El insólito motivo por el que Finlandia llega a prohibir este nombre común en España

Imagen de archivo de un bebé recién nacido. EFE/ Kiko Huesca

Héctor Farrés

31 de marzo de 2025 13:12 h

7

Dar nombre a un bebé no es tan sencillo: toca cumplir normas, rellenar formularios y, sobre todo, no pasarse de creativo. En algunos casos, un simple nombre puede generar debates, reclamaciones formales o incluso una negativa administrativa. Porque no todo vale.

Aunque parezca una decisión personal, nombrar a alguien puede terminar chocando con leyes muy concretas que se aplican sin margen de interpretación. Y en este terreno, Finlandia es un país bastante firme a la hora de cribar los nombres.

El comité que decide si el nombre vale o no

Aunque no existe un listado oficial de nombres vetados, sí hay un organismo que toma la última decisión: el Consejo de Nombres. Este comité estudia caso por caso y aplica una legislación estricta que impide registrar nombres que se consideren ofensivos, confusos o inadecuados según las costumbres del país.

Así, todo nombre tiene que ajustarse a la estructura y tradición del idioma finlandés, sin excepciones. No se aceptan letras que no formen parte de su alfabeto, ni nombres que resulten ambiguos en cuanto al género, ni repeticiones entre hermanos. Y, aunque hay margen si los progenitores son extranjeros, tampoco hay garantías absolutas.

Jesús no gusta demasiado por ofensivo

La polémica con el nombre Jesús ha llamado la atención por esa supuesta prohibición que, en realidad, nunca ha sido confirmada oficialmente. De hecho, nombres como Jesse —una forma derivada y muy común en Finlandia— figuran en los registros sin ningún problema. Lo que sí ocurre es que la referencia directa a figuras religiosas puede generar conflictos, sobre todo si se considera que puede ofender a una parte de la población.

Aunque en teoría hay un pequeño margen para que se acepte si se demuestra una fuerte vinculación cultural —como puede ser en el caso de una familia española—, lo más común es que lo echen para atrás.

Según establece la normativa finlandesa, “no puede aceptarse un nombre si es inapropiado o puede causar perjuicio evidente a la persona”. Esa es la base con la que se decide si un nombre se permite o no.

La ley también exige que el nombre sea compatible con la tradición de nombres en Finlandia. Así, Alexander está vetado por contener una letra ajena al idioma —la “x”—, mientras que Aleksanteri sí se admite sin problema. Lo mismo ocurre con los nombres naturales: algunos se consideran tradicionales, como Meri - mar - o Lumi - nieve -, y están permitidos; otros, como Myrsky - tormenta -, no lo están por su carga negativa.

En España también hay límites, aunque con menos tijera

En España también existe una regulación parecida, aunque menos estricta. El Registro Civil puede rechazar nombres que generen confusión, que sean ofensivos o que perjudiquen al menor. No se permite usar diminutivos como nombre oficial, repetir exactamente el mismo nombre entre hermanos o elegir palabras que no sean tradicionalmente nombres de pila. Además, no se puede poner el apellido como nombre, ni nombres que dificulten la identificación del sexo.

En este entramado legal y lingüístico, hay nombres que, sin ser ofensivos ni extravagantes en un país, pueden ser un quebradero de cabeza en otro. Finlandia, con su normativa particular y sus criterios, se convierte en ejemplo de cómo algo tan cotidiano como llamar Jesús puede volverse más complejo de lo que parece.

Y esto funciona en ambos sentidos: un nombre tan habitual en Finlandia como Sisu, muy ligado a la identidad cultural del país, podría ser descartado en España por no ajustarse a los usos tradicionales o por no permitir identificar con claridad el sexo del menor. Al final, lo que en un sitio es común, en otro puede acabar directamente en la papelera del Registro.

Etiquetas
stats