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La televisión pública es de izquierdas y de lo demás tiene la culpa Donald Trump

Marc Giró, al frente de su 'Late Xou'
15 de abril de 2025 21:38 h

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Qué entretenidos estuvimos hace algunos meses con todo lo que trajo el estreno del programa La Revuelta en Televisión Española y su disputa por la audiencia frente al longevo El Hormiguero. De pronto, la izquierda libraba su batalla cultural cada noche y sin necesidad de que nos levantáramos del sofá. Las dos Españas se enfrentaban ahora con la comodidad del zapping, y había que elegir bando. Supongo que, en el fondo, se trata de algo que hacía falta, y bienvenida sea esa alternativa para los televidentes. De hecho, parece que la fórmula ha resultado tan exitosa que TVE va a seguir dando pelea en otras franjas horarias y otros días de la semana.

Se ha pasado a La Primera el late show presentado por Marc Giró, que suele incluir un monólogo introductorio explícitamente político y escorado a la izquierda sin medias tintas. Además, ya se ha anunciado un nuevo programa para la noche de los viernes, en este caso a cargo de Andreu Buenafuente que, como se sabe, no es santo de la devoción conservadora. Ahora, por ejemplo, en la televisión pública se habla abiertamente de la flagrante inacción del gobierno frente a la vivienda, de lejos el principal problema que atraviesa el país. Se da incluso voz a los convocantes de la manifestación del pasado 5 de abril. De paso, se parodia todo el ridículo postureo del PSOE con un asunto del que es responsable directo. A estas alturas, de hecho, cuesta entender que no se haya enterado de que la vivienda le va a costar las próximas elecciones, y no porque la derecha suba en votos, sino por la desafección, traducida en abstenciones, de muchos votantes socialistas.

Todo ese aire renovado en la televisión pública me parece estupendo y, desde luego, no menosprecio su impacto. Sin embargo, no deja de resultar sorprendente que la mayor batalla de la guerra cultural contra los ultras de la derecha se esté fraguando en el terreno del entretenimiento televisivo y, por tanto, en un cauce más discursivo y simbólico que material. En cierto modo, es como si con la contratación de estos programas estuviéramos viviendo una suerte de tv washing, un lavado de cara mediático pero sin anclaje en lo real, como ese green washing con el que las empresas más contaminantes nos conminan a reciclar los envoltorios que ellas mismas generan.

Alguien en el Gobierno debería darse cuenta de que cada décima de aumento en el share es una décima menos en intención de voto

Del mismo modo que esas empresas parecen trasladar así la responsabilidad del calentamiento global a los pequeños consumidores, el gobierno echará balones fuera cuando le llegue la debacle. Culpará al trumpismo, a la oleada ultra, a los bulos y la desinformación generalizada, a los influencers desquiciados, a la machosfera, etc. Todo ello, con ser cierto, solo enmascarará otra verdad mucho más profunda: que mientras los ultras dan un revolcón a las administraciones nada más tomar el poder, aunque solo sea para reforzar el statu quo, el PSOE se hace el despistado porque, en realidad, navega plácidamente por las mismas aguas neoliberales. De otro modo no se entiende que Sánchez tenga al mando de Vivienda a una ministra ornamental.

Así que no, que no lloriqueen cuando les dé la espalda un país en el que el derecho a techo ya no existe, que no nos hablen de Trump, ni aranceles, ni inflación. Por el contrario, harían bien en ver esos mismos programas que tanto relumbrón están dando a la televisión pública. Igual así se enteran de una verdad evidente. Ciertamente a muchos televidentes les asqueaba que en programas como El Hormiguero, o los magazines de Ana Rosa Quintana, las críticas al gobierno siempre cayeran por el lado de la tostada facha. Sin embargo, ven con buenos ojos que ahora esas críticas caigan desde el lado social. Alguien en el Gobierno debería darse cuenta de que cada décima de aumento en el share es una décima menos en intención de voto.

De eso no tiene la culpa Donald Trump.  

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