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Los retos ante la discriminación de las mujeres en el trabajo: “La respuesta pasa por el asociacionismo, hacer fuerza, ser más visibles”

Pilar Mora, Ana García, Pilar Almenar, Ana Campoy, Ángela Gómez y Raquel Serón en el ciclo Converses de elDiario.es en Valencia.

Laura Martínez

8 de marzo de 2025 06:31 h

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El acoso, la carga de los cuidados, la doble jornada, la presión interna y externa o el llamado síndrome de la impostora son algunos de los principales retos que encuentran las mujeres en su desarrollo profesional. Así lo pusieron de manifiesto seis mujeres del mundo de la cultura, el emprendimiento y el sindicalismo en el primer ciclo de les 'Converses' de elDiario.es, celebrado con motivo del día internacional de la mujer trabajadora. El ciclo de 'Converses' comprende una serie de encuentros en la redacción de elDiario.es en Valencia destinados a abordar problemas reales con personas expertas, en primera persona, y con los lectores y lectoras del periódico.

Participaron en el foro la escritora y periodista Ana Campoy, finalista del premio Todos tus libros 2024 y ganadora del Premio Ala Delta de Literatura Infantil, el Premio Fundación Cuatrogatos 2022; el White Ravens 2022 y en 2017 el Premio Jaén de Narrativa Juvenil; la directora del Humans Fest y del proyecto Impresas, Pilar Almenar; la presidenta del proyecto de apoyo al emprendimiento Nosotras Valencia, Raquel Serón; la fundadora y directora creativa de Clotsy Brand, Ángela Gómez; la secretaria de Formación, Empleo e Igualdad de Género de UGT-PV, Pilar Mora, y la secretaria general de Comisiones Obreras del País Valenciano, Ana García Alcolea.

Las ponentes coincidieron en señalar la carga de los cuidados como uno de las principales barreras. Con independencia de si se tienen menores, mayores o dependientes a cargo, todas subrayaron que el rol de cuidadora las acompaña en su vida laboral. “Hay que cambiar las políticas, a cuidar se aprende”, subrayó García Alcolea, mientras Mora indicó que “las primeras brechas surgen en la socialización”. Esta cuestión viene reflejada en los datos de los informes de brecha salarial presentados por los sindicatos UGT y Comisiones Obreras, que ponen de manifiesto que la diferencia de poder adquisitivo se agrava a medida que avanza la edad y que la subida del salario mínimo ha mejorado las cifras globales. La brecha salarial valenciana es del 17% y ha descendido en todas las franjas etarias, salvo en la franja de 35 a 44 años, donde ha aumentado. La brecha salarial, explicaron las representantes sindicales, tiene consecuencias durante toda la vida laboral y culmina con unas pensiones más bajas para las mujeres.

Sobre el rol de cuidadora, Campoy recordó las reflexiones de Carmen Martín Gaite en Usos amorosos de la posguerra española, y recalcó que “es una cuestión de herencia”. “En la ecuación de los cuidados nunca se contempla que la mujer se cuide a sí misma. Se nos niega el autocuidado, la creatividad, la identidad”, puso sobre la mesa Almenar, mientras que Campoy subrayó que las presiones forman parte del sistema: “El neoliberalismo nos exige cada vez más, nunca es suficiente. Y eso no hay ser humano que lo soporte”, recalcó la escritora y periodista. “Hay un sentimiento de culpa tremendo cada vez que quieres parar”, añadió Gómez, que apuntó: “He conseguido llegar viva a cinco años de emprendimiento gracias a la terapia, al deporte y a buscar ayuda”. Gómez, marcada por una carrera universitaria -ingeniería de telecomunicaciones- predominantemente masculina, donde se sentía fuera de lugar, reconoció que nunca se había planteado tener un proyecto propio. Faltaban referentes, y con ellos, autoestima.

Las seis coincidieron en no caer en los mitos de la “superwoman”, la mujer que puede con todo y no necesita ayuda o descanso. “El mito de la superwoman surge cuando las mujeres queremos tener nuestro empleo. Acabas ocupando dos espacios, el público y el privado”, apuntaron, coincidiendo en que “la autoayuda es una trampa. Necesitamos un Estado fuerte”. “No solo somos hijas del patriarcado sino también de la culpa”, sostuvieron las ponentes. Así, recalcaron la necesidad de “desaprender” pautas de comportamiento, una deconstrucción de roles para dejar de torpedearse. “Vivimos una desigualdad basada en el desconocimiento. Compartimos situaciones muy iguales, falta visión de colectivo”, apuntó Serón. “Todas las mujeres somos trabajadoras”, recalcó Mora, poniendo el foco en el reconocimiento del trabajo doméstico y los empleos informales que quedan fuera de la estadística.

Las políticas de extrema derecha, como la eliminación de la perspectiva de género en el empleo, son una cuestión que preocupó especialmente a las participantes. “El feminismo es una necesidad. Hace falta adquirir cultura e historia” para no regresar a etapas pasadas apuntó Serón, que manifestó que “la situación en València no es nada alentadora”, en alusión a la fundación Valencia Activa. Mora y Almenar recalcaron que en la ciudad de València Vox cambió los estatutos para evitar la discriminación positiva en favor de las mujeres y víctimas de violencia de género. “Hay que pelear constantemente para mantener los derechos”, recalcó García Alcolea, dirigente de CCOO PV, que también puso de manifiesto la falta de paridad en los premios Jaume I, donde el sindicato se negó a asistir.

En el debate se abordó cómo la precariedad afecta a la salud, tanto a la física como a la emocional: la necesidad de asistir a terapia, las migrañas derivadas del estrés y la autoexplotación, la presión por el rendimiento. Andrea Mezquida, terapeuta presente en el diálogo, indicó que cerca del 80% de las personas que asisten a consulta son mujeres. En su caso, relató la abundancia de malestares relacioneados con la presión por el rendimiento, problemas de autoestima y el llamado síndrome de la impostora. Es un círculo que se retroalimenta: la falta de referentes, la presión y la violencia como disciplinamiento alejan a las mujeres de su desarrollo profesional, las hacen creer que no son merecedoras.

“Las mujeres no disponemos de buena parte de nuestro tiempo”, apuntaron desde el público, recalcando que “la reducción de jornada es una medida feminista, redistribuye los tiempos”. Siempre debe introducirse la perspectiva de género para no caer en trampas, recalcaron las lectoras en el encuentro. Reclamaron medidas de reducción de jornada basadas en la corresponsabilidad, no caer en la “trampa” de la reducción del trabajo retribuido para pasar al no retribuido, replicar los roles.

¿Cómo salir entonces de este bucle? Raquel Serón insistió en que “la respuesta pasa por el asociacionismo, hacer fuerza, ser más visibles y agrupar al colectivo”, una idea apoyada por Ana Campoy, quien sostuvo que la clave es “asociarnos, hacer red, juntarte con tus semejantes, ocupar espacios. Establecer referentes es importante”. Almenar puso el foco en las herramientas de comunicación, claves para difundir el discurso feminista y tratar de ganar terreno. Ana García Alcolea planteó la necesidad de un cambio estructural que aborde la presión social, las redes de apoyo, los estereotipos y todas las violencias estructurales, el terror sexual, para lo que se hacen necesarias organizaciones sindicales. “Necesitamos medidas que favorezcan la corresponsabilidad y fortalecer los servicios públicos para que las mujeres puedan acceder a empleos con condiciones dignas, desarrollar su carrera profesional y no ser pensionistas pobres”, recalcó la dirigente de Comisiones Obreras, mientras que Pilar Mora, de UGT, que subrayó la necesidad de la coeducación, recalcó la importancia de las políticas públicas y la necesidad de la implicación del Estado y del empleo digno para cerrar las brechas.

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