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Diego Blas, investigador: “La ciencia es rentable y a los países que invierten en ella les hace más ricos”

Diego Blas Temiño

María Bosque Senero

13 de abril de 2025 23:19 h

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GravNet: Red global para la búsqueda de ondas gravitacionales de alta frecuencia es el nombre de uno de los proyectos que han recibido la codiciada subvención ERC Synergy 2024 dotada con 10 millones de euros. En este proyecto trabaja el investigador y profesor de Investigación ICREA en el Institut de Fisica d’Altes Energies (IFAE), Diego Blas Temiño, que participa junto a tres colaboradores de destacadas instituciones europeas.

Este físico se crio en Benasque, y asegura que la naturaleza y los pueblos son lugares estupendos para las mentes que buscan respuestas, como fue su caso. En 2002 se licenció en Física en la Universidad de Zaragoza y continuó con su carrera como investigador hasta llegar a este momento, en el que está inmerso en una nueva manera de mirar el universo que nos rodea. “El 95% del universo no es como nosotros, está hecho de un lado oscuro que interactúa con el resto del universo que conocemos. Saber cómo lo hace, puede tener una aplicación que mejore la vida del ser humano”, asegura Diego Blas. 

La ventura en la que se ha embarcado este aragonés tiene un recorrido de seis años, en los que trabajará de la mano con Matthias Schott, de la Universidad Rheinische Friedrich-Wilhelms de Bonn (Alemania), Dmitry Budker, de la Universidad Johannes Gutenberg de Maguncia (Alemania) y Claudio Gatti, del Instituto Nacional de Física Nuclear (Italia). El proyecto GravNet es pionero porque se basa en la detección de ondas gravitacionales de alta frecuencia (HFGW), hasta ahora inexploradas, que abrirían una ventana al universo sin precedentes. “Esto podría permitirnos desvelar secretos relacionados con los primeros momentos del Big Bang o con los misterios de la materia oscura”, afirma el científico Diego Blas. De lograrlo, este descubrimiento posicionaría a Europa a la vanguardia de la innovación en ondas gravitacionales y la tecnología cuántica. 

Detectar una señal de este tipo sería “un momento histórico”

Históricamente, este tipo de investigación ha tardado entre 40 y 50 años en obtener resultados, lo que hace pensar que el proyecto GravNet puede tener el mismo camino. Por ello, los participantes se plantean un objetivo inicial “más realista”. El primer paso es la creación de una red europea de sensores cuánticos con nodos en Alemania, Italia y Suiza, con España como base teórica, y la puerta abierta a futuras colaboraciones y ampliación de nodos. 

La creación de esta red va a poner a prueba las últimas tecnologías de detección, y es que, para encontrar estas ondas de alta frecuencia se requerirá la máxima precisión. Por este motivo, los sensores emplearán por primera vez protocolos completamente cuánticos, dando lugar así a la colaboración entre la física cuántica y la física fundamental, aliadas imprescindibles en este proyecto para alcanzar los instrumentos de detección con la rapidez y precisión requeridas para la detección de frecuencias muy elevadas, por encima del kilohercio. 

“Detectar una señal de este tipo sería un momento histórico”, asegura Diego Blas, que, sabedor de que es “poco realista” suponer que se logrará detectar en los seis años de los que dispone el proyecto lo que suele tardar décadas, se ha marcado junto a su equipo dos éxitos alcanzables, “mejorar las técnicas de precisión en la detección, y que la red funcione y se amplíe con la entrada de nuevas instituciones”. Dos pasos para los que son fundamentales el tiempo y la inversión. 

Si le haces una auditoría a la ciencia es rentable, mucho más que otros ámbitos

“Cuando empecé a estudiar, no éramos conscientes de cómo era el mundo de la investigación a nivel internacional. Ahora, afortunadamente, esto ha cambiado”, asegura Diego Blas, que reconoce que la formación en la Universidad de Zaragoza fue “muy buena”, y destaca que, pese a la complejidad en la búsqueda de fondos y apoyos, a lo que se suma el tamaño de esta universidad, “hay departamentos con nivel puntero a nivel internacional”. Blas, que nunca ha perdido su vínculo con Aragón, actualmente es colaborador externo en el Centro de Astropartículas y Física de Altas Energías (CAPA) de UNIZAR. 

El tiempo y la financiación son los caballos de batalla a los que se enfrentan la ciencia y la investigación, especialmente en España, pese a que, tal y como defiende Blas “la ciencia es rentable, y al país rico que invierte en ella lo hace más rico”. En cuanto al tiempo, Blas recuerda que se necesita estabilidad, ya que “sin la certeza de que tendrás los medios necesarios” para prorrogar un proyecto es “complicado, si no imposible, conseguir los objetivos iniciales”. Este es el caso del proyecto GravNet en el que está inmerso en este momento y que podría llevar hasta 40 años detectar una señal como la que están investigando. 

Sobre la financiación, Diego Blas, que ha impartido recientemente una charla en Zaragoza sobre la rentabilidad de invertir en ciencia y en investigación, considera que en España se da una paradoja, “la gente de la calle tiene un gran respeto por los científicos, pero eso no se refleja en ningún programa electoral, y es un problema que la sociedad acepta, mientras desde el sector no entendemos por qué no se refleja ese respeto social en políticas de estabilidad, por ejemplo para financiar proyectos”, añade. Los programas científicos requieren de una estabilidad y un compromiso que, en este momento, “no siempre se puede garantizar en España”. Blas pone el punto de inflexión de la ciencia de este país en la dictadura Franquista, momento en el que “se considera un enemigo para el régimen, y salir de ese pozo de cuarenta años, cuesta mucho”, advierte el investigador. 

En cuanto a la inversión en ciencia, Blas es partidario de un modelo dual en el que el Estado invierte en investigación a largo plazo y que el tejido empresarial destina su inversión a la ciencia aplicada. Según el físico, en España, la inversión del sector privado es baja y, aunque el gasto público “no está mal”, el problema es que el presupuesto no se llega a ejecutar“. La solución que propone pasa por diseñar políticas reales, adaptadas a las necesidades del sector y lejos de herramientas como los créditos ”que no son viables para ser solicitados por un equipo investigador“, apunta Diego Blas.

Este aragonés aboga por la pedagogía social y hace un llamamiento a “reentender” el valor que la ciencia tiene para la sociedad. “Necesitamos que España entienda que la ciencia y la investigación son un motor, también económico”, defiende Blas. Como ejemplo pone a los países desarrollados, aquellos como China, que “saben que en la inversión en ciencia y en investigación está su beneficio a futuro”, confiesa el físico, mientras reconoce que en el caso de España “faltan apoyos para poder competir con dinero de verdad” porque “carecemos de esa cultura”, tanto por parte del Estado como en el sector privado.  

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