El fulminante cese sin indemnización de cerca de una treintena de trabajadores del Servicio de Urgencia Médica de la Comunidad de Madrid (Summa 112) llevado a cabo por el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso a finales del mes de agosto, además de generar estupor y gran indignación en muchos de los compañeros de los afectados, dejó al descubierto el lento deterioro de este servicio de urgencias, que siempre ha gozado de un gran prestigio y que es fundamental para salvar vidas.
Como publicó elDiario.es, este despido masivo de profesionales con más de 20 años de experiencia, que se justificó alegando la “amortización de sus plazas”, provocó que la oposición de izquierdas se interesara por el caso y llamara a comparecer en la Comisión de Sanidad de la Asamblea de Madrid al responsable de Recursos Humanos y Relaciones Laborales del Servicio Madrileño de Salud, Miguel Ángel Rodríguez Roiloa.
El diputado del PSOE Daniel Rubio consideró estos ceses como “la historia de un maltrato continuado en el tiempo” y “una falta de consideración y de respeto” hacia los profesionales de estos servicios de emergencias. Rubio recordó que desde hace tiempo “el 97% de la plantilla del Summa 112 ha tenido que estar o ha estado en fraude de ley y por eso hubo que hacer un proceso de estabilización”. Además, reprochó al representante de la Comunidad de Madrid la utilización de la baremación de estos profesionales para otras tareas, “a conveniencia, cuando les ha parecido bien”.
Alfredo (nombre supuesto), uno de los trabajadores cesados que tiene tres juicios pendientes por denuncias contra el Servicio Madrileño de la Salud (Sermas), se indigna con la situación en la que se han visto de buenas a primeras tras más de dos décadas en el servicio. “Te has dejado ahí la vida y de repente te encuentras con una situación caótica, sin poder afrontar los gastos de tu casa”, lamenta. Pero a diferencia de otros compañeros suyos él reconoce que es “un afortunado” porque aprobó la oposición y está a la espera de ocupar una plaza “si no falla en el reconocimiento médico”.
Gabriel, que es conductor, teme volver a enfrentarse con la “sobresaturación de trabajo” y con los mismos problemas que tenía el servicio antes de su cese. “Solo quieren recortar. Nos quitaron coches de refuerzos médicos y de enfermeras aunque ahora no sé como estará la situación. Espero que haya mejorado”, dice, esperanzado.
Las quejas de estos profesionales por las condiciones de trabajo que soportan y las denuncias llevadas a cabo por parte de algunos usuarios de este servicio motivaron que en esta ocasión fuera Más Madrid el grupo que moviera ficha y llamara a comparecer en la Comisión de Sanidad de la Asamblea de Madrid al director gerente del Summa, Pedro Muñoz Sahagún.
Subcontratas y privatización del servicio
Durante la sesión, que tuvo lugar el 17 de febrero, la diputada de Más Madrid, Marta Carmona, denunció que el Summa funciona desde hace tiempo “bajo mínimos de personal” mientras en ocasiones se ve además “obligado a responder con sus recursos a avisos de intervención domiciliaria que deberían haber sido atendidos en Atención Primaria”. Carmona recordó la precaria situación que sufre también el Summa por culpa de la subcontratación del servicio de ambulancias básicas de traslado que está llevando a cabo el Gobierno de la Comunidad de Madrid que preside Isabel Díaz Ayuso y “de la paulatina privatización” de todo el sistema de salud del que se está viendo favorecido el grupo hospitalario Quirón donde trabaja la pareja de la presidenta regional, Alberto González Amador.
Carmona cree que el problema de la infradotación de las plantillas “es tanto propia del Summa como en los sectores externalizados, las ambulancias de soporte vital básico, que dependen de dos empresas que también explotan a sus trabajadores que con su sobreesfuerzo son los que hacen de cortafuegos de las malas decisiones de gestión de cara a los pacientes. El problema es que todo tiene un límite”, abunda la diputada.
Esa carencia principalmente de médicos fue reconocida en su comparecencia por el director gerente. El representante del Gobierno regional del PP, sin embargo, achacó el problema a “la escasez que existe en el conjunto del Sistema Nacional de Salud (SNS)” y “a una falta de planificación estructural del Ministerio de Sanidad”, que dirige Mónica García, “en lo que respecta a la formación y distribución de profesionales médicos”.
El Summa 112 cuenta actualmente con 1.960 profesionales entre personal sanitario y no sanitario, que en 2024 se vieron sometidos a una enorme sobrecarga de trabajo, ya que, según explicó Muñoz Sahagún, atendieron un total de 1.120.016 llamadas a través del Centro Coordinador de Urgencias (CCU), con una media de 3.069 llamadas diarias –lo que equivale a una cada 28 segundos–.
Según desveló, el servicio movilizó 542.528 recursos asistenciales –es decir, una activación cada 58 segundos–, lo que supuso que los profesionales del Summa 112 asistieran ese mismo año a 484.482 pacientes, de los cuales 21.203 correspondieron al Centro de Urgencias Extrahospitalarias (CUE) de El Molar, también gestionado por este servicio. Además, activaron 2.611 alertas por Código Ictus, 1.245 por Infarto y 59 por sepsis. Asimismo atendieron más de 2.124 paradas cardiorrespiratorias, 10.402 accidentes de tráfico y un total de 4.342 urgencias o emergencias en las que se sospechó de posible violencia contra la mujer“, se explayó el gerente.
Un servicio que requiere inmediatez
“El Summa 112 es una institución clave dentro del sistema sanitario de la Comunidad de Madrid. Su actividad asistencial refleja el enorme esfuerzo y compromiso de nuestros profesionales para garantizar una atención de calidad, eficiente y accesible a todos los ciudadanos”, aseguró el director gerente, algo que ni la portavoz de Sanidad de Más Madrid ni su homólogo del PSOE, Carlos Moreno Vinués, pusieron en duda durante sus respectivas intervenciones.
Pero lo que sí denunciaron fue ese paulatino deterioro del servicio, que, como recordó Moreno Vinués, “requiere de inmediatez ante situaciones de emergencia como el código ictus o infartos”. Sin embargo, lamentó que esa saturación que sufre el Summa haya derivado en el “deterioro en los tiempos de respuesta ante este tipo de patologías”. Por su parte, Carmona destacó el alto índice de bajas en el servicio “como consecuencia de una situación de recarga laboral de sus profesionales”.
Uno de los muchos casos que ponen en evidencia el deterioro del sistema es el de una señora de 83 años con un marcapasos recién colocado que sufrió una bradicardia de 48,5 pulsaciones por minuto. La mujer llamó al servicio de urgencias y le pasaron con un profesional de Atención Primaria que tras evaluar su caso pidió a las dos de la tarde una ambulancia de soporte vital básico urgente para trasladarla a un centro hospitalario. Según ha podido certificar esta redacción, a las seis de la tarde la directora del centro reclamó de nuevo la ambulancia porque no había llegado y al final la paciente se tuvo que ir al hospital Clínico San Carlos por sus propios medios, en el coche de su hijo.
El director gerente, sin embargo, recalcó en su intervención que el número de reclamaciones supone un 0,027% en transporte sanitario urgente y un 0,095% en transporte sanitario no urgente. “El índice de satisfacción en el Summa 112 es de un 90% - 91%”, zanjó
La realidad es que el episodio de esta mujer de 83 años no es un caso aislado. El pasado mes de enero, Javier, un hombre de 40 años, sufrió el de una luxación del globo ocular en su domicilio de Fuenlabrada. Su pareja, Estefanía, pese a ser enfermera entró en “pánico absoluto” y llamó al 112 mientras le dejó tumbado para evitar males mayores. “Jamás había tratado un caso similar y no me atrevía a hacer nada”. Pero pasados 10 minutos de espera, muy preocupada, le hizo ella misma la primera cura de urgencia, mientras se mantuvo a la espera al teléfono con la esperanza de poder hablar con un médico para le diera pautas de actuación y saber si podía mover a Javier o si convenía mantenerle tumbado y quieto.
“Lo que yo pedía era, principalmente, que me dijesen cómo debía continuar el proceso de actuación”, relata a elDiario.es. La mujer esperó pacientemente al otro lado de la línea a que la dieran instrucciones, pero pasó el tiempo y nada. “Solo oigo la musiquita y la voz que me indica que no cuelgue que enseguida seré atendida”, cuenta. Cerca de una hora después, decidió llamar también por el móvil de su pareja al servicio de urgencias, sin colgar la otra línea. Tuvo suerte y al narrar su situación le dijeron que le pasaban con un médico. Solo entonces colgó la otra llamada.
“La doctora que me atiende me dice: 'Bonita, llévale al hospital de Fuenlabrada'”. Pero allí le dijeron que no había oftalmólogo de guardia y le recomendaron ir al hospital 12 de Octubre o al de Móstoles y es a este último al que se dirigieron por cercanía. Allí a Javier le hicieron un TAC y las pruebas pertinentes. Los profesionales que le atendieron dijeron a Estefanía que el ojo se había salvado y que su pareja recuperaría la vista gracias a su rápida actuación.
El Summa admite “una gran carga asistencial” tras una queja
Estefanía puso una reclamación por escrito contra el 112 a través del apartado “Atención al Usuario” de la página del Servicio de Salud, que es donde se centralizan todas las quejas. Diez días después recibió una carta de respuesta del Summa 112 en la que le pedían “disculpas por la impresión negativa de la asistencia recibida”, mientras lamentaron que esta no fuera “la esperada”.
Tras reconocer que el servicio sufre de “una gran carga asistencial”, aseguraron que “en estos últimos días, ha habido un pico de llamadas, tanto al teléfono 112 como al 061, que, en momentos, ha desbordado la capacidad de los reguladores del Centro de Coordinador, para poder dar respuesta en tiempo adecuado y deseado”. Situación que aseguraban que estaban “analizando para adecuar, de una forma dinámica, los recursos, tanto técnicos como de profesionales, a los picos de demanda asistencial”.
Lo que le molestó a Estefanía fue que en la carta “dieran a entender” que “colgó el teléfono”. La versión del Summa es que “salvo contingencias técnicas en la comunicación, las llamadas en ningún momento son cortadas, y que siempre y en todos los casos, finalmente, son atendidos por un médico”. “Entendemos que esto a veces o no lo explicamos bien, o por el momento emocional de ustedes no lo entienden bien, pero da lugar a que ustedes cuelguen la llamada”, le explicaron, para recomendarle después que “aun entendiendo la ansiedad del momento, les podemos asegurar firmemente y les aconsejamos, que, en la medida de lo posible, cuando solicitan ayuda al 112 o al 061, nunca cuelguen la llamada, pues, de lo que les hemos expuesto, entenderán, que lo único que se consigue con ello, es retrasar aún más la asistencia”.
“Yo no colgué. Estuve más de 53 minutos por reloj esperando a que alguien me atendiera por la primera línea. Luego llamé por otra y al lograr ya hablar con un médico fue cuando corté la otra llamada”, protesta Estefanía, que después de todo el susto pasado ha decidido pasar página y no ir más allá.
“Muchos médicos y enfermeras prefieren irse a otras comunidades”
Esta saturación del servicio la ratifica Marcos, nombre ficticio de uno de los profesionales del Summa 112 con varios años de experiencia que prefiere guardar el anonimato por temor a represalias. A su juicio, estas emergencias prestan “un gran servicio” y están integradas por “grandes profesionales”, pero “viven de las rentas”. “Lo están destruyendo poco a poco”, sentencia.
Marcos asegura que en el caso concreto del Summa se trabaja con “recursos mínimos”, lo que perjudica en la atención a los usuarios. “Los dispositivos no están completos. Falta personal, sobre todo médicos y enfermeras porque muchos se han ido a trabajar fuera de Madrid a otras Comunidades en donde encuentran mejores condiciones de trabajo”. “Es curioso –señala este profesional– que la Comunidad de Madrid que tiene muchos reclamos para muchas cosas, que tiene hospitales muy grandes y un servicio de emergencias tan potente, cada vez sea la autonomía menos preferida por los profesionales para quedarse”. Según cuenta, “en Madrid se paga poco y se trabaja mucho y mal. El mayor desaliento es dedicar mucho esfuerzo a algo que por estar mal gestionado, al final no sale bien”, dice. “Ese castigo es el que provoca que los profesionales se vayan”. Además, denuncia que “los retenes son horas extras que no se pagan. Con el mismo sueldo tienes que hacer alguna guardia extra lo que supone una forma bajada de sueldo encubierta”.
“La Comunidad de Madrid ha decidido privatizar todas las asistencias sanitarias y han empezado por la Atención Primaria, que vive una situación cada vez más precaria. Lo que no se puede atender en Primaria se deriva al resto de servicios de asistencia y al primero que le llega es al Summa y luego, por extensión, a las emergencias de hospitales. Y cuando estas se saturan, pues luego ya afecta también a los niveles más especializados de los hospitales, aumentando las listas de espera. Ese es, a mi juicio, el mayor problema de nuestro sistema”, explica este mismo profesional. Por eso le pide a Ayuso que “sea sincera”. “Si quiere cargarse el sistema público y regalárselo a la Quirón, que lo diga y lo hacemos ordenadamente”, ironiza.
Julia –nombre también ficticio de una médica madrileña de Atención Primaria–, confirma lo dicho por Luis. “El principal problema es la escasa preocupación de la Administración en cuanto a la asistencia en el primer nivel como es la Atención Primaria. Actualmente contamos con unos medios muy escasos en cuanto a personal, y estamos siempre pendientes de un hilo y en la cuerda floja en cuanto a recursos”. “El desbarate de las ambulancias es tremendo. No se puede confiar en el transporte de un paciente, que ante esa inseguridad se enfadan con nosotros, que somos la cara visible de todo eso y no sabemos qué decirles”. “La subcontratación a empresas externas ha empeorado mucho la calidad del servicio. Hay muchos menos dispositivos disponibles y lo que antes era una hora o dos horas de espera para recoger a un paciente ahora estamos ya en el doble o el triple de tiempo”, explica Julia.
A Ayuso le dice que “si de verdad se preocupa por la salud de los madrileños, que visite los centro de Atención Primaria”. “Que vea en las condiciones en las que trabajamos”.