Comienza el juicio para decidir si uno de los mayores meteoritos de España sigue en manos privadas o vuelve al museo

A las nueve de la mañana de este miércoles se celebra en el juzgado número 1 de Almuñécar, en Granada, la vista oral en la que se decidirá el destino de uno de los objetos más importantes del patrimonio geológico español: el meteorito de Colomera. La roca, que originalmente pesaba 134 kilos, tiene un enorme valor científico e histórico, pero lleva ocho años en manos de un particular y fuera del alcance de los científicos y del gran público.
La situación se remonta a 2017, cuando una sentencia judicial obligó al Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) a entregar los 120 kg que conservaba del meteorito a una de las bisnietas de su descubridor, al considerarla legítima propietaria. El juez atendía la reclamación de A. Pontes, hija de Antonio Pontes Vílchez, el hijo del descubridor de la roca, que la cedió temporalmente en 1935 a la institución. La prueba clave fue un documento firmado por el director del museo de la época que decía que el meteorito se donaba “en calidad de depósito” y estaría “siempre a disposición de su dueño, que podrá retirarlo cuando lo estime conveniente”.
“Queremos que vuelva al museo”
En septiembre de 1913, Miguel Pontes Márquez descubrió el meteorito mientras realizaba unas obras en la fosa séptica de su casa en Colomera. Como había estudiado farmacia, reconoció el interés científico de aquel objeto, pero no fue hasta después de su muerte temprana cuando los expertos lo examinaron con detalle y confirmaron su valor. En 1935, muerto ya Miguel Pontes, su hijo mayor, Antonio Pontes Vílchez, cedió el objeto al Museo de Ciencias Naturales, y en la década de 2010 fue su nieta la que lo reclamó.
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La clave del caso es que Antonio Pontes Vílchez no era hijo único, sino que tenía otros cuatro hermanos que tenían tanto derecho a heredar el meteorito de Miguel Pontes como él, según aseguran sus descendientes en la nueva reclamación. Son los hijos de aquellos cuatro hermanos de Antonio, primos de A. Pontes, los que, tras tener noticia de la resolución del caso y la entrega de la roca a esta en 2017 por los medios de comunicación, reclamaron su derecho ante la justicia, que celebrará el procedimiento ordinario este miércoles.
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“El juicio, que ya fue aplazado en 2024, sigue tal como estaba previsto”, informa José Antonio Sánchez Santana, abogado de los demandantes, a elDiario.es. Lo que piden es que el meteorito se añada a la herencia de los abuelos, que eran los legítimos propietarios y fueron transmitidos a los nietos, y que la otra parte corra con las costas del juicio y que comparta con ellos los 50.000 euros que pagó el CSIC por orden del juez, en concepto de compensación por los desperfectos y cortes que había sufrido el objeto a lo largo de su historia.
El hecho de haberse enterado de todo el proceso por los medios les causó un gran malestar, alegan los demandantes, que consideran que la heredera actuó “unilateralmente y sin conocimiento del resto de coherederos”, que “continuaban en la confianza y creencia de que el meteorito seguía depositado y exhibido en el Museo de Ciencias Naturales en Madrid”. “Queremos que el meteorito vuelva al museo”, dice Mari Paz, bisnieta del descubridor del objeto y una de las firmantes de la nueva demanda.
Previamente fragmentado
El meteorito de Colomera era una de las joyas científicas del Museo Nacional de Ciencias Naturales por su tamaño y su composición metálica. El caso fue un mazazo para la ciencia española, y en particular para el CSIC, pues sus expertos veían cómo se esfumaba un objeto de enorme valor que, de haber sido una pieza de arte o un hallazgo arqueológico, habría estado protegido.
Del meteorito de Colomera, que pesaba originalmente 134 kilos, la heredera conserva 120,34 kg. El resto fue fragmentado y distribuido en diferentes instituciones a las que se cedió en diferentes momentos del siglo XX, desde el Instituto Max Planck a el Caltech de California o el Museo de Historia Natural de Londres. La parte más grande son los nueve kilos del meteorito que se quedaron en Estados Unidos tras el traslado en 1966.
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En contacto con elDiario.es, el hijo de A. Pontes, que pide no revelar su identidad, aseguró en mayo de 2024 que los fragmentos que componen los 120 kg se encuentran íntegros y en perfecto estado en una caja de seguridad y adelanta que se negarán a devolver el meteorito al museo, como piden los demandantes, porque exigen una compensación.
Según el abogado de los demandantes, si el juez reconoce que el meteorito forma parte de la herencia de los abuelos existen mecanismos para “dividir la cosa común” y, de oponerse al regreso del meteorito al museo, la demandada solo podría hacerlo sobre su parte proporcional (una quinta parte), pero no sobre el resto. El juez de Almuñécar será el que decida este miércoles qué pasa con este objeto venido del espacio y, de forma indirecta, si seguirá en una caja fuerte o a disposición de la ciencia y de todos los ciudadanos.
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