Zelenski con las dificultades que Ucrania tiene para seguir reclutando soldados para el frente. El ucraniano le ha replicado a esto que fuese de visita al país.
Durante algunos momentos Trump y Zelenski han estado hablando al mismo tiempo, elevando la voz sobre la del otro, hasta que Trump prácticamente le ha mandado callar. El ucraniano, que aunque habla bien inglés no se expresa con la soltura de un nativo, arqueaba las cejas, negaba con la cabeza y tragaba saliva. Cuando tuvo ocasión de responder en solitario a la prensa, insistió en la falta de confianza que Putin le inspira. “Desde 2014 rompió sus promesas 25 veces”. “Conmigo no”, interrumpió Trump.
La implosión, retransmitida en directo, hace saltar por los aires todas las cábalas de los expertos y comentarias sobre los extremos del acuerdo, la mano izquierda de Zelenski para convencer a Trump o la cintura de este para hacer alguna concesión, más allá del ego personal. Si Ucrania cederá formalmente alguna parte del territorio anexionado por Rusia, si renuncia definitivamente a la OTAN o si debe convocar elecciones: todo queda en el aire.
Antes de que todas las componendas se viniesen abajo, el presidente estadounidense, que no ha dejado de reforzar la posición de Rusia desde que empezaron las primeras conversaciones bilaterales —sin presencia de Kiev— ha negado estar alineado con Vladímir Putin: “No estoy alineado con nadie. Estoy alineado con los Estados Unidos y por el bien del mundo. Estoy alineado con el mundo y quiero acabar con esto [la guerra]”. El dirigiente recibió a Zelenski con un chiste tan pronto su homólogo se bajó del coche que lo acercó a la puerta del edificio presidencial. “Te has puesto elegante”, le dijo tras estrecharle la mano, en referencia a la habitual indumentaria militar del ucraniano.
A pesar de lo ocurrido, Zelenski ha agradecido al presidente, al Congreso y al pueblo estadounidense su apoyo: “Ucrania necesita una paz justa y duradera, y estamos trabajando exactamente para ello”, ha afirmado en X.
Insultos y amenazas de Trump
En cuestión de una semana, Donald Trump había pasado de llamar “dictador” al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, a recibirlo en la Casa Blanca. Han pasado 17 días desde que el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, se plantó en Kiev con un borrador para el acuerdo sobre las tierras raras ucranianas, un documento que tras varios cambios que suavizaban los onerosos términos previstos para Ucrania, ambos mandatarios pretendían firmar. Ya no será así. En estos 17 días, Zelenski y Europa han intentado que Washington se comprometiera garantizar la seguridad de Ucrania, pero el texto no lo explicitaba.
La última vez que ambos mandatarios se habían visto en persona fue el pasado mes de diciembre, en la reapertura de la catedral de Notre-Dame de París. El encuentro fue mediado por el presidente francés, Emmanuel Macron, quien justo este lunes iniciaba una vertiginosa ronda de reuniones de líderes políticos con Trump, que concluyó con la visita de Zelenski. Los detalles de aquella reunión parisina no trascendieron, pero la foto que compartió Macron en X ha envejecido mal. “Estados Unidos, Ucrania y Francia. Juntos en este día histórico. Reunidos en Notre Dame. Continuemos nuestros esfuerzos conjuntos por la paz y la seguridad”, escribía el francés.
Con su acercamiento a Rusia y una Unión Europea incapaz de ejercer contrapeso suficiente, EEUU ha logrado arrinconar a una Ucrania que ni siquiera tiene un lugar en la mesa de negociación sobre el futuro de la guerra. El interés por Moscú es tal que ni Macron ni el primer ministro británico, Keir Starmer, han sido capaces de convencer a Trump de que no puede confiar en la palabra de su homólogo ruso, Vladímir Putin. Macron le advirtió de que Putin ya había roto el acuerdo de paz de 2014 por falta de garantías de seguridad, pero ayer el presidente estadounidense le dijo a Starmer que confiaba en el dirigente ruso para lograr el fin de la guerra. “No lo creo [que Putin viole la paz], este será el acuerdo”, insistió.
Zelenski tuvo que capear las presiones de Trump —“Si no actúa rápido, se quedará sin país”, escribió el republicano— y parecía resignado a confiar en la voluntad de un hombre que ayer mismo se hacía el sueco y negaba haber llamado “dictador” al ucraniano. “Realmente tenemos una buena relación, aunque puede que haya sido un poco complicada”, despejaba el estadounidense.
Para Kiev, firmar el acuerdo de las tierras raras era otro intento de recuperar el favor del republicano y reconstruir una relación desigual en la que el apoyo de Washington es crítico para seguir con la guerra. Trump insistía en que la firma del acuerdo de las tierras raras, ya de por sí, sería una “garantía” para la seguridad de Ucrania.
La firma del acuerdo la veía el republicano como un win-win: lograr explotar minerales clave para competir contra China en la carrera para el desarrollo tecnológico y de la IA; y obtener una posición cómoda donde no estuviese comprometido a defender Kiev en caso de una nueva agresión rusa. Pero, si quisiera, tenía el argumento idóneo —defender intereses económicos estadounidenses— para que el Congreso aprobase nuevos paquetes de ayuda militar si la relación con Putin se resquebraja.
Ahora bien, el asunto de las tierras raras no borraba, aun de haber prosperado, un pequeño detalle a tener en cuenta: Estados Unidos habría logrado aprovechar parte de los recursos ucranianos, pero Pekín sigue siendo el principal centro de refinamiento de estos minerales para poder usarlos después en la fabricación de semiconductores y chips.
Se preveía que la versión final del acuerdo diese paso a la creación de un fondo al que Ucrania aportase la mitad de los ingresos por “la monetización futura” de los recursos minerales estatales, incluidos el petróleo y el gas, así como de la logística asociada. El pacto excluía los recursos minerales ya explotados por el gobierno ucraniano, de modo que no resultasen afectadas las actividades actuales de Naftogaz o Ukrnafta, principales empresas productoras de gas y petróleo del país. Todo esto es ahora papel mojado.
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