Siete de cada diez jóvenes navarras afirma haber sufrido violencia sexual

Siete de cada diez mujeres navarras de entre 16 y 30 años afirma haber sufrido algún tipo de violencia sexual en algún momento de su vida. Es uno de los datos que arroja un estudio sobre relaciones afectivo-sexuales realizado por Instituto Navarro de la Juventud y para el que se han entrevistado a 602 personas en ese rango de edad en la comunidad foral.
Los datos “evidencian” cómo el abuso y violencia sexual, en sus diferentes modos, es un problema extendido con diferencias significativas según edad y, sobre todo, género, destacan desde el Ejecutivo navarro. Concretamente, la incidencia es mayor entre las personas jóvenes de 21 a 25 años, siendo el 61,1% de las y los encuestados quienes reportan haber experimentado situaciones de abuso o violencia sexual. Este patrón puede atribuirse a una mayor exposición a entornos de riesgo como lo son espacios de ocio nocturno (56,3% de las encuestadas han sufrido abuso o violencia en estos espacios) y eventos sociales (57,8%), que son mencionados en el estudio como escenarios frecuentes de estos hechos. En total, el 54,4% de las personas jóvenes de Navarra afirma haber experimentado algún tipo de abuso o violencia sexual a lo largo de su vida.
Desde una perspectiva de género, las mujeres son las principales afectadas por todas las formas de abuso y violencia sexual analizadas, afirmando el 70,4% de las encuestadas haberlas sufrido. Destacan como principales víctimas de comentarios sexuales no deseados, tocamientos no consensuados y otros comportamientos violentos. Esta desigualdad de género es particularmente visible en los excesos verbales, lo que subraya una cultura de acoso persistente que afecta de manera desproporcionada a las mujeres. En contraste, los hombres reportan tasas significativamente menores en todas las situaciones evaluadas.
Otro aspecto destacado es la normalización de ciertos comportamientos de acoso, como los piropos no deseados o comentarios incómodos sobre el cuerpo, los cuales afectan a una parte considerable de la juventud (34,4%). Y la incidencia del abuso en espacios públicos (24,6%), digitales (11,1%) y laborales (7%) señala la multiplicidad de contextos donde se manifiesta este problema, siendo el acoso digital un ámbito relevante que refleja los desafíos asociados al crecimiento del uso de plataformas en línea entre la juventud.
El 32,3% de las personas jóvenes participantes en el estudio afirma haber sido testigo de alguna de estas situaciones en su entorno durante los últimos 12 meses, un porcentaje que asciende al 41,9% entre las mujeres, mientras que entre los hombres es del 23,1%.
Según el estudio, la juventud navarra está, en su gran mayoría, de acuerdo en que la comunicación con la pareja es fundamental en lo que respecta al sexo, tanto para mantener una relación saludable (94,7% así lo afirma) como para decidir de manera conjunta el tipo de métodos anticonceptivos a utilizar en las relaciones sexuales (95,3% lo considera fundamental). En este sentido, no se observan diferencias significativas entre generaciones, aunque sí un pequeño matiz relacionado con el género, ya que las mujeres tienden a mostrar una leve mayor inclinación a valorar la importancia de la comunicación en la pareja.
También se observa un alto nivel de concienciación sobre las infecciones de transmisión sexual, siendo un 83,3% de las personas las que consideran fundamental realizarse pruebas de ITS de forma regular, y el 72,5% de las personas encuestadas afirma con claridad que evita tener relaciones sexuales si no tiene acceso a métodos anticonceptivos. Solo un 12,5% no comparte esta práctica.
El estudio, que constituye un análisis detallado sobre las experiencias de la juventud en el ámbito de las relaciones afectivo sexuales y que ha contado con la colaboración del Instituto Navarro de Igualdad, el Departamento de Educación y el Instituto de Salud Pública y Laboral de Navarra, tiene el propósito de generar conocimiento que sirva de base para la implementación de intervenciones educativas y el diseño de políticas públicas orientadas a fomentar relaciones saludables, sustentadas en el respeto, la igualdad y el consentimiento.
Los objetivos específicos sobre los que se ha trabajado en esta investigación han sido: educación sexo afectiva, la etapa de la pubertad, la experiencia en materia afectivo sexual, los métodos de prevención de infecciones de transmisión sexual y métodos anticonceptivos, abuso y violación sexual, la cultura del consentimiento y la pornografía y las relaciones sexo afectivas. Para ello, se han realizado un total de 602 entrevistas a la población joven con edades comprendidas entre los 16 y los 30 años, de los que el 51,2% son hombres y el 48,8%, mujeres.
Así, una de las principales conclusiones que se extraen de la investigación es que el nivel de conocimiento sobre la cultural del consentimiento es alto, con un 91,4% que afirma “conocer a la perfección” qué es el consentimiento en las relaciones íntimas, y un 96,1% que está “totalmente de acuerdo” en que entender y respetar el consentimiento sexual puede ayudar a prevenir abusos y violencias. Igualmente, el 91,5% de las personas encuestadas cree que el consentimiento puede variar en cualquier momento durante una relación sexual, y solo el 5,5% considera que el consentimiento no debe ser dado explícitamente en cada encuentro íntimo.
Cabe señalar que el 82% de la juventud navarra afirma que la educación sobre el consentimiento en la prevención de abusos y violaciones tiene un impacto alto mientras que solo el 5% cree que no lo tiene. Al analizar esta información según la edad, se observa que las personas menores de 20 años son ligeramente más escépticas respecto a la influencia y la repercusión de esta educación y la prevención de abusos y violaciones, un escepticismo que disminuye con la edad. Además, las mujeres tienden a mostrar un escepticismo ligeramente mayor, aunque la diferencia con los hombres no es significativa.
El 65,5% de la juventud considera vejatoria la representación de las mujeres en la pornografía
Otro eje estratégico del estudio es el análisis de la exposición a contenidos pornográficos y cómo esta afecta en las relaciones, y del mismo se extrae que la mayoría de jóvenes (65%) considera vejatoria la representación de las mujeres en la pornografía, aunque solo el 36,7% opina con rotundidad que debería proponerse un tipo de pornografía que promoviera una representación más equitativa y ética de las relaciones. El 22,4% de las personas encuestadas no está de acuerdo con esta propuesta.
Además, se advierte que cuatro de cada diez personas consultadas afirman consumir contenido pornográfico con una frecuencia al menos mensual: el 22,4% lo ve al menos una vez a la semana y un 17,3% confirma verlo al menos una vez al mes. La mayoría, un 42,9%, lo visualiza raramente o menos de una vez al mes, mientras que un 16% afirma no consumir nunca contenido pornográfico. En esto último se observan diferencias significativas según el género: entre las mujeres, el porcentaje de quienes afirman ver raramente o nunca este tipo de contenido es del 90,4% frente al 45,2% en el caso de los hombres.
Respecto a su influencia, el 47,1% de la juventud afirma que la pornografía puede influir en las expectativas sobre cómo debería ser sexualmente una pareja, y el 41% opina que puede influir en la autoestima y confianza en las relaciones sexuales. Por otro lado, el 31,8% afirma con rotundidad que el consumo de pornografía afecta a la salud emocional de quienes lo consumen y el 24,2% admite cierto grado de influencia en sus comportamientos y expectativas sexuales.
Así, el estudio evidencia la normalización del consumo de contenido pornográfico entre la juventud y la necesidad de abordar sus implicaciones desde un enfoque educativo y preventivo. En relación a la educación en sexualidad, aunque el 92,3% de las y los jóvenes navarros afirma haber recibido algún tipo de educación sexo afectiva, la formación impartida en centros educativos se valora con una media de 5,8 sobre 10, con críticas tanto hacia la insuficiencia como hacia la incompletitud de los contenidos, especialmente entre mujeres y jóvenes adultos/as, para quienes las amistades y la familia son y han sido las principales fuentes de información. Cabe señalar que a medida que la educación sexo afectiva se ha ido integrando más al sistema educativo, las generaciones jóvenes dependen menos de fuentes informales como amistades o Internet para obtener información.
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